Su edad se cuenta con los dedos de una mano,
pero ya amasan fortunas y prescriben tendencias.
El ecosistema de los
influencers no deja a nadie fuera. Aquí no importan el sexo, la nacionalidad o
la edad: hay hueco para todos. Por eso, muchos pequeños (o más bien sus padres)
están haciendo su agosto gracias a las redes sociales, donde suben vídeos y
fotos mostrando la última moda infantil… o simplemente jugando.
Este último es el caso que ha
saltado a los periódicos en las últimas semanas, algo a lo que la Navidad sin
duda ha contribuido. Un tal “Ryan”, del que no se
conocen más detalles salvo su edad (seis años), amasó el año pasado 11 millones
de dólares gracias a su canal de YouTube, donde simplemente desenvuelve
juguetes y se pone a jugar con ellos mientras comenta sus características.
Supera los 10 millones de suscriptores, la mayoría chicos y chicas de edades
similares a la suya, una mina de oro para los fabricantes de juguetes, que ya
le regalan los productos para que aparezcan en el canal. No obstante, no lo
tienen muy difícil para alcanzar esta peculiar audiencia: según el diario The
Guardian, un quinto de los 100 canales más vistos en YouTube tienen como
temática los juguetes. Esto hace que Ryan no sea, en absoluto, el único que
amasa fortunas con este tipo de vídeos. Un
veterano es EvanTubeHD, ahora de once años, quien en 2014 facturó un millón de
dólares. Todavía no había explotado el fenómeno de los
influencers.
Pero
no todo van a ser juegos. La moda, como sabemos, es uno de los sectores con
mayor tirón en redes sociales. Es un reflejo del peso que tiene el sector en la
economía. Para hacernos una idea, las marcas españolas de moda infantil
movieron en España más de 1.200 millones de euros en 2016, según la Asociación
Española de Productos para la Infancia (Asepri). No es de extrañar que
Instagram esté repleta de perfiles de niños y niñas modelos. Los hay que llevan
la fama en la sangre, como Kaia Gerber, la hija de Cindy
Crawford, de 16 años, que roza los 3 millones de seguidores y
ya desfila para las grandes casas. Pero también están los que han “nacido”
directamente en estas plataformas. Un ejemplo son Ever y Ava, dos niñas de
apenas cuatro años que superan el millón de seguidores en Instagram, donde
posan con modelos de las principales marcas del sector, pero sin dejar a un
lado la inocencia.
Otros
ejemplos son un híbrido, como el de Kristina Pimenova.
Esta rusa, que ahora tiene 11 años, saltó a la palestra hace algunos años al
ser considerada “la niña más guapa del mundo”. Lleva desde los 3 años haciendo
campañas para grandes marcas, pero también arrasa en redes sociales. En su
cuenta de Instagram, por ejemplo, supera los dos millones de seguidores. Aunque
tiene una seria competencia, ya que las redes sociales no dejan de alumbrar
nuevos perfiles. Es el caso de la canadiense Elizabeth Hiley, de quien destacan
su parecido con Pimenova. Aún está a años luz de las más famosas (supera por
poco los 23.000 seguidores), pero su caso demuestra hasta qué punto es
relativamente sencillo hacerse un hueco.
Los
niños, eso sí, crecen. Es el caso de Thylane
Blondeau, quien causó polémica en 2014 por las fotos de una
campaña en las que aparecía maquillada como una adulta. Ahora, a sus 15
años, roza los dos millones de seguidores en Instagram y muestra un estilo bastante más adulto. Esa
misma edad tiene la australiana Talia Papantoniou, quien supera los 20.000
seguidores y aparece en campañas de grandes cadenas. Es el ejemplo de las
sinergias que se crean entre el mundo real y el digital. Un ejemplo masculino
es Cameron Dallas, quien se hizo
famoso por sus vídeos en la extinta Vine y ahora se ha reconvertido en modelo.
Está cerca de conseguir 21 millones de seguidores en Instagram, aunque tiene 23
años (pero su fama viene de lejos).
De cada tema podríamos listar
a decenas de pequeños influencers. Pero para no eternizarnos vamos a centrarnos
en dos más. Uno de ellos es la comida. Aunque MasterChef Junior haya metido
entre fogones a los más pequeños, las redes sociales han ido por otro camino:
puntuar chuches. Es lo que hacen las hermanas Jill y Adelaide, de diez y ocho años, quienes
prueban y puntúan chucherías. Superan el millón y medio de suscriptores
en YouTube.
Y si hablamos de cocina hay
que hacerlo también de un producto que no se come, pero que también se prepara
con el mismo cariño y dedicación: el slime.
¿Te acuerdas de la película “Flubber y el profesor chiflado”? Pues eso es, ni
más ni menos, el slime: moco. Crear esta sustancia viscosa se ha convertido en
un subgénero dentro de las redes sociales. Karina
García, de 23 años, factura 200.000 dólares mensuales por enseñar a hacer este
producto. Su canal de YouTube supera los seis millones de suscriptores. Cierto
es que ya no es ninguna niña, pero el fenómeno triunfa entre los más pequeños,
así que basta con buscar “slime” en YouTube para descubrir decenas de canales
infantiles que muestran cómo producir esta sustancia. Y, de paso, ellos
producen dinero.
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