Por Marcela Ospina, Directora
de Comunicación de Oxfam Intermón
No es noticia: vivimos en un
mundo convulso. Es una realidad tan palpitante como poco comentada en la vida
cotidiana de las personas a quienes las crisis no afecta directamente.
Desastres naturales y conflictos ponen en riesgo millones de vidas en distintos
lugares del mundo. Unas crisis son más imprevisibles que otras, unas más
accesibles que otras, unas más visibles que otras. Lo que sí sabemos es que
todos los seres humanos necesitamos personas, materiales, dinero, sistemas y
compromisos para prevenir o atender las necesidades que surgen con las crisis.
Para salvar nuestras propias vidas en riesgo.
Y sin embargo, pasados los
momentos de gran atención mediática que concita un terremoto, una guerra, una
huida de personas aterrorizadas, desde la distancia dedicamos en general muy
poca atención a la respuesta humanitaria, y menos aún a entender lo vital que
es la prevención de todos estos riesgos.
Afortunadamente, no vivimos en
el vacío absoluto. Existen profesionales especializados, sistemas de alarma,
agencias de Naciones Unidas, organizaciones humanitarias, y sociedades
sensibilizadas que se movilizan para salvar vidas. Pero desgraciadamente, la agenda mundial no está a la altura de las necesidades
reales:muchas veces se reacciona de forma tardía y sigue faltando financiación
para hacer frente a las grandes crisis humanitarias.
Y cada vez las necesidades
humanitarias son más imperiosas. El número de personas en riesgo crece. Los desastres han afectado
la vida de más de 125 millones de personas de todo el mundo, que cada día se
ven más sumidas en la pobreza.
El reto que se plantea a los
gobiernos, a las organizaciones y a las agencias humanitarias es enorme. Pero
ellos son sólo una parte de la solución. Entran en acción nuevos donantes,
nuevos países en condiciones de ayudar. La sociedad civil también se moviliza a
través de organizaciones locales, y los actores humanitarios tradicionales sólo
serán eficaces trabajando en conjunto con ellas.
Por eso abrimos hoy este
espacio. Queremos y necesitamos debatir e intercambiar las ideas que nos
pueden llevar a cumplir mejor ese compromiso imprescindible y difícil de salvar
vidas. Con humildad y responsabilidad, un grupo grande de personas y
organizaciones compartimos aquí nuestras experiencias y sugerencias, abiertas a
los comentarios de personas como tú, que cuando conocen la realidad, están
dispuestas a intervenir para cambiarla. Así, con la colaboración de tantas
personas, es posible aceptar el doble reto. No queremos sólo salvar vidas,
necesitamos también cambiarlas para hacerlas más dignas.
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