El director de la Mobile World
Capital, Aleix Valls, relata el trabajo que se efectúa en la capital catalana
para consolidarse como una de las mecas europeas de la tecnología móvil
El sector de la tecnología
móvil ya no sólo fija su mirada en Barcelona una vez al año con la celebración
del Mobile World Congress (MWC). El foco de atención es ahora más potente y
comienza a extenderse durante los 365 días. El director de la fundación Mobile
World Capital Barcelona (MWCapital), Aleix Valls (Barcelona, 1977), es uno de
los responsables. Además de matemático e ingeniero, es doctor en mecánica de
fluidos. Cogió las riendas de la MWCapital en el 2012. Antes se dedicaba a la
consultoría estratégica.
¿Qué es la MWCapital?
Es un proyecto que gira en
torno a que, sí o sí, vivimos un momento de cambio impulsado por la tecnología
digital. La fundación quiere ser ese espacio que empuja este proceso de cambio.
Creemos que puede mejorar la vida de las personas, pero tiene unos riesgos
asociados y tenemos que asegurarnos que sea lo más inclusivo posible.
¿Cómo trabajan para que
Barcelona sea la capital mundial del móvil durante todo el año?
Son tres líneas de trabajo. La
primera es la innovación digital. Impulsamos el 4 Years From Now (4YFN), una
plataforma de negocio global para emprendedores de base digital que pone en
contacto nuevas empresas con inversores y otras corporaciones que buscan
innovación en todos los ámbitos. Por otro lado, llevamos a cabo la mVenturesBcn
para dotar de más presencia mundial al ecosistema barcelonés de emprendeduría
con programas de aceleración. Hemos visitado 17 países reclutando start-up y
talento. Es decir, vendiendo Barcelona. La segunda línea es la transformación
digital. Es importante que los ejecutivos entiendan lo que está pasando. Por eso
realizamos el GoingDigital, que forma a empresarios.
Un trabajo muy pedagógico
Sí. Damos información
cualitativa para que puedan encarar la transformación digital. No hacemos
planes estratégicos pero damos las herramientas necesarias para que puedan hacerlo
ellos. En el ámbito de la transformación también hacemos el dLab, que es más
pragmático. Aquí buscamos soluciones tecnológicas a retos concretos.
¿ Algún ejemplo?
Este año lanzamos tres retos:
personas con discapacidad, el uso del big data en el mundo de la salud y el
acoso escolar. Queremos demostrar que gracias a la tecnología se puede mejorar
la calidad de vida.
¿Y la tercera línea de trabajo?
Es la capacitación digital. En
los próximos años harán falta profesionales que hoy en día no sabemos ni a qué
se dedicarán. Hace cuatro años lanzamos el proyecto mSchools para incentivar
una motivación por lo digital entre los jóvenes de entre 13 y 16 años.
Pero los jóvenes ya están
usando siempre aparatos tecnológicos
Sí, eso es lo mismo que me
decía mi madre, que siempre estaba mirando la tele. Todo nuevo paradigma
tecnológico implica un cambio de hábitos. Por eso impulsamos la Mobile Week
Barcelona. El objetivo es reflexionar sobre eso mismo que me ha preguntado: ¿Es
bueno o es malo que el niño esté todo el día con la maquinita? Abordaremos la
ética y tecnología, los límites de la realidad virtual, la inteligencia
artificial, la ciudad del futuro, la privacidad…
¿La reflexión es necesaria
porque este cambio se ha producido demasiado rápido?
Sí, la velocidad de esta
transformación genera cierto pánico. Afecta a todos los sectores. Faltaba un
espacio de reflexión sobre este tema en no sólo en Barcelona, sino en Europa.
La tecnología no es buena ni mala, no tiene ética, es su uso el que la convierte
en buena o mala.
¿Ese ecosistema puede traspasar
la frontera de la capital?
Nos guste o no, la
transformación digital es un fenómeno de ciudades. En este sector si hablas de
Alemania lo estás haciendo de Berlín... como mucho se puede crecer en el ámbito
metropolitano. Me imagino una empresa de estas características en Sant Joan
Despí o l’Hospitalet.
Sostienen que Barcelona está
entre las cinco ciudades europeas más importantes como base para las empresas
digitales.
En el 2015 se superó el medio
billón de euros de inversión en España. Queríamos saber si fue un año
extraordinario. El informe del 2016 dice que se ha vuelto a superar esa cifra.
El ecosistema comienza a ser maduro. Para ser como Berlín debemos hacer
diferentes cosas. Nos falta estructurar un capital riesgo más robusto y las
empresas tradicionales deben implicarse más con las start-up. Y necesitamos un
marco regulatorio más competitivo.
¿Cómo evolucionará el mercado
de las empresas de base digital?
En los próximos años habrá
cuatro o cinco ciudades, no más, que darán un salto cualitativo y serán el
Barça, el Bayern y el Madrid de la Champions de la innovación europea. Cada
equipo se focalizará en uno o dos ámbitos. El Silicon Valley europeo no será
una ciudad , será una comunidad de cuatro o cinco.
¿Qué tiene que hacer Barcelona
para estar en este grupo?
Se ha hecho un gran trabajo y
por eso somos quintos pero precisamos una hoja de ruta clara, un relato
compartido entre lo público y lo privado. No se trata de que las
administraciones inviertan cantidades industriales de dinero, se necesitan
complicidades para que las cosas pasen.
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