
Para ser
un buen líder es fundamental fomentar el trabajo en equipo. No es fácil trabajar con otras
personas, pero un buen líder sabrá sacar lo mejor de cada uno y asignar las
mejores tareas para cada uno de los talentos del equipo. Además, será capaz de
empujar a aquellos a los que les cueste más trabajar y premiar a aquellos que
sean más productivos, sin llegar a crear un clima de competición insano
basado en envidias dentro del equipo de trabajo.
También
debe ser capaz de seleccionar a los mejores miembros para su equipo,
desechando a aquellos que puedan entorpecer el crecimiento del grupo y
potenciando la crítica constructiva hacia él mismo y hacia el resto de
compañeros. Eso conseguirá hará crecer la eficacia del trabajo y aportará
nuevas y mejores ideas.
Un líder
buscará que todos los miembros del equipo crezcan poco a poco dentro de sus
posibilidades, formando un grupo cada vez más unido y consolidado en
el que los miembros colaboren entre sí.
Un buen
jefe tendrá claros los objetivos que ha de conseguir el equipo y
sabrá transmitir esas metas al resto de miembros. Para eso, debe fomentar la comunicación entre todos, en busca del mejor
camino para llegar a los objetivos, y formar un plan claro, una hoja de ruta.
También ha de ser capaz de dar reconocimiento al trabajo de los demás, ser
flexible, admitir críticas y asumir y corregir errores.
Por
supuesto, un líder se implicará tanto o más en el trabajo que el resto del
equipo, demostrando su compromiso con las metas marcadas y el grupo, y tendrá
confianza en sus posibilidades y en las de sus compañeros.
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