El zapatero ha
pasado años en los juzgados para que se le otorgue la propiedad intelectual del
icónico diseño
Una tarde
cualquiera de 1993 en el taller de Louboutin, el zapatero
francés jugaba con una de sus creaciones en busca de un toque
diferenciador, el sello de identidad que marcaría un antes y un después de su
firma. Junto a él, una dependienta de la tienda pasaba el tiempo mientras se
pintaba las uñas. Louboutin tomó prestado su esmalte y decidió pintar con él la
suela de uno de sus diseños. Voilà, así nació la suela más famosa del
mundo.
Lamentablemente,
lo que en la industria de la moda se convierte en un éxito de ventas pronto
pasa a versionarse e incluso plagiarse. La suela de tacón rojo dejó de ser
sello de identidad de la firma francesa más pronto que tarde, para convertirse
en un diseño cotidiano, sin historia, y fácil de encontrar en cualquier zapato.
Sin embargo,
Louboutin no quiso desprenderse de su creación tan fácilmente y se metió en una
extensa batalla judicial para recuperarlo. Tras varios años en los juzgados,
esta semana el zapatero ha conseguido que el Tribunal de Justicia de la
Unión Europea reconozca la exclusividad de la suela roja.
Un triunfo
histórico y esperanzador para aquellas firmas que crean diseños trabajados,
innovadores y originales.También, un gran revés para las firmas que se
aprovechan del fino horizonte que separa la versión del plagio, la creación de
la copia.
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