
Dos de
esas personas son David y Christopher Mikkelsen, los hermanos daneses
creadores de Refunite, una fundación que utiliza la tecnología
para conectar a los refugiados que han perdido la pista de sus
familiares o amigos durante las duras travesías que enfrentan en
su huida de los lugares en conflicto. Refunite nació antes de que la
guerra de Siria y los conflictos en Oriente Medio llevaran a los refugiados
a las primeras páginas de los periódicos y sirvieran como noticia de
apertura en todos los informativos. Porque el drama (¡sorpresa!) ya existía.
Como ellos mismos cuentan en la web de la fundación, en 2005 David y Cristopher
conocieron a Mansour, un joven refugiado afgano que había perdido el contacto
con sus padres y hermanos cuando, huyendo de Kabul, una mafia les separó
en Pakistán. Mansour cruzó en un peligroso viaje Rusia y el este de Europa
hasta llegar a Copenhague donde conoció a los Mikkelsen, dos emprendedores
tecnológicos que hicieron suya su angustia por encontrar a sus
familiares para descubrir que aquello era un problema compartido por
los millones de desplazados en el planeta. Formularios en papel,
rellenados con lápiz, atravesando fronteras, viajando de agencia en
agencia en sentido inverso al recorrido por los refugiados, era la única (y
leve) posibilidad de contactar con aquellos a quienes buscaban. David y Christopher
consiguieron que Mansour se reuniera con uno de sus hermanos seis años después
de haber sido separados, tras localizarle en un pequeño pueblo ruso; pero ambos
eran conscientes de que aquella ayuda, aunque importante, era un avance
diminuto en un problema global. Así fue como en 2008 nació Refunite como
respuesta tecnológica a una situación que sobrepasaba las posibilidades de
todos los actores que actúan sobre el terreno con los refugiados.

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