Dos restaurantes de cocina asiática que no deberías perderte en Barcelona


Hawker 45 y The Last Monkey comparten la pasión viajera


Cambiaron de profesión para cumplir su sueño de cocinar en sus propios restaurantes –ambos con diminutas cocinas– aquello que a cada uno de ellos le gusta comer. Han sido viajeros empedernidos, son entusiastas de todas las cocinas asiáticas y están abiertos a técnicas e ingredientes de otras latitudes; a explorar y a mezclar los sabores que descubren en las calles con su propia memoria del gusto. Hablamos de Laila Bazham y Stefano Mazza, de Hawker 45 (Casp, 45) y Last Monkey (Compte Borrell, 70) respectivamente. Y no se conocen.
Ella nació en Manila y creció en una familia de ocho hermanos originaria de Pampenga, donde cuenta que la despensa es un lujo y el paisaje pura diversidad. Guarda recuerdos de curris, sabrosos kinilaw (cebiche filipino que se prepara con limas de la zona y coco) que comían en la misma playa y que ella ha adaptado a su restaurante. De los adobos de pollo o de cerdo, con vinagre y soja, que ella elabora con pulpo; o de los helados que vendían en la calle entre dos trozos de pan.... Estudió Economía y trabajó con éxito en la banca en Manila, Dubai y Singapur.
A los 28 años dio un giro radical: Los mercados de Singapur en los que sirven comida fueron su fuente de inspiración para abrir hace un año con su socia, la estadounidense Laura Freedman, un local que ya tiene adeptos tanto de su carta como de su menú de mediodía (12 euros). En su cocina conviven muchas tradiciones: desde la barbacoa de cerdo, tan caribeña al curri rendang, muy común en Malasia o Indonesia o la laksa, una especie de curri de coco que la atrapó en sus años en Singapur y que ella ha convertido en un deliciosos arroz melosos.
Antes de instalarse en el Eixample de Barcelona, una ciudad que adora, pasó por San Sebastián para formarse en Mugaritz, Nineu y hacer un curso en el Basque Culinary Center. También pasó, entre otras, por la cocina de Robuchon en Singapur.


Stefano Mazza nació cerca del Lago di Como. Toda su vida, explica, ha buscado nuevos retos y salir de la zona de confort. Estudió y trabajó como diseñador industrial y más de una década como grafista en TV3. Desde niño le entusiasmaba la cocina pero sus padres lo animaron a estudiar otra cosa y, asegura que no se arrepiente. Más tarde se apuntaría a una escuela de hostelería para hacer un giro radical.
En Barcelona aprendió en casas que despertaron su interés por la cocina asiática, como el restaurante Me (cocina de Saigón y de Nueva Orleans) y La Santa, de Paco Guzmán. El resto lo exploró viajando y comiendo. Sólo cocina lo que le gusta y le gusta muchísimo lo asiático: cuenta que quería huir del tópico de cocina china cutre y japonesa de lujo.
Al principio también huyó de la vietnamita, porque tiene cerca un restaurante de aquel país y no quería que nadie pudiera pensar que copiaba. Antes de abrir Last Monkey tuvo La Picolina, un local minúsculo en Sarrià que traspasó a Rie Yasui. Eligió la efervescencia de Sant Antoni, donde triunfa con elaboraciones en que como Laila, combina sin complejos sabores de aquí y de allá.
El resultado son platillos interesantes como una fresca ensalada algas, espinacas y fideos de soja, una deliciosa la carrillera al estilo filipino, el curri de albóndigas, el pulled pork, las berenjenas confitadas en aceite de soja. Sabores de Asia desde la mirada de un italiano orgulloso de sus raíces.

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