Hace 40 años el
sistema educativo finlandés acometió su última gran reforma. Desde entonces
habitualmente se ha presentado como uno de los mejores del mundo. Hasta tal
punto que Finlandia encabezó las clasificaciones del informe PISA en los años
2000, 2003 y 2006. El resto de años es un sospechoso habitual de los primeros
puestos del ránking. Sin embargo en el último año las notas medias de los
estudiantes finlandeses han caído casi un 3% en ciencias y matemáticas, y casi
un 2% en lectura y comprensión. Con estas notas no podía pasar del puesto
duodécimo, justo por detrás de Estonia. ¿Qué ha pasado en Finlandia? ¿Qué
podemos en España, peleados como estamos con la LOMCE, aprender del caso
finlandés?
Porque el problema
no es sólo finlandés. Conviene tener en cuenta que muchas reformas educativas
que se están acometiendo en todo el mundo están inspiradas en el modelo
educativo de este país. Y es que el sistema de Finlandia tiene mucha
peculiaridades que otros países intentan imitar y que con estos últimos datos
se vuelven a poner en tela de juicio: un comienzo tardío de la escolarización
de los niños, la falta de atención a los exámenes, mayor tiempo de recreo, más
maestros y mejor pagados, reglas y límites muy estrictos para las escuelas
privadas…
Conocidos los datos
del último informe PISA, los educadores finlandeses se echaron las manos a la
cabeza. Los resultados obtenidos son muy difíciles de digerir. “Los días de oro
han terminado”, tituló con inmensos caracteres la organización de noticias
finlandesa Finnbay. “La caída general en los resultados del aprendizaje de
nuestros estudiantes demuestra que debemos tomar medidas enérgicas para
desarrollar la educación finlandesa”, afirmaba el Ministro de Educación y
Ciencia finlandés en cuanto se conoció el último informe PISA. La primera
medida ha sido sentar alrededor de la misma mesa a expertos en educación e
investigación, a responsables políticos, a representantes de los alumnos y a
padres de familia. Ya es una buena lección sin duda.
Por otro lado,
conviene tener en cuenta que a pesar de los buenos resultados y de haberse
convertido en líder mundial de la educación y en un modelo a seguir, incluso
durante estos años se han oído voces críticas con el sistema educativo
finlandés entre la propia comunidad educativa. En 2005 sin ir más lejos hasta
200 académicos finlandeses firmaron una advertencia. Y es que, tal y como
denunciaban, los estudiantes salían globalmente muy bien calificados en el
informe PISA porque la mayor parte de ellos superaban los mínimos exigidos,
pero el problema estribaba en que se quedaban ahí, en los mínimos, en los
conocimientos cotidianos que son precisamente los que evalúa PISA. Y ese era un
lastre difícil de asumir después en la educación superior. La permisividad y lo
laxo del sistema de exámenes primaba la atención a los más desfavorecidos
intelectualmente pero descuidaba a los mejores currículos.
Hoy en día son en
cambio los países asiáticos los que más posiciones han escalado en el ránking.
También tiene una razón. Por primera vez en los últimos diez años los informes
PISA priman sobre otras materias las matemáticas. Y estos países son sin duda
los que desde hace años más importancia dan a estos conocimientos. Y los más
duros.
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