Uno de cada tres consumidores abandona el reloj inteligente

La consultora Gartner sostiene que estos accesorios “deben ser más útiles”

Un poco de hemeroteca. El año pasado, en pleno boom de ventas de lossmartwatches, los relojes inteligentes de última generación, Franco Cologni, antiguo ejecutivo en Cartier y Richemont, se mostró bastante escéptico sobre las últimas tendencias en la relojería. “¿Por qué añadir un montón de complicaciones para clientes que no las entienden? ¿Sólo es para presumir delante de sus amigos que uno tiene el reloj más complicado del mundo?”, se preguntaba en el diario suizo Le Temps. Hoy estas declaraciones suenan proféticas.


La consultora Gartner acaba de hacer públicos los resultados de una encuesta llevada a cabo a más de 9.500 personas de Australia, EE.UU. y el Reino Unido entre junio y agosto del 2016. Pues bien, casi uno de cada tres encuestados contestó que no volverá a comprarse un smartwatch. Estos aparatos registran una tasa de abandono del 29%. Peor aún le ha ido a otro accesorio, el medidor de actividad física (aquellos aparatos que miden parámetros cuando se practica deporte, como las pulsaciones por ejemplo): el 30% de los consumidores no está dispuesto a repetir la experiencia de compra.

¿El motivo? “La gente no les encuentra utilidad, se aburre o los estropea”, afirma el informe de la consultora. “Estamos ante un serio problema para esta industria”, alertaba la analista de Gartner, Angela McIntyre.

El estudio considera que estos accesorios todavía están en la fase ascendente de su ciclo tecnológico, con lo que hay margen para crecer todavía. Por poner un ejemplo, sólo el 8% de los encuestados había usado alguna vez las gafas de realidad virtual.

Asimismo, hace unos meses, la consultora IDC, pronosticaba para el sector de los wearables (la indumentaria digital) un crecimiento del 20% hasta el 2020. Pero también en este caso, el analista Jitesh Ubrani reconocía que este mercado todavía era “una colección de aparatos muy heterogéneos”. En resumen, muchas funciones, de poca utilidad y en muchos productos diferentes.

Hasta ahora, estos accesorios que se llevan encima de la ropa (o sobre la muñeca) han sido objetos de culto de los llamados early adopters, es decir los pioneros en probar tecnología. Como dato significativo, sólo el 26% de los relojes inteligentes se compraron como regalo. Los consumidores, de momento, quieren estos accesorios para ellos mismos.

¿Pero cómo van a popularizarse en el mercado si un porcentaje significativo de sus actuales usuarios piensa abandonarlos? De la encuesta se desprende que estos productos se perciben todavía como “demasiado caros” en relación a sus funciones. “El mayor desafío para que esta categoría se convierta en un producto masivo es conseguir que los clientes superen la percepción de que su propuesta de valor es insuficiente”, señala McIntyre.

En particular, la situación más difícil es la que viven los fabricantes que no pueden presumir de tener una marca premium. En efecto, las empresas de la franja más alta siempre pueden vender estatus. ¿Pero y las otras?

Según Gartner, “en lugar de intentar competir con la alta gama estas compañías, deberían “aplicar márgenes de venta más bajos” para ganar cuota y así contribuir a su difusión. En cuanto a las funcionalidades, Angela McIntyre cree que habría que reforzar la transmisión de datos sobre salud e insistir en el concepto de que es más conveniente recibir notificaciones en la muñeca que en el teléfono. Respecto a la forma, también se precisa una estrategia más agresiva. “La apariencia de estos accesorios no es atractiva para muchos consumidores. Las empresas deberían buscar algún acuerdo con firmas de diseño que tengan experiencia en vender estilos de vida”, sugieren.

Para Gartner, se trata de seducir al público más joven (y que tiene menos poder adquisitivo). “Los menores de 45 años tienden a pensar que con un smartphone ya pueden hacer todo lo que necesitan”, advierten. Ellos nunca abandonarán su teléfono.



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