La importancia de Barcelona de atraer y retener el talento y el visitante de calidad


Iniciativas como la lanzada de forma conjunta por las administraciones y la sociedad civil para promover Barcelona como sede de la Agencia Europea de Medicamentos -o también de empresas tras el Brexit- son excelentes ejemplos y verdadero termómetro de la salud de la gestión de una gran urbe. Asimismo, es importante retener al inversor ya instalado en Barcelona:
Miami tiene enormes similitudes con Barcelona y ha sabido transformarse de forma sorprendente. Sin embargo, no lleva tan impreso en su ADN la flagrante ambición de Barcelona de querer ser una ciudad de emprendimiento ni tampoco tiene su impresionante legado cultural.
Para ser la verdadera capital del Mediterráneo y del sur de Europa, Barcelona necesita romper con la etiqueta de ciudad con una alta fiscalidad e incentivar el asentamiento de empresas aumentando su ‘business friendliness’’. Y debe ordenar el turismo.

Barcelona siempre ha tenido una personalidad emprendedora y ambición de ser una gran capital internacional atrayendo multinacionales. La buena y bien fundamentada reputación de su marca ayuda enormemente. Plausible es también la gestión del Área Metropolitana, que suma a esa personalidad y ambición.
Iniciativas como la lanzada de forma conjunta por las administraciones y la sociedad civil para promover Barcelona como sede de la Agencia Europea de Medicamentos -o también de empresas tras el Brexit- son excelentes ejemplos y verdadero termómetro de la salud de la gestión de una gran urbe. Asimismo, es importante retener al inversor ya instalado en Barcelona: lo más difícil de la gestión de un cliente es recuperarlo si se pierde. Por tanto, es esencial para Barcelona protegerse de forma proactiva de la fuga de empresas.
Miami tienen enormes similitudes con Barcelona: pese a ser originalmente una ciudad eminentemente turística, en muy poco tiempo ha construido, alrededor de un clima y una luz envidiable, una oferta cultural sin precedentes. Miami ha logrado convertirse en el hub de Latinoamérica y, me atrevería a decir, en la capital de LatAm: es sede de innumerables oficinas regionales de multinacionales, y es anfitriona de continuas ferias y festivales de toda índole, principal puerto de cruceros del Caribe y parada ineludible del turismo de compras. Y sin renunciar a sus orígenes como ciudad turística.
Miami ha sabido transformarse de forma sorprendente, aunque no lleva tan impreso en su ADN la flagrante ambición de Barcelona de querer ser una ciudad de emprendimiento ni tampoco tiene su impresionante legado cultural. Sin embargo, se mueve deprisa.
Barcelona lo tiene, por tanto, mucho más fácil para atraer y retener capital y talento y al visitante de calidad que, aun siendo más exigente, genera más inversión, más puestos de trabajo, mayor retorno y enorme calidad de vida para la ciudad y para los barceloneses. Para ser la verdadera capital del Mediterráneo y del sur de Europa, Barcelona necesita romper con la etiqueta de ciudad con una alta fiscalidad e incentivar el asentamiento de empresas aumentando su business friendliness.

Y debe ordenar el turismo. Tampoco ayuda la crispación a la que nos someten los políticos: es evidente que cuando trabajan juntos las cosas salen bien. 

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