Así es Musical.ly, la app que vuelve locos a los adolescentes y vale 1.000 millones de dólares

Musical.ly hace fácil y divertido compartir vídeos-selfie cantando los temas más populares del momento. Su audiencia mayoritaria son jóvenes de 10 a 16 años, y ahora una compañía china la ha comprado por 1.000 millones de dolares.


En un mundo de Facebooks y WhatsApps, de Instagrams y WeChats donde cada aplicación tiene mil millones de usuarios o más, podemos olvidar en algunos momentos que hay un mundo más allá de las aplicaciones y platatformas más conocidas.
Son los Snapchat y tbh, los YouNow y los Snow, los Dubsmash y los Musical.ly. Este último, nacido en China hace apenas tres años llegó como una ola a los adolescentes y pre-adolescentes de todo el mundo. Con un impacto tan grande y una gestión de sus bases de usuarios bien mantenida, Musical.ly fue el pionero de los vídeos selfie-karaoke.
Se trata de vídeos de corta o media duración, de unos segundos a apenas superando el minuto en el que los usuarios se abren al mundo cantando canciones, pero normalmente solo los estribillos, simulando que cantan mientras hacen ingeniosas coreografías que lidian con la limitación de tener que grabarse mientras tanto. Otros directamente se graban bailando sin prestar atención a la letra.
Mark Mulligan, analista independiente en MIDiA Reasearch explica el éxito de Musical.ly: “Se dieron cuenta de que la oportunidad del sector no eran ni álbumes completos ni temas completos. Eran clips cortos de música que [los jóvenes] utilizan para expresarse e idenficarse.”
Con movimientos bruscos y ondulaciones para marcar el ritmo de la música, los usuarios crearon un nuevo género musical en sí mismo. La plataforma cuenta con centenas de famosos propios seguidos por millones de fans que ven sus vídeos una y otra vez. En el recreo, en el autobús, en clase. Se graban imitando los estribillos de moda mientras guiñan, sonríen, lanzan besos y en general disfrutan de una experiencia motivadora.
Una experiencia que ha quedado confinada a un demográfico casi de forma exclusiva: jóvenes de 10 a 14 años. Entre ellos, Baby Ariel que con 22 millones de seguidores se ha convertido en una “celebrity” con tan solo 16 años. Apenas año y medio después de despegar como estrella en Musical.ly fue nominada como “Influencer del año” por Telemundo.
Ahora Musical.ly entra en una etapa de madurez. Una compañía vecina, Bytedance, ha comprado la plataforma por una cifra de entre 800 y 1.000 millones de dólares al cambio. Los planes para el futuro de Musical.ly son elusivos, pero Bytedance hará bien en continuar con la expansión de la plataforma hacia el directo con Live.ly, la plataforma hermana centrada en emisiones de la vida cotidiana.
Analistas del mercado avisan que sin embargo, la compra llega en un mal momento. La plataforma musical atraviesa un frenazo de crecimiento, su primero en estos tres años de meteórico ascenso. “Musical.ly no es una compañía fallida pero su mejor época ha pasado” explican desde MIDiA Research, que cuentan como el 80% de la base de usuarios son mujeres.
“El problema es que Snapchat e Instagram hacen lo mismo” y “Musical.ly se ha convertido en una empresa de recurso único” que no ha sabido pivotar. Su base de usuarios ha dejado de crecer habiendo tocado techo hace unos meses. Muchos de los usuarios más prominentes, como la mencionada Baby Ariel, publican cada día más y más contenido en Instagram o YouTube. Lo hacen además con una variedad de estilos y formatos más allá de los “clips musicales” que consiguen una mayor conexión con su audiencia y les permiten explorar sus carreras en otras direcciones.
Solo el tiempo dirá si Bytedance consigue girar el timón de Musical.ly y Live.ly y convertir su inversión en buenos resultados, pero de momento se encuentra con aguas complicadas y una tormenta llamada “efectos de red”: los usuarios tienden a ir a donde hay más usuarios, creando un bucle de retro alimentación que solo beneficia a los gigantes de Internet, dejando a las compañías pequeñas y medianas con una oportunidad corta para conseguir definir su futuro.

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