La marca de la manzana lanza
sus diminutos dispositivos inalámbricos cargados de tecnologia
En un año movido para Apple tanto en lo bueno como en lo malo, los AirPods han resultado uno de sus productos más
característicamente ligados a la filosofía de siempre de la marca. Sencillez
externa, un diseño refinado y reconocible, junto a un cierto punto de “magia”
en su funcionamiento son sus características de cara al público general. El
nuevo producto llega al mercado con un retraso de tres meses desde que fue
anunciado, durante la presentación del iPhone
7 en septiembre pasado.
El reto tecnológico de estos
auriculares no es pequeño. Hasta ahora, la gran mayoría de los auriculares sin
cables se basaban en la utilización de algún tipo de conexión física entre
ambos, lo que permite que los dos utilicen la misma batería y que, además, se
sincronicen físicamente. La separación de cada uno de los auriculares hace que
esto sea más complicado. En primer lugar, porque ambos deben llevar una
batería en un reducidísimo espacio y en segundo, porque las señales de
audio deben estar perfectamente sincronizadas de forma inalámbrica.
Una conexión automática
Para conseguir esas
prestaciones, Apple diseñó un chip denominado W1 que lo consigue de forma
notable. Los auriculares tienen un funcionamiento propio para el
universo de la marca por el que la conexión a un iPhone o un iPad es automática
nada más abrir la pequeña caja que los alberga. En la pantalla aparece una
ventana con la capacidad de carga de los auriculares y de su estuche. Ese
contenedor sirve de batería y conector al mismo tiempo.
La autonomía de los
auriculares sin cargar es de unas cinco horas ininterrumpidas. Pasado ese
tiempo, precisan de un mínimo de 15 minutos dentro de su caja para gozar de
tres horas más de reproducción. Lo que hay que cargar, obviamente, es la caja.
Una carga al 100% da para 24 horas de funcionamiento. Los AirPods pueden ser
usados también con cualquier otro móvil o dispositivo que use bluetooth, aunque
la conexión no será tan automática. Para ese fin, la caja lleva un botón casi
imperceptible en su parte trasera que sirve para activar el llamado “modo
visible”.
Sensores de sonido
Los sensores de los AirPods
son los responsables de que, cuando se saca uno de un oído, la reproducción se
ponga en modo pausa y de que, al volver a colocárselo en la oreja, se recupere
el sonido que se reproducía anteriormente. Los auriculares también llevan
micrófonos y pueden ser usados indistintamente para hablar por teléfono.
De hecho, un sensor detecta si el usuario está hablando y lleva un sistema
activo de cancelación de ruido de fondo en las conversaciones telefónicas.
Pese a la aparente facilidad
para que se caigan, realmente es difícil conseguir que se salgan de la oreja
una vez colocados aunque se hagan movimientos de cabeza muy bruscos. Los
AirPods pueden ser usados perfectamente para hacer ejercicio.
En la parte negativa hay que
destacar que el gesto de dar dos toques, que permite programarlos, sólo sirve
de momento para seleccionar el pausado de la reproducción o la conexión con
Siri. Esta última es la que da opción a hacer llamadas, saltar de canción y
subir o bajar el volumen, entre otras cosas. Otro aspecto a tener en cuenta es
que, al funcionar por bluetooth, en teoría no están autorizados para
funcionar en los aviones.
Los 179 euros que cuestan los
AirPods pueden parecer un precio elevado, pero si se comparan con auriculares
de calidad de otras marcas, están en una franja razonable. La respuesta del
público al lanzamiento ha sido la habitual de otros productos de la marca y, en
estos momentos, las reservas tienen ya fecha de entrega prevista para febrero
próximo.
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