-reflexiones sobre la
satisfacción laboral-
Según una
reciente encuesta de Gallup, sólo el 13 por
ciento de los profesionales en el mundo se sienten felices en su trabajo. Este
dato, si nos paramos a pensarlo, es escalofriante. El trabajo es probablemente
la faceta de la vida en la que más tiempo pasamos, y el nivel de felicidad y de
satisfacción que en él se experimenta tiene un impacto directo en el nivel
general de felicidad y satisfacción de vida. Esta estadística apoya la cita “te
ganarás el pan con el sudor de tu frente”, y la idea del trabajo como un mal
necesario. Indudablemente es una realidad que hay que trabajar para ganarse la vida y todas aquellas otras cosas que se desean,
sin embargo, el trabajo puede y debe ser una vía de satisfacción, crecimiento y
felicidad vital.
Una de las mejores maneras para aumentar
la satisfacción y la felicidad laboral es a través del disfrute que se experimenta en el trabajo, y para ello hay cinco factores, o como yo los llamo palancas de
disfrute, sobre los que se puede actuar; lo bueno es que todos ellos dependen
más de uno mismo que de las circunstancias particulares del trabajo:
Divertirse: en
la medida en la que se busca proactivamente la diversión en el día a día del
trabajo, la satisfacción y la felicidad laboral que se experimenta se ve
afectada muy positivamente. Cualquier trabajo es aburrido si se hace aburrido,
y divertido si se hace divertido. La clave es tomar pequeñas iniciativas que
nos hagan divertido lo que hacemos.
Dotar al trabajo de un propósito más
elevado: cuanto más sentido humano tenga para nosotros el
trabajo que hacemos, más disfrutamos porque una necesidad humana esencial, la
de sentido y propósito de la propia vida, se verá positivamente alimentada.
‘Aplicarse’ a retos: los retos estimulan y avivan y por lo tanto contribuyen
a que disfrutemos más de nuestro trabajo. Cualquier trabajo puede orientarse a
retos, todo es cuestión de planteárselo así.
Aprender, desarrollarse y crecer: la
naturaleza humana está programada para crecer, transformarse, evolucionar. Por
ello, en la medida en la que se busca esto en el día a día del trabajo, la
sensación interior es la de la satisfacción y el disfrute.
Tener ilusión:
esta es otra fuente de satisfacción, y ello se ve claramente cuando una persona
comienza una carrera profesional; la ilusión de llegar a un determinado lugar
en esa carrera, o de conseguir determinados objetivos, permea su día a día y le
proporciona satisfacción; luego, con los años, la ilusión tiende a ir
remitiendo, en muchos casos hasta desaparecer por completo; sin embargo,
ilusionarse es algo que depende más de uno mismo que de otra cosa: tengo
ilusión porque elijo tenerla y porque elijo mis ilusiones. ¡Cuánto poder hay en
esta afirmación!
Al final, puede que no tengamos el trabajo
ideal, pero siempre podemos hacer ideal nuestro trabajo.
Juan Manuel Martín Menéndez
Autor del libro Que tengas un gran
día
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