Jóvenes políticos y
profesionales de ámbitos muy distintos impulsan Twenty50, un espacio de
intercambio de conocimiento que huye de partidismes
Desde hace tres años, jóvenes
de distintos ámbitos como el político, el empresarial, el científico o el
cultural se reúnen mensualmente en Barcelona. Organizan conferencias y
coloquios de muy distintas disciplinas y, pese a una cierta discreción inicial,
cuentan la presencia de algunos nombres notables de varios partidos en estos
encuentros alimentó algunos rumores.
Pero... ¿qué es Twenty50? -ese
es su nombre- ¿Un lobby? ¿Un club de élite? ¿Un satélite de algún partido? No,
no y no, responden tajantes, ya acostumbrados a que se les defina de mil
maneras. “Twenty50 es una asociación que nace para dar respuesta a la voluntad
de muchas personas de una misma generación que comparten el interés de
intercambiar conocimiento y reflexiones sobre el futuro”, define Xavi Salvatella, uno de sus fundadores
y actualmente director de comunicación del RCD Espanyol.
“Es una asociación apolítica y
apartidista -remacha otro de sus fundadores y presidente, Roger Montañola, el exdiputado de
CiU-. El que entra ahí deja su mochila ideológica fuera y solo se representa a
sí mismo”. Hartos de que les relacionen con ningún partido -ambos, Montañola y
Salvatella son impulsores de la plataforma Lliures-, dejan claro que en
Twenty50 hay “socios que van del independentismo más radical al unionismo más
absoluto, de la izquierda más incisiva a la derecha más conservadora”. Y así lo
corrobora Alícia Romero, actual
diputada del PSC y también madre de la criatura: “Si quieres hacer política,
hazte de un partido. Éste no es lugar”.
Montañola subraya además que
la mayoría de sus integrantes no son políticos y que les une, más allá de la
edad, cierta capacidad de influencia en sus respectivos ámbitos sin que eso
suponga ningún tipo de barrera económica para entrar. De esta forma, los actos
logran reunir “altos cargos de un Govern, periodistas digitales, emprendedores
de una start-up y profesores universitarios” hablando
y aprendiendo de asuntos tan dispares como nanorobótica, genómica o realidad
virtual. El objetivo no es otro que el de analizar la incidencia de estos
cambios tecnológicos tan acelerados en el mundo social y, en última instancia,
el político.
Una etiqueta sí que aceptan
cuando se les plantea, la de think
tank. La asociación, en plena fase de crecimiento, aspira a plasmar negro sobre
blanco sus reflexiones y así convertirse también en un laboratorio de ideas
transversal y permanente, que vaya más allá de partidos, grupos económicos y
del día a día. “Ya hay muchos que hacen eso. Lo que falta es mirar al largo
plazo”, enfatiza Montañola, que defiende así la visión futurista que se plasma
en el mismo nombre del grupo, una clara alusión al año 2050.
La idea nace hace cuatro años,
de forma algo amateur y a partir de la amistad de algunos de sus fundadores, y
con la vocación de llenar un agujero en este tipo de entidades. “¿Por qué la
generación milenial no cuenta con puntos de encuentro para debatir?, nos
preguntamos. Somos los mejor formados, con las mejores herramientas pero se nos
ha dado todo y hemos sido muy individualistas en nuestros logros sin crear
espacios de debate. Queremos llenar esa carencia”, subraya Salvatella.
Con unos cien socios,
Twenty50, que no recibe dinero público y que se financia con cuotas de sus
asociados y de los patrocinadores, quiere ahora expandirse a otras ciudades, y
de hecho ya hay proyectos en Madrid, Londres y Roma. El objetivo, de nuevo, es
el de facilitar la interconexión. “No trabajamos ni en Estados, ni regiones, ni
naciones. Nuestros puntos de referencia son, por un lado, la ciudad, como
organización básica de la humanidad moderna, y, por otro, el mundo, lo global”,
subraya Montañola.
¿Pero de verdad no se habla de
política? Montañola es tajante. No. “Hicimos un coloquio reciente con el
exministro Josep Piqué, y los asuntos a tratar fueron las nuevas rutas
comerciales que se podían abrir con el deshielo del ártico. A nadie se le
ocurrió preguntar sobre el proceso catalán”. Y Romero añade: “Es que el asunto
cansa y en estos encuentros la prioridad es otra”.
Eso sí, admiten que sirve para
mejorar la relación entre políticos de colores distintos y ven en ello un valor
positivo. “Es más fácil que yo sea amiga de Arrimadas o de Pascal, que de
Carrizosa o Rabell, por decir algo. Tenemos mucho más en común”, mantiene la
diputada socialista, que defiende que estas experiencias sirven para ir más
allá de la política partidista. “Es una buena noticia. Nacen relaciones y
amistades entre gente que piensa distinto”, remata Montañola.
Como muestra de
transversalidad, en los actos de Twenty50 han participado políticos como las
citadas Inés Arrimadas (Cs) y Marta Pascal (PDeCAT), Agnès Russiñol (ERC), David Mejía y Lorena
Roldán (también de Cs) o Josep Triadó (PDeCAT). Y aunque no hay figuras
relevantes de los partidos más a la izquierda, los impulsores de la asociación
defienden que hay socios que simpatizan con Podemos o la CUP.
Además de Montañola, Romero y
Salvatella; forman parte de la junta directiva Albert Parres, economista y consultor
financiero; Ignasi Belda,
ingeniero informático y director adjunto del Parc Científic de Barcelona; Iban Rabasa, exdirector general de
Relacions Exteriors y profesor de Relaciones Internacionales en la UPF; Parfait Atchadé, ingeniero y
empresario; Joan Arús, director de operaciones de Intercros
Alimentación; Xavier Cima,
exdiputado de CiU y fundador junto a Muntañola de la consultoría Diplocy, Carlos Durán, impulsor de la start-up North Studio, Emili Masferrer, consultor y profesor
de Empresariales en la UPF, y José
Antonio Coto, exdiputado del PP catalán.
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