Confrontamos las cámaras de
dos viejos teléfonos con algunas las de los mejores de 2017 para comprobar cómo
ha progresado.
Dentro de poco se cumpirán 7
años desde que Nokia anunció la presentación de su teléfono N8. Aunque, como
tantas cosas en tecnología, parece una eternidad. Este terminal marcó un antes
y un después en la fotografía móvil. La empresa finlandesa realizó un esfuerzo
como nunca antes se había visto para que las cámaras de los teléfonos
alcanzaran el nivel de las cámaras compactas del momento.
Desde entonces cualquier
fabricante que lance un teléfono de prestaciones avanzadas, se ve casi obligado
a dotar a su producto de una cámara de calidad. ¿Pero qué ha cambiado en estos
últimos 7 años? ¿Ha sido tan espectacular el avance de la fotografía móvil como
pensamos?
Para responder a esa pregunta
hemos limpiado el polvo y hemos vuelto a probar dos terminales con varios años
a sus espaldas, el Nokia N8 y el Nokia 1020. Hemos confrontado sus fotos
con las algunos de los teléfonos que cuentan hoy con una mejor cámara: El Samsung
Galaxy S8, el iPhone 7 Plus, y el Google Pixel. También hemos incorporado un
teléfono de gama media lanzado este año, que al fin y al cabo es lo que la
mayoría suele comprar. Se trata del Energy Phone Pro 3.
El Nokia N8 contaba con
tecnología que incluso hoy hace palidecer en ciertos aspectos a algunos de los
teléfonos más avanzados del mercado. Su sensor de imagen de 12 megapíxeles con
un tamaño de 1/1.83’’ lograba que cada píxel tuviese un tamaño de 1.75 µm,
superior a todos los móviles de alta gama actuales.
También contaba con un
objetivo Carl Zeiss de 28mm con una luminosidad de f/2.8. Muy buen dato para
los estándares de la época. Aunque hoy la inmensa mayoría de objetivos de
teléfonos son mucho más luminosos. Otra de las innovaciones del N8 es que contaba
con un flash de tipo Xenon, como el de las cámaras compactas, en lugar de uno
de tipo Led. Como el que equipan hoy todos los móviles. Este tenía una potencia
muy superior a los de tipo Led. Aunque ciertamente no permitía mostrar una luz
continúa. Algo que es útil para grabar vídeo.
El vídeo, por cierto, era otra
de las cosas en las que destacaba el Nokia N8. Pues era capaz de grabar en HD
con un excelente nivel de calidad para aquellos años. Casi nos atrevemos a
decir que el procesado de la imagen era mejor, a pesar de que la resolución HD
está muy superada, a la de algunos teléfonos actuales.
Pero más revolucionario si
cabe que el Nokia N8 fue el Nokia 1020, que ya equipaba Windows Phone como
sistema operativo en lugar del vetusto Symbian. Su sensor de 41 megapíxeles y
su objetivo Carl Zeiss que incorporaba estabilización, en foto y vídeo, y una
luminosidad f/2.2, mucho más cercana a los estándares actuales. A pesar de que
fue lanzado en 2013 su cámara sigue superando a la de muchos teléfonos.
Fue por otra parte el primero
en contar con grabación de archivos RAW. Un auténtico hito para la época.
Aunque lo que más destacaba del producto fue el extraordinario trabajo en
fotografía computacional, tomen nota de este término, que realizó Nokia en
1020.
La enorme resolución de
su sensor de imagen, que provocó que la cámara sobresalga claramente en la
parte trasera, estaba motivada para lograr mejorar las fotos con poca luz y
lograr un zoom digital sin pérdida de calidad. Es lo que Nokia denominó
tecnología Pure View. Aunque para lograr esos beneficios había que limitar la
resolución a cinco megapíxeles. Además, las imágenes en RAW se grababan con
toda la resolución que permitía el sensor.
¿En que han superado los
cuatro terminales de 2017 que hemos probado a la cámara de estos dos mitos de
Nokia? Fundamentalmente en lo que se denomina fotografía computacional.
¿Qué demonios es eso? Pues ni más ni menos que los algoritmos que cada
fabricante aplica para mejorar la calidad y prestaciones de sus cámaras.
Casi sobra decir que para ello
necesitamos que la potencia de procesamiento del teléfono sea lo más alta
posible. De hecho, el espectacular aumento en el rendimiento de los
procesadores de los teléfonos actuales, así como las mejoras introducidas en el
software, son las principales causas de la evolución que ha sufrido la
tecnología móvil en estos años.
El Nokia N8 por ejemplo tenía
un procesador tan modesto que no era capaz ni tan siquiera de hacer varias
tomas fotográficas a cierta velocidad, procesarlas y obtener una imagen HDR.
Sólo alguna app en su momento lograba esto, pero era necesario montar el
teléfono en un trípode y tener mucha paciencia hasta que el N8 lograba generar
la imagen final.
Hoy el modo HDR está tan
asentado que la inmensa mayoría de teléfonos de gama media y alta cuentan con él
y podemos hacer uso de él en la mayoría de situaciones a pulso. Algunos, como
el Google Pixel, incluso han logrado rizar el rizo con esa tecnología y
mediante su modo HDR+ logra generar imágenes de una calidad sobresaliente,
incluso en condiciones de luz bastante complejas. Como hemos tenido ocasión de
comprobar en las numerosas imágenes de prueba que hemos realizado con él.
Pero el modo HDR no es lo
único en lo que la fotografía computacional ha permitido dar un salto de
gigante. La velocidad de enfoque hoy es mucho más alta que cuando se
lanzaron el Nokia N8 y el Nokia 1020. Algo a lo que han contribuido también las
mejoras introducidas en los sensores de imagen.
Hoy también es posible lograr grabar
vídeo con resolución 4K en los tres terminales de gama alta que hemos
probado, manteniendo además una excelente estabilización en la imagen (lograda
mediante software en el caso del Google Pixel). También es posible captar
imágenes a cámara lenta. Pero sobre todo los algoritmos de procesamiento se han
refinado de tal forma que es posible incluso disparar con poca luz en esos tres
teléfonos sin que los niveles de ruido se disparen. Al menos dentro de ciertos
límites.
Otra mejora que añade la
fotografía computacional es que podamos ver en tiempo real efectos que van
desde un cambio de color en la imagen que vamos a captar, hasta la aparición de
emoticonos superpuestos a la foto. Algo en lo que por cierto el Samsung Galaxy
S8 se lleva la palma.
También ha supuesto una
tremenda evolución es el aumento de la luminosidad de los objetivos. El
Galaxy S7 tiene un objetivo con una luminosidad de f/1.7, el del iPhone 7 Plus
en su cámara angular alcanza f/1.8, mientras que el Google Pixel y el Energy
Phone Pro 3 cuentan con un objetivo f/2. Unos valores lo suficientemente óptimos
para que no sólo las fotos hechas a plena luz del día valgan la pena. De hecho,
esto ha supuesto una pequeña revolución.
La resolución, eso sí, al
menos en los terminales que hemos probado se ha estabilizado en los mismos 12
megapíxeles que contaba el Nokia (aunque el Energy la supera ligeramente hasta
los 13 megapíxeles). La industria no quiere volver a ver nada parecido a la
cámara que sobresalía tan rotundamente en el Lumia 1020.
A pesar de que eso podría
tener hoy claras ventajas debido a los avances en fotografía computacional.
Pero parece que los gabinetes de mercadotecnia de las empresas prefieren que
primen los diseños extraplanos, en los que los sensores de imagen son
forzosamente diminutos. Por lo que parece sensato mantener a raya su resolución
si queremos obtener imágenes de cierta calidad.
Algo que también se ha
popularizado desde que apareció el Nokia 1020 han sido los controles
manuales, para los que quieren exprimir las posibilidades a la hora de captar
fotos. Estos permiten modificar la velocidad de disparo, la sensibilidad ISO y
el enfoque. Aunque esto no ha alcanzado a algunos teléfonos de gama media, como
es el caso del Energy Phone Pro 3, y en algunos casos esta prestación sólo está
disponible mediante aplicaciones de terceros. Como sucede con el iPhone 7 Plus
y el Google Pixel.
La posibilidad de modificar la
imagen original que ha captado el teléfono, sin que sea procesada, mediante la grabación
en formato RAW también se ha universalizado desde el Nokia 1020. Incluso
el Energy Phone Pro 3 cuenta con esta característica. Algo que es muy útil para
los que no les hace demasiada gracia los agresivos algoritmos de procesamiento
para obtener imágenes en Jpeg que usan algunos fabricantes.
Por ejemplo, el Samsung Galaxy
S8 a costa de aumentar el nivel de enfoque y la saturación de los colores logra
imágenes en Jpeg que en ocasiones pueden ser muy poco naturales. Aquí vemos un
gran cambio respecto al Nokia N8, cuyas imágenes eran menos nítidas pero para
muchos más fieles a la realidad. Al menos si se captaban con un buen nivel de
luz.
Como puede verse en el vídeo
que acompaña a estas líneas las diferencias en la calidad de imagen con
buena luz no son excesivas entre las fotos que dispara el Nokia N8 y por
ejemplo el Google Pixel. De hecho, algunos incluso quizá prefieran el aspecto
más natural, aunque menos natural, de las fotos captadas con el teléfono
finlandés.
Sin embargo, cuando la luz
empieza a escasear el N8 debido a su objetivo poco luminoso, sus primitivos
algoritmos de procesado de imagen y el hecho de no contar con un estabilizador
de imagen, deja ver los avances que se han dado en teléfonos como el Lumia
1020, sobre todo al activar el modo PureView, el iPhone 7 Plus o el Galaxy S8.
Que logran fotos con un nivel de detalle y nitidez mucho más alto.
Tampoco hay que perder de
vista la aparición de los teléfonos con doble cámara. En esta prueba hemos
analizado el modo retrato del iPhone 7 Plus y el del Energy Phone Pro 3. En
ambos casos se logra desenfocar el fondo de modo convincente, pero el algoritmo
del iPhone es más refinado y logra imágenes de 12 megapíxeles frente a las de
cinco megapíxeles que logra el Energy.
En cualquier caso era posible
obtener una profundidad de campo corta, aunque no tanto como en los modelos con
cámaras duales, con el Nokia 1020 si echábamos manos de su zoom de tres
aumentos digital activando el modo PureView. A propósito, ningún teléfono de
2017 sigue sin lograr un zoom digital sin pérdida con la calidad del Nokia.
Nos dejamos muchos aspectos en
el tintero, como es el caso de la evolución que han sufrido las cámaras
frontales para hacer autorretratos y para grabar vídeo en primera persona.
Pero en líneas generales nuestra conclusión es que cuando abunda la luz, la
diferencia entre un teléfono de hace 7 años no es abismal frente a uno lanzado
este año, por muy avanzado que sea.
Aunque en este análisis lo
hemos tocado de pasada, quizá el aspecto en el que más han mejorado los
teléfonos móviles es a la hora de grabar vídeo. Tanto es así que incluso
ponen contra las cuerdas a algunas cámaras semiprofesionales. Sobre todo
aquellas de empresas que han descuidado un tanto este aspecto.
También ha aumentado
drásticamente la velocidad de disparo y enfoque, pero sobre todo la capacidad
de lograr fotos nítidas incluso con poca luz. Aunque por el camino también ha
quedado un tratamiento de las imágenes menos agresivo y natural. Aunque para
lograrlo siempre nos queda recurrir a los archivos RAW. La gran duda que nos
deja este análisis es esta: ¿lograrán dar las cámaras de los teléfonos dentro
de siete años un salto evolutivo similar al que hemos vivido?
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