La
red social de Mark Zuckerberg ha cambiado la vida de millones de personas en
diez años
Los
1.230 millones de usuarios de Facebook suponen
aproximadamente el 17% de la población mundial. Con una cifra así, bien podría
afirmarse que el proyecto ideado hace diez años por Mark Zuckerberg ha contribuido
enormemente –y se ha beneficiado– de la “revolución definitiva de las
comunicaciones humanas que significa internet”, según promulgaba Andreu Veá,
autor del libro Cómo
creamos internet.
El director ejecutivo de la red social por antonomasia reconocía este
protagonismo en el discurso conmemorativo del
décimo aniversario y asumía la responsabilidad de conectar a los dos
tercios de la población mundial que no tienen acceso a internet.
Conectar gente, esa fue la potente idea que lanzó a la plataforma al
estrellato, según insistía su fundador. Sin embargo, Facebook ha impactado en
la cotidianidad, el comportamiento y las actitudes de las personas en muchos
otros aspectos, tanto en la vida real como en la virtual.
Amigos a
cientos
En el caso hipotético de preguntar a las personas mayores de 70 o 80
años cuántos amigos conservan actualmente de todos los que han conocido a lo
largo de su vida, la respuesta englobaría una media de unas 50 personas,
calculando al alza.
Los treintañeros, en cambio, que se sumaron a la red social cuando aun
estaban estudiando, cuentan amigos a cientos. Al menos “amigos de Facebook”,
uno de los conceptos nuevos que la plataforma ha introducido en relación a la
percepción de la amistad y las relaciones humanas.
Facebook empezó a hacerse popular en España entre los años 2007 y 2008,
coincidiendo este último año con la traducción al español de la plataforma. Los
jóvenes, adolescentes y veinteañeros descubrían entonces una nueva manera de
compartir contenido y de interactuar con los demás. Por otro lado, ampliaban su
círculo real de amistades a través del mundo virtual, ya que, mientras
conectaban con los nuevos colegas de la universidad, también descubrían amigos
de la infancia que habían perdido de vista.
Desde entonces este público español ha crecido. Con el paso de los años,
el usuario tipo de Facebook ha ido sumando nuevos contactos (del trabajo, de
los viajes, de los Erasmus, etc) hasta alcanzar cifras centenarias. Un volumen
que, incluso, puede llegar a ser perjudicial, según afirmaba el gurú de
internet Shelly
Palmer hace un año. El tecnólogo argumentaba que tener más de
200 amigos en Facebook impedía que la red social fuera un espacio dinámico de
intercambio de contenidos.
Compartir,
compartir y compartir
Tras la estela de Mark Zuckerberg han nacido miles de plataformas para
compartir contenidos en formatos muy variados: Twitter, Instagram, Snapchat, Pinterest, Tuenti, YouTube, Google+... Facebook no es tan solo la reina, sino la pionera
consolidada del concepto de red social que desbancó a las ya olvidadas MySpace o Hi5.
La clave del éxito de las redes sociales, aparte de ampliar la agenda de
contactos, radica en haber sabido detectar cuatro cualidades (o defectos) de la naturaleza humana: el narcicismo, el exhibicionismo, el cotilleo o el
voyerismo. Aunque también cabe resaltar aspectos más positivos, como el hecho
de compartir conocimiento de una forma altruista.
Dejando de lado los motivos, las cifras demuestran que, con la llegada
de Facebook, los seres humanos han saciado una necesidad latente de compartir
tanto sus pensamientos como su vida. Cada segundo se publican 41.000 posts en la
plataforma, según el infográfico elaborado por la
empresa de publicidad Qmee. En la mayoría de los casos, los usuarios han
abierto las puertas de su intimidad de par en par, como nunca antes hubieran
imaginado.
Gratuidad
a cambio de privacidad
La llegada de internet ha transformado la manera como los individuos
percibimos nuestra privacidad. Por querer aprovechar unos servicios gratuitos
online y de calidad, entre los cuales se cuenta Facebook, las personas han
cedido terreno en el campo de la información
personal.
En el caso de la empresa de Zuckerberg este tema se ha tratado de una
forma muy confusa y ha sido motivo de múltiples quejas por parte de los
usuarios. Primero, porque las opciones de configurar la privacidad del perfil
han estado siempre escondidas dentro de la interfaz de la plataforma. En
segundo lugar, porque la red social cada vez pide (y sabe) más información de
sus usuarios –lo que le permite vender anuncios más segmentados, el principal
secreto de su éxito–. Y, por último, porque nunca ha quedado realmente claro
qué tipo de datos ofrece Facebook a las empresas anunciantes.
De todos modos, las personas que se resistían a pagar el precio de la
privacidad acabaron sucumbiendo a la atracción de Facebook, porque, como pasa
ahora con WhatsApp, no tener un perfil en la red social puede suponer
perderse algunos eventos en la vida real, a los que los amigos invitan
virtualmente ni tampoco pueden disfrutar de las fotografías posteriores que se
compartan en la plataforma, por nombrar algunas de las desventajas.
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http://www.lavanguardia.com/tecnologia/redes-sociales/facebook/20140208/54400903580/mundo-inimaginable-facebook.html#ixzz2so9Flcu2
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