Allí donde la
creatividad fluye y lo común desentona
Si hablamos de
trascendencia y relevancia en cuestión de moda, Lisboa no es
París, ni Milán. Las comparaciones son odiosas, todos los sabemos. Pero a veces
este ejercicio mental es necesario para descubrir que en la variedad está el gusto. Y la capital portuguesa tiene
mucho que aportar.
“Me gusta lo diferente, lo absurdo, lo raro”, decía Lynn
Quanjel, modelo y bloguera, que estaba invitada por primera vez a la pasarela
lisboeta. Y, sin quererlo, definió en pocas palabras la esencia de las
propuestas de los diseñadores portugueses.
Si lo que
esperamos encontrar en la Semana de la Moda de Lisboa son tendencias, estamos
en el sitio equivocado. Aquí no se sigue un patrón, simplemente fluye la creatividad. Arte en mayúsculas. No importa lo
imposible que sea esa prenda si lo que esconde detrás es una crítica social.
Seamos originales, dejemos la vena comercial a un lado.
En el calendario
oficial figuraban nombres como Luís Carvalho, Ricardo Andrez, Eureka, Nuno Gama
o Dino Alves. Pero destacaron por encima del resto el colectivo “Sangue novo”, o lo que es lo mismo, diseñadores ‘amateurs’
en busca de nuevas oportunidades.
Paradójicamente,
estos son los que más arriesgan y ponen toda la carne en el asador. A veces resulta más enriquecedor ver
los diseños de un creativo que está empezando que
de uno que lleva años en esta profesión. Y es que la edad es lo menos
significativo a la hora de demostrar el talento.
Originalidad, ¡oh, bendita originalidad!.
Ver en directo una ‘performance’ de varios artistas desplegando todas sus
habilidades para la pintura ante la atenta mirada del público fue de las cosas
más originales que había visto hasta el momento. Ni los nervios torcían la naturalidad y su savoir faire. Las
prendas de un blanco impoluto no servían para vestir, sino que hacían la
función de cuadro y el modelo de caballete de pintura humano.
El premio a la mejor colección se lo llevó el jovencísimo João
Oliveiracon una colección llamada ‘Society’, que parecía salida del
propio imaginario de Demna Gvasalia, director creativo de Vetements y
Balenciaga. Una vestimenta que representa a la clase obrera y que contaba con
una gran carga emocional. Algunas sudaderas tenían las brazos atados. Todo
estaba en clave ‘oversize’, por supuesto.
En conclusión
podríamos decir que se trata de una Semana de la Moda diferente, algo bizarra.
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