En varias ocasiones hemos hablado de las ventajas que
ofrece la formación online o e-learning frente a la
tradicional: tiene mayor facilidad de acceso, es más
asequible y el horario se adapta a las necesidades de cada alumno. Pero
lo cierto es que muchos proyectos no cumplen aquello que prometen. Por eso
Michael Allen, Julie Dirksen, Clark Quinn y Will Thalheimer han creado el Manifiesto e-learning, una serie de normas con las se
pretende elevar la formación online a la altura de su promesa.
En él se explica la necesidad de poner
fin al enfoque tradicional centrado en el contenido, la asistencia y la
evaluación exclusiva mediante tests o exámenes online. Para ello sus
autores proponen implantar una nueva forma de enseñanza basada en los valores
del “Serious e-learning”, un aprendizaje que premia el
desempeño, el compromiso, los desafíos individualizados y la práctica continua.
El manifiesto, compuesto por 22 normas, puede
resumirse en cinco aspectos clave:
- Adaptar la enseñanza a las necesidades de cada alumno, creando un entorno de aprendizaje mucho más flexible y personalizado.
- Proporcionar una práctica realista, con evaluaciones basadas en casos y escenarios reales. La finalidad es proporcionar a los estudiantes la experiencia suficiente para tomar decisiones en contextos auténticos.
- Apoyo y seguimiento post-formación. El serious e-learning no solo se centra en la formación académica, sino que crea experiencias que logran impacto a largo plazo.
- Aprovechar las capacidades interactivas del e-learning. Hasta ahora la mayoría de plataformas de formación online solo han arañado la superficie de la interactividad. Normalmente se centran de forma exclusiva en la navegación y los motores de búsqueda. Con el nuevo manifiesto se fomenta la reflexión, el ensayo, la contextualización y el debate entre los alumnos.
- Medir la eficacia. El buen aprendizaje no se puede asegurar sin la medición de los resultados. Por eso proponen cuatro formas de evaluación diferentes: medir los resultados según los beneficios obtenidos por el individuo o la organización, medir los resultados de rendimiento reales (nivel de éxito, obstáculos encontrados…), comprensión y toma de decisiones durante el aprendizaje y, por último, las percepciones de aprendizaje de los alumnos.
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