En la era de la
autocomplacencia, la moda apuesta por la denuncia social
Una campaña de moda sin ropa.
Cuánta irracionalidad e incoherencia hay en esa frase y cuánto de necesaria es
que se hable de ella. Benetton la firma y te la imprime a todo color
para que reflexiones y/o admires su belleza, eso solo dependerá de ti.
‘Nudicome’ es el primer film de
moda en el que no hay rastro de prendas pero sí de diversidad. El mensaje está
claro: abraza aquello que es diferente a ti o, al menos, acéptalo. La
firma italiana ha utilizado a modelos masculinos y femeninos de diferentes
razas, completamente desnudos, para reivindicar lo que ya está intrínseco en su
propio lema “united colours of Benetton”.
A pesar de su traspié en la
última campaña -la firma utilizó una fotografía de los migrantes del Aquarius y le
añadió su logo, como si de publicidad se tratase- Benetton se caracteriza por
su carácter reivindicativo y provocador -véase la campaña ‘Unhate’
con el beso entre el Papa Benedicto XVI y el imán Ahmed Mohamed el-Tayed o la
de una mujer negra amamantando a un bebé blanco-.
Así lo ha querido hacer saber
la firma que recuperó a finales de 2017 asu publicista más polémico, Oliviero Toscani, después
de que este fuera despedido por fotografiar a condenados a muerte. El regreso
al pasado que está viviendo Benetton se ha visto plasmado en sus últimos
lanzamientos, los más críticos refiriéndose a ello como una estrategia para
reflotar la firma.
“Contra las guerras civiles,
contra la mafia y contra la violencia urbana. Contra los conflictos feroces
entre etnias, contra las guerras de religión y las guerras de identidad. Contra
el terrorismo y contra toda forma de racismo resurgente. Contra todo ello está
este alegre valor, el Cántico de las Criaturas que alcanza el cielo y hace al
mundo más humilde.”, dice la voz en off del fashion film ‘Nudicome’.
La corriente de denuncias
sociales está cada vez más apegada a la industria de la moda, que parece haber
visto en su consumidor un ente que, además de querer satisfacer su vertiente
capitalista, busca su autocomplacencia. Es decir, ya no solo se busca la
belleza sino que el lado solidario toma cada vez más relevancia como si uno
necesitara un golpecito en la espalda seguido de un: “tranquilo, es por una
buena causa”.
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