Apuestas que van
de los sabores de calles lejanas a la calidez del hogar
La calma y el
nervio. El yin y el yang. El Uma
(Provença, 310) y el Nobook (Provença, 310 bis). La intimidad de la casa y el
bullicio de la cocina callejera, en dos mundos separados por una puerta y una
ventanita.
A un lado el
Uma, al que se accede por un portal de vivienda: dentro, los
colores suaves, sin estridencias, y la calidez de un piso, en el que reciben
los propietarios, Iker Erauzkin y Anna Yébenes. Ellos atienden a un comensal
que quiere sentirse el invitado.
Un cliente que si observa
tras el cristal de esa pequeña ventana, a un extremo del local, puede intuir lo
que hay al otro lado: es el Noobok, paredes de color naranja y camareros que van y
vienen, enfundados en monos butano, como presidiarios. ¿Por qué? La
respuesta la sirve con una sonrisa Mariano Citterio, quien está al frente de
este restaurante que rinde homenaje al street food del mundo. “Porque para
nosotros no hay mejor condena que cocinar”.
Uma y Nobook son
dos mundos separados por esa sutil barrera de cristal.Tierra y fuego. Dos ambientes
creados por el mismo equipo. En el primero, el comensal que ha
conseguido mesa (hay meses de espera), se deja guiar por los anfitriones.
Iker y Ana tuvieron
su primer Uma en Sants; era una cocina multifunciones, que servía de plató para los libros de cocina que él escribe o de taller para sus
asesoramientos; un espacio que alquilaron a los propietarios del Disfrutar,
para que hicieran miles de pruebas antes de abrir su restaurante.
Allí la pareja
acabó recibiendo a clientes que buscaban una experiencia especial. Así nació
Uma; un secreto a voces atizado por Tripadvisor, en el que ocupa el primer
puesto desde hace tiempo. Y
de allí al Eixample, donde ampliaron espacio e hicieron realidad el sueño,
junto a varios socios, de abrir ese otro local más radical.
En el Noobok no
se sirven cafés ni postres, la coctelería juega un papel importante y la cocina a la vista es
todo un espectáculo por su ritmo agitado. El local está hecho con
material reciclado; los cocineros son también camareros, la creatividad se
premia y se reconoce en la propia carta, donde hay un espacio en el que consta
quién es el creador del la última incorporación.
Elaboraciones
emplatadas frente al comensal, alguna sobre lienzos (les han acusado de copiar
la cocina de Dabiz Muñoz, de lo que ellos se defienden argumentando que el street food está de moda y
los lienzos, tan característicos del chef madrileño, aparecen en libros
de hace años firmados por Erauzkin.
Sabores y
técnicas del otro lado del mundo han recalado también en el restaurante de los
venezolanos Fabiola Lairet y Ricardo Figuera. Esta ingeniera perfeccionista que siente pasión por el mundo dulce,
se formó en Estados Unidos, en Japón y en Barcelona y tiene la certificación de
experta en suhi.
Tras el éxito de
su primer negocio, el Monster Sushi, han dado el salto a un proyecto
más ambicioso. El Robata (Enric Granados, 55), en un bellísimo local que
transmite paz, a pesar del ritmo en que los cocineros trabajan el pescado y las
carnes de forma impecable (también aquí hay una ventana, que en este caso
permite ver desde la calle la cocina).
La robata, lel
grill japonés que da nombre al local, es uno de los puntos fuertes de la propuesta de Fabiola Lairet.
Es un establecimiento al que merece la pena llegar sin prisas, para disfrutar
de la magia del lugar. Propietarios venezolanos que cocinan Asia y que quieren
ofrecer un ambiente acogedor del amplio local.
Proximidad es lo que busca
también Guillermo Barri, que ayer abrió las puertas, discretamente, de su segundo
Barri. Primero fue el Barri Sarrià, que tiene una clientela fiel entre los
vecinos de la plaza Joaquim Pena. Ahora llega el segundo local, donde estuvo el
Mil921 de Àlex Sunñé.
Barri arranca con algunos de
los platillos y tapas que ya le funcionaban(el ticket medio es de 17
euros) y con nuevos platos de otoño, como el canelón de pollo rustido, el pato
con brioche de café y calabaza, las judías de santa pau con berberechos. Platos
que prepara el cocinero Alejandro Loaiza, quien está al frente de ambas
cocinas. También se ha trasladado a DiagonalCarlos Melián, para poner en marcha
la sala.
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