En la red hay millones de diseños 3D de cualquier cosa imaginable. Estos se
pueden descargar de manera gratuita para a continuación imprimirlos con una
impresora 3D. Solo en el portal Thingiverse se
descargan más de 6 millones de diseños al mes. Si a eso se le suma el hecho de
que en 2016 se vendieron unas 422.000 impresoras 3D, da como resultado un
volumen de fabricación que podría hacer sombra a muchas compañías.
Es por esto que muchas compañías, tales como productoras de cine y TV,
están prestando cada vez más atención a la creciente comunidad 3D. Algunas
empresas han decidido tomar la línea dura. Por ejemplo, la HBO envió una
reclamación a Thnigiverse en la que se exigía que retirasen un modelo de
Juego de Tronos (el Trono de Hierro que sirve como soporte para
iPhone) por derechos de copyright. Disney, pensando en medidas
preventivas, estudia incluir un material reflectante en su merchandising, de
manera que los productos no puedan ser escaneados para extraer un modelo
digital.
Pero hay otras aproximaciones más suaves. Disney está experimentando con la
tecnología, y en 2016 empezó a vender modelos de Star Wars a través de Shapeways, empresa dedicada a la impresión en 3D, lo que
permite que los modelos pueden ser fabricado según la demanda.
Universal Studio también ha abrazado este modelo. En conjunción con
Sculpteo, han puesto a la venta una línea de figuras personalizables de Regreso
al Futuro por su 30 aniversario. Los fans pueden elegir como quieren el
producto, configurándolo a su gusto.
Pero no solo empresas de entretenimiento miran con lupa la industria 3D.
Skoda, también junto con Sculpteo,
ofrece modelos personalizados de los vehículos reales de sus clientes. Otras
empresas han decidido trabajar directamente con los creadores más talentosos de
modelos digitales. Es el caso del español Agustín Flowalistik, quien ha
colaborado con la empresa de videojuegos japonesa Capcom
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