La diseñadora ha comprado el
50% de participación del grupo Kering
El auge de los grandes conglomerados del sector del lujo, como LVMH o
Kering, ha conformado un nuevo panorama en el sector de la moda de alta
gama. Estos grupos son propietarios de las mejores firmas y, a pesar de que
cada marca tiene sus propias directrices, participan e influyen en los cambios
y estrategias.
Aunque cada vez sean más las firmas que acaban formando parte de estos
grupos, hay otras que se han desvinculado y toman su propio recorrido. La
diseñadora Stella McCartney ha comprado el 50% de participación restante
de su firma, que estaba en manos del grupo Kering, para tomar el control total
de la marca.
Fue en 2001 cuando la diseñadora decidió emprender su propia firma
homónima y recibió el apoyo del conglomerado Kering. Durante todos
los años de vida de la marca, ambos han trabajado de la mano hasta hoy. El
contrato que les vinculaba daba la posibilidad a la diseñadora de tomar el
control total, haciendose con la participación de Kering. No obstante, la
diseñadora seguirá formando parte de la junta directiva del grupo.
Las firmas de lujo se han rendido a grandes
corporaciones con visiones de negocio más amplias y estrategias
comerciales que relegan a un segundo plano el diseño y la confección
tradicional para adaptarlo a un nuevo contexto. Este nuevo panorama se basa en
un aumento del consumo del lujo, el entorno digital y un público de masas. Sin
embargo, Stella McCartney ha decidido tomar un camino distinto.
No es la primera vez que la diseñadora desvia la marca de las tendencias
del momento para ser pionera y establecer sus propias estrategias.
McCartney fue de las primeras firmas en decidir no usar piel animal en
sus colecciones, abriendo así una iniciativa a la que se siguen sumando firmas
como Gucci o Versace, recientemente. También es una marca que, más allá de su
propio negocio, ha implementado iniciativas que contemplan la moda
sostenible y luchan contra el cambio climático.
McCartney se graduó en la prestigiosa Central Saint Martins de
Londresy, tras debutar en su desfile de final de carrera en el que participaron
sus amigas Kate Moss y Naomi Campbell, ha conseguido su propio estatus en
la industria. Un reconocimiento que ha llegado tras años intentando escapar del
apellido familiar.
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