El
veganismo se extiende cada vez más. Uno de los principales motivos ante el
rechazo de consumir productos de origen animal, es el trato recibido por los
animales en los centros de producción. En algunos casos, las terribles
condiciones a las que son sometidos los animales hacen que la gente aparte de su
dieta la carne, el pescado, etc…Y no es el único lado negativo
del consumo de productos animales. La ganadería es una
actividad bastante dañina para el medio ambiente. Los recursos necesarios
(agua, electricidad, espacio, comida) para conseguir un kilo de carne son muy
superiores a los que se necesitan para conseguir un kilo de trigo.
Pero puede que exista una alternativa que
permita comer carne a la vez que se evita el sufrimiento animal. Y no se trata
de granjas ecológicas donde los animales viven en un estado de semilibertad
hasta el momento de su sacrificio. La alternativa de la agricultura celular no
tiene su origen en granjas, sino en laboratorios y placas petri, y ni un solo animal es dañado durante el proceso.
Esta técnica avanza a un ritmo imparable, tanto, que algunos productos cárnicos
creados en un laboratorio ya son consumidos a día de hoy.
El primer paso de la
agricultura celular es conseguir una muestra de
las células del animal deseado; un pato, un pollo, una
vaca… Después, estas células se incuban y desarrollan en un laboratorio hasta
que se convierten una cantidad de tejido del tamaño apropiado para ser
consumido. Un plato de carne real sin antibióticos, confinamientos, ni
sacrificios. Ya que no es una imitación de soja o tofu (como se lleva
haciendo mucho tiempo en el mundo vegano con, por ejemplo, chorizos de
calabaza), el sabor es indistinguible del
de una pieza de carne de un animal real.
¿Los problemas? La producción
en serie de carne de laboratorio aún está algo lejana, ya que crear tejido
biológico “de la nada” es, de momento, mucho más caro que la alternativa
tradicional de los mataderos. El otro problema, más intangible, es el posible
rechazo de los consumidores hacia un trozo de carne artificial. El primero se
solucionará cuando la tecnología alcance un mayor grado de madurez. El segundo,
depende de las voluntades de los consumidores.
En cualquier caso, esta
tecnología representa la solución a muchos retos, algunos de los cuales son
vitales para el desarrollo de la sociedad. Cuestiones medioambientales
quedarían resueltas, ya que la ganadería y la industria a su alrededor es
tremendamente contaminante. Los dilemas éticos de muchas personas se verían,
cuanto menos, suavizados, al saber que su filete proviene de un laboratorio y
no de un matadero. Y finalmente, puede que las decenas de millones de
animales que hoy en día viven para ser consumidos por humanos, tengan un destino algo más amable.
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