¿Por qué Nueva York es la ciudad más inteligente del mundo?

Las grandes urbes optimizadas por la tecnología son un fenómeno imparable | Barcelona y Madrid están entre las smart cities más pujantes

Airbnb se enfrenta a multas millonarias por anunciar pisos sin licencia. Uber libra una intensa batalla en los tribunales para volver a operar en nuestro país. Pero al final, tanto la plataforma de alojamientos turísticos como la aplicación para compartir viajes rápidos, no paran de crecer. Una se convertirá en un portal integral de viajes; la otra, está llevando a la bancarrota al sector del taxi. Según el investigador y consultor en políticas urbanas Manu Fernández, estas dos empresas han cambiado por completo la forma en la que visitamos y nos movemos en las ciudades. “Y no han salido ni de la academia, ni de estudios de arquitectura, ni de departamentos municipales”, remacha Fernández.


Estos dos casos son sólo un ejemplo de cómo las smart cities, es decir, las ciudades optimizadas con tecnología, son un fenómeno mundial imparable. También el compromiso con el entorno –ya sea medioambiental, cultural o histórico-, la cohesión social o la gestión eficiente del uso de recursos hacen a una ciudad inteligente, con o sin herramientas tecnológicas de por medio, en opinión de Joan Enric Guitart, profesor de Dirección Estratégica del IESE.


Esta escuela de negocios elabora cada año el Índice Cities in Motion (ICIM), que evalúa el nivel de desarrollo de más de 180 ciudades de todo el mundo. En primer lugar aparece Nueva York, ciudad que también ha sido elegida la más inteligente durante la celebración en Barcelona del Smart City Expo World Congress.

Tanto Guitart como Fernández, autor del blog Ciudades a escala humana, coinciden en señalar que Nueva York tiene una gran capacidad para atraer talento y generar tecnología. Nueva York fundamenta su liderazgo, según el ranking de IESE, en su condición de polo económico más importante del mundo y en su calidad de tercera ciudad en tecnología, solo superada por Tokio y Seúl.

Una economía de innovación

La gran urbe estadounidense ocupa la cuarta posición en gobernanza, proyección internacional, gestión pública y transporte, y capital humano, y eso compensa su puntuación muy baja en dimensiones como la cohesión social (puesto nº 161 y el medio ambiente (93).

La feria Smart City World Congress valoró la propuesta de Nueva York como la mejor por su ambicioso plan para expandir la conectividad entre su población, probar y aplicar tecnologías inteligentes, promover y ampliar la economía de innovacion y favorecer un desarrollo sostenible.

Y es que “la ciudad perfecta es una quimera”, asegura el profesor de Dirección Estratégica. Eso no impide que debamos renunciar a serlo. Para Manu Fernández, que acaba de publicar el libro ‘Descifrar las smart cities’, “necesitamos hacer un debate de manera sólida, porque más allá de lo que consideremos inteligente o no inteligente, es una oportunidad para discutir de qué manera queremos vivir en las ciudades”.

Estos son los ejes que se debaten en la actualidad para definir qué distingue a una ciudad inteligente:



1. Planificación urbana eficiente
Tal y como destaca el ICIM, para mejorar la habitabilidad de cualquier territorio hay que apostar por un crecimiento inteligente. Es necesario tener en cuenta los planes maestros locales y el diseño de zonas verdes y espacios de uso público en los que los ciudadanos puedan relajarse, hacer ejercicio e interactuar.

2. Sistemas de automatización y control de edificios
Edificios públicos como hoteles, centros comerciales, hospitales o escuelas están incorporando poco a poco apps para controlar la calefacción, la ventilación, la iluminación, el agua caliente, etc., evitando así un consumo de energía y de emisiones de CO2 innecesario. Estas tecnologías se han colado también en nuestras viviendas, con soluciones como termos inteligentes que se controlan desde el móvil.

3. Movilidad urbana eficiente y transporte público
La congestión del tráfico es uno de los mayores problemas en el ámbito de la movilidad, por eso grandes urbes como Madrid o Barcelona están tomando medidas como limitar el acceso al centro a los residentes o prohibir la circulación de los vehículos más contaminantes. Existen, además, apps de gestión de incidencias en carretera, que recomiendan rutas para evitar atascos, y de gestión de estacionamiento, para encontrar plaza de aparcamiento con más facilidad. Las ciudades inteligentes dan prioridad a los peatones, potencian el uso de bicicletas y cuentan con una amplia red de transportes públicos.

4. Gestión de residuos sólidos
En las playas de los municipios costeros de Barcelona existen contenedores semienterrados con sensores inteligentes que permiten detectar el nivel de carga, de manera que los camiones de recogida de residuos pueden organizar mejor sus rutas. La gestión inteligente de alcantarillas y residuos urbanos no sólo contribuye al cuidado del medio ambiente, sino que reduce importantes partidas presupuestarias.

5. Mejora de la sostenibilidad medioambiental
Planes anticontaminación, apoyo a edificios ecológicos y energías alternativas, y políticas para contrarrestar los efectos del cambio climático son imprescindibles para la sostenibilidad de las ciudades. Muchas ya cuentan con sistemas de medición de parámetros ambientales para evaluar la calidad del aire, los niveles de ruido o la concentración de polen, por ejemplo, a través de sensores.

6. Preocupación por el entorno social
En las ciudades inteligentes, los ciudadanos y el Gobierno comparten un modelo de sociedad basado en valores democráticos como la justicia y la solidaridad, independientemente de la renta, cultura, edad o profesión de las personas que las habitan.

7. Tecnologías aplicadas a la salud
Las iniciativas tecnológicas para la mejora y prevención de la salud están cobrando cada vez más protagonismo en las smart cities. Desde historias clínicas compartidas hasta recetas electrónicas, acceso a miles de apps médicas desde el móvil o monitorización de pacientes para controlar su salud a distancia.

8. Tecnologías aplicadas a la educación
Sharing Academy es una plataforma donde los universitarios pueden dar clases particulares a sus compañeros para ayudarles a aprobar las asignaturas más complicadas. La app catalana, ganadora de varios premios, es un ejemplo de cómo las tecnologías pueden ayudar en el proceso educativo y generar igualdad de oportunidades.

9. Sistemas de comercio electrónico
Billetes de transporte, entradas para espectáculos, ropa, complementos y artículos deportivos, reservas de alojamiento y paquetes turísticos… El número de compras a través de Internet no para de crecer en países como España, y estamos a punto de vivir una revolución del comercio gracias a los smartphones. Empiezan a abrirse hueco las apps que geolocalizan comercios y ofertas mientras el comprador en potencia camina por la calle. Y La Roca Village ha mostrado recientemente un prototipo de tienda del futuro en el que el usuario recibe en su móvil información aumentada sobre los productos en tiempo real.

10. Transparencia entre Gobierno y ciudadanos
En las ciudades inteligentes, las Administraciones ponen a disposición de los ciudadanos y las empresas los datos que gestiona para que puedan analizarlos, reutilizarlos y redistribuirlos para generar un valor económico y/o social. Es la filosofía “open data”, que se basa en los valores de transparencia y participación.



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