Consejos para
que los dispositivos electrónicos no acaparen el tiempo libre de los más
pequeños
Cada año para estas fechas
muchos padres se plantean qué juguetesadquirir para sus hijos. “¿Qué les hará más
ilusión: los muñecos o juegos modernos o quizá algo más original?”, se pueden
preguntan. Los expertos alertan que saber escoger los juguetes más apropiados
es esencial para despertar la motivación, la imaginación y la creatividad en
los niños. Sin embargo, la
realidad es que los dispositivos electrónicos están desbancando al juego tradicional. De
hecho, psicólogos y pedagogos constatan que si antes el juego simbólico se
alargaba hasta los 11 o 12 años, hoy en día muere a los siete u ocho. A partir
de esta edad tabletas, videoconsolas y smartphones pasan
a ser los protagonistas del tiempo lúdico.
Pero, ¿es posible conseguir
que los niños recuperen el hábito de entretenerse con juguetes tradicionales?
“Creo que sí que es factible”, comenta María Costa. La doctora en pedagogía y
directora de investigación infantil y ocio del Instituto Tecnológico de la
Producción Infantil y Ocio (AiJU), que ha editado una guía con recomendaciones, considera que la
calve es ofrecer a los más pequeños “alguna alternativa interesante que,
además, pueda compartir con sus padres y otros niños”. Si esto ocurre, señala
la experta en juego, “las pantallas se quedan para los ratos de aburrimiento”.
“Los dispositivos
electrónicos no son juguetes”, afirma la psicóloga del Instituto Carl Rogers
Cristina Fumàs, que defiende que hasta los siete u ocho años “no debería haber
exposición” a este tipo de aparatos. El motivo: si bien las nuevas tecnologías
han proporcionado mejoras en la sociedad, también entrañan sus riesgos. Según
Fumàs, “se mata mucho la imaginación porque no se da la oportunidad de que sea
el niño el que descubra, decida, construya o invente porque ya viene dado de
alguna forma”. A esto se añade el problema de que estos dispositivos favorecen
el sedentarismo.
Menos casa y más calle
Pero no solo las
nuevas tecnologías son responsables del cambio de hábitos en el juego, tal como
deja patente un estudio reciente realizado por una conocida marca de
detergentes. La encuesta revela que la mitad de los niños españoles de entre
cinco y 12 años pasa menos de una hora al día al aire libre, la mitad del
tiempo que un preso de una cárcel de máxima seguridad de Estados Unidos. Por
eso los expertos en juego infantil opinan que las actividades en el exterior
tienen que estar entre las prioridades lúdicas de las familias.
"Hasta los siete
u ocho años no tendría que haber exposición de los niños a dispositivos
electrónicos" CRISTINA FUMÀS
Psicóloga del Instituto Carl Rogers
La menor
concurrencia de los pequeños en las calles tiene otros daños colaterales.
“Antes había más juego en los parques, donde se juntaban niños de diversas
edades”, aduce María Costa. Y esto terciaba que “los más mayores transmitieran
a los más pequeños” juegos tradicionales. Hoy en día, según la pedagoga, los
niños tienden a reunirse con otros niños de la misma edad. “Dejan de crearse
grupos socialmente estructurados, coherentes, que son capaces de comunicar
ideas interesantes de juego, por lo tanto, los padres tenemos una labor en
comunicar estas ideas”, apostilla.
Por otro lado,
es una evidencia que la industria del juguete se moderniza con muñecos cada vez
más interactivos y novedades que incorporan tecnologías, tal como se puede
apreciar en la lista de los juguetes estrella de esta Navidad. Para
la directora de AiJU esta es una manera de hacer estos productos más atractivos
y alargar la edad en que los niños se interesan por los juguetes.
Al mismo tiempo,
desde hace un par de años en la Feria Internacional del Juguete de Núremberg
(Alemania) se está constatando “una clara tendencia llamada retromanía”, según
Costa, que consiste en recuperar juguetes populares de otras épocas. Juegos de
antaño que se actualizan con nuevos diseños y conceptos, como el Monopoly, el Tragabolas o el Quién es quién, y otros clásicos que nunca pasaron de moda,
como las cartas y el parchís. Un fenómeno que contribuye a apuntalar el juego
tradicional en detrimento del tiempo que los pequeños de la casa dedican a
dispositivos electrónicos.
Lo más publicitario no es lo mejor
Uno de los
errores más comunes que cometen los padres a la hora de escoger los juguetes de
sus hijos, según los expertos, es basarse solo en las preferencias de estos,
que muchas veces están influidas por la publicidad y en las licencias de moda,
como Paw Patrol o Frozen. “No nos paramos a pensar qué valor de juego le va a
dar el niño o la niña y si se va a divertir con él”, comenta Costa, que
sentencia: “Hemos pasado a convertir las peticiones infantiles en listas de
compras y no nos planteamos nada más”.
Con el fin de
evitar las compras compulsivas y la acumulación de juguetes que acaban
olvidados en un armario, los expertos consultados hacen las siguientes
recomendaciones:
1. No solo tener en cuenta los
intereses del niño, sino hay que plantearse cómo un determinado juguete
puede fomentarle la curiosidad y qué cosas interesantes puede descubrirle.
Además, los padres deberían de plantearse si se divertirán compartiéndolo con
ellos y si servirá para que el niño pase un buen rato con sus amigos.
2. Los juguetes no son para que
los niños jueguen solos. Los padres tienen que implicarse también para
enseñar a sus hijos lo divertido que es jugar. En este sentido María Costa
invita a los más mayores a transmitir a los más pequeños sus conocimientos en
juegos tradicionales, como la cuerda, la goma o las tabas.
3. Cada edad tiene necesidades
lúdicas diferentes. Por ejemplo, los niños de hasta dos años aprenden
con juguetes más sensoriales de tactos, formas, tamaños o transparencias, y a
medida que van creciendo ya son capaces de hacer construcciones horizontales y
verticales. Por lo que hay que adquirir productos adaptados a sus capacidades.
4. Potenciar al máximo los
materiales y juguetes no estructurados, es decir, que sean lo más
abiertos posibles para invitar al niño o niña a hacer volar la imaginación.
“Todo lo que está muy detallado y acabado hace que el niño tenga un papel mucho
menos activo en su utilización”, asegura Cristina Fumàs. En el mercado se
pueden encontrar infinidad de juguetes basados en pedagogías que fomentan el
juego infantil y que respetan el ritmo evolutivo de cada edad. Algunos ejemplos
se pueden encontrar en webs como www.grapat.edu, www.jugarijugar.com y www.grimms.eu.
5. Buscar juguetes que no
sobreestimulen mucho. Si un niño se acostumbra a un ritmo de estímulos
muy alto y a respuestas inmediatas –aprieta un botón y ocurre- no trabaja el
autocontrol, la paciencia y, además, tenderá a aburrirse más pronto.
6. Limitar el número de juguetes.
Poseer demasiados muñecos y juegos provoca en los más pequeños de la casa una
pérdida de interés por ellos. “Es mejor cuatro y bien escogidos”, apunta Fumàs,
“y sobre todo que puedan proporcionar experiencias reales”.
7. Establecer unas prioridades a
la hora de escoger. Para ello, será necesario hacer un recuento de los
juguetes que ya posee el niño o la niña, tener en cuenta sus preferencias,
buscar su complicidad a la hora de elegir y las capacidades que deseamos
potenciar en él, según recoge el decálogo de Abacus para sacar el mejor
provecho de los juguetes.
8. Evaluar el valor pedagógico del
juguete ya que hay que
tener en cuento que los niños aprenden jugando. Por este motivo es importante
evitar los juegos que inciten a la violencia o al uso de un lenguaje grosero.
9. Juguetes sin estereotipos de
sexo. Evitar seleccionar juguetes dirigidos específicamente a niñas o a
niños.
10. Seguridad. Los juguetes tienen que cumplir la
normativa e informar de manera adecuada cómo darles un uso correcto. En este
sentido hay que tener en cuenta tres aspectos: las propiedades mecánicas y
físicas, que no contenga materiales inflamables y que no estén elaborados con
tóxicos.
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