Por qué la nueva versión del
Nokia 3310 del 2000 eclipsa a los ‘smartphones’ del Mobile
En las primeras ediciones del Mobile World Congress (MWC) celebradas en Barcelona, la noticia del certamen
dependía siempre de la presentación
de Nokia. Las convocatorias de la compañía finlandesa, normalmente a primera
hora del primer día de congreso, eran multitudinarias. Lo que nadie se podía
perder. Sus novedades estaban en boca de todos los asistentes hasta el final
del certamen. De repente, el 2007 nació el iPhone y algunos no se dieron cuenta
de que el concepto de lo que debía ser un smartphone cambió por completo. Quienes no
supieron verlo, como sí hicieron Samsung, LG, Sony o Huawei, se hundieron poco
a poco, empecinados en hacer los teléfonos que la gente no quería.
El año pasado, algunos de los
principales fabricantes de smartphones empezaron a apuntar que en los últimos
años todos se parecen, que casi no hay, a simple vista, características que los
diferencien. Es cierto. Todo teléfono de este tipo es ahora un rectángulo, casi
todo pantalla, de cinco pulgadas en adelante y con sus bordes metalizados y
curvados. Lo que los diferencia va por dentro: cámara, software, procesadores,
memoria. tipo de pantalla, chasis, materiales... y un sinfín de componentes
posibles, además de características adicionales como las certificaciones sobre
resistencia al agua y al polvo. Algunos, como LG y Motorola, intentaron
diferenciarse con un móvil modular. El invento no funcionó.
Los estudios de mercado
siguieron. ¿Hay cansancio entre los consumidores? Si entra en una tienda en la
que se exhiben entre 10 y 20 móviles, observe la reacción del público que los
inspecciona. Pocas personas podrían distinguirlos entre sí de no ser por la
etiqueta anexa. Precio y especificaciones técnicas acaban marcando la decisión
de compra, pero el diseño, es más difícil, ya que desde cierta distancia todos
parecen iguales, aunque en realidad no sea así.
Las diferentes compañías
aseguran que sus estudios de mercado apuntan que la mayoría de los consumidores
quiere teléfonos “con grandes pantallas”, en las que puedan ver vídeos, y “que
se puedan manejar con una mano”. Ambos requisitos se anulan, aparentemente,
entre sí. Por eso la tendencia ahora es reducir los marcos hasta que los
móviles lleguen a ser una sola pantalla rectangular. Esa es la tendencia que
hemos visto en el MWC y la que veremos en los dos próximos lanzamientos que
acapararán mayor atención este año: el nuevo Samsung Galaxy S8, que se
presentará el 29 de marzo próximo en Nueva York, y el nuevo iPhone 8, que se
lanzará el próximo otoño.
En el MWC del 2017 se han
presentado excelentes smartphones. El LG G6 ha recibido hasta 31 premios
otorgados en general por medios de comunicación especializados. El Sony Xperia
XZ Premium se ha llevado el galardón del congreso al mejor smartphone (lleva
una pantalla como la de los mejores televisores: 4K HDR). Otros, como el Huawei
P10, tienen dos excelentes cámaras combinadas. Después de conocer todo esto, la
pregunta del final del certamen ha sido: ¿por qué el teléfono protagonista del
Mobile ha sido el Nokia 3310, un
émulo de un modelo del año 2000?
La pregunta no es sencilla de
responder. Lo único claro es que el movimiento de Nokia (en realidad es una
compañía finlandesa, HMD, que ha comprado la licencia de uso de la marca en
móviles) viene precedido de un cuidadoso estudio de marketing. El gusto por lo
retro no es nuevo y se ha acentuado en los últimos años. En un mundo en que los
móviles son casi imposibles de distinguir, llega uno distinguido, que podemos
asociar a buenos tiempos, a tiempos sin crisis. Psicología de mercado o
neuromarketing. El 3310 era un éxito antes de salir, y en la nueva Nokia lo sabían.
Esa inclinación por lo retro
no es una moda. Es una estrategia de mercado psicológica. La creación de nuevas
versiones de modelos antiguos asociados a épocas de esplendor es más común de
lo que parece. Ahora ya no llaman la atención, pero nuestras calles y
carreteras tienen muchos Fiat 500, Mini y Volkswagen Beetle (Escarabajo) en
circulación.
En realidad no se trata de los
mismos modelos, sino de diseños externos inspirados en el original mientras que
en el interior se aplican todas las ventajas de una tecnología más avanzada.
El mismo concepto, aplicado a
la tecnología de consumo, lo vemos en multitud de aparatos. Los tocadiscos, que
han regresado a las tiendas de electrónica de consumo con la vuelta del vinilo,
son un caso muy especial.
Los partidarios del vinilo
aseguran que el sonido analógico tiene matices que no aportan las grabaciones
digitales. En realidad, en el registro digital se descompone el sonido (que
siempre es analógico, porque es una onda) en pequeñas unidades de información
para volver a unirlas en la reproducción, que vuelve a ser analógica al salir
del altavoz.
Las ventas de vinilos han
crecido en todo el mundo. En el Reino Unido ya superan a las de CD. El dato
tiene un truco. Esas ventas de discos, en su mayoría LP, no son nuevos discos
lanzados, sino reediciones que los consumidores compran por nostalgia. Si da
una vuelta por unos grandes almacenes donde vendan música, podrá encontrar
discos nuevos de grupos como The Beatles que durante años dejaron de editarse.
En ese regreso del vinilo, no
sólo han vuelto los platos reproductores con la máxima tecnología, sino también
los maletines tocadiscos que amenizaron las fiestas (los guateques) de los
sesenta a los ochenta del pasado siglo. La única diferencia con aquellos
maletines es que los nuevos llevan una salida USB que permite grabar los discos
de vinilo para convertirlos a formatos digitales.
Un retorno que parecía
imposible era el de BlackBerry, pero la compañía china que ha comprado sus
derechos, TCL –también poseedora de Alcatel–, ha presentado en el Mobile un
nuevo terminal con teclado, el KeyOne. En realidad se trata de un móvil Android
con teclado, por lo que la experiencia de uso no es exactamente igual a los
modelos que imita, aunque es muy posible que eso importe poco a sus usuarios.
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