“Llevaba zapatos
de Chanel pero no podía pagarme una habitación”
“Llevaba zapatos de Chanel y un
bolso de Prada pero no podía permitirse pagar el alquiler de una
habitación en París”. Estas declaraciones que, de primeras, pueden parecer
absurdas -¿por qué no venderse los zapatos?, claro está - tienen mucha lógica
tratándose de una exitosa estilista italiana que se había mudado a la capital
francesa para cumplir sus sueños.
Esta historia es solo el comienzo de una
radiografía de realidad que ha escrito Giuliua Mensitieri en su libro
“Le plus beau métier du monde” (El trabajo más bonito del mundo) y que está
causando mucha controversia en la capital de la moda. La exalumna de
l’École des Hautes Études en Sciences Sociales, una de las escuelas de élite
francesas, desnuda la situación de los creativos que trabajan en Francia y
destapa el escándalo de firmas de lujo que no pagan salarios a sus
trabajadores.
Mía es la protagonista de la introducción de
Mensitieri y es una exitosa estilista italiana: “Mía no podía permitirse el
lujo de alquilar una habitación, por lo que estaba durmiendo en un sofá de
casa de un amigo detrás de la cocina. A veces no tenía dinero para pagar
la factura de su teléfono. Comía en el McDonald’s todos los días. Nunca supo
cuándo ni cuánto se le pagaría por un trabajo”.
Siempre que se habla de explotación en la
moda lo primero en lo que uno piensa es en personas tratadas como si fueran
esclavas en fábricas de Bangladesh o en modelos acosadas sexualmente por
magnates y fotógrafos. “Cuando planteé mi libro miré el lado creativo:
estilistas, maquilladores, jóvenes diseñadores, asistentes. Lo que realmente
quiero dejar claro es que la explotación existe también en el corazón
de las maison de couture, de las grandes marcas de lujo”, explicó la
autora a The Guardian.
La contratación de un empelado, para una
marca de lujo, es como regalarle una ascensión en la escala social. Es decir,
solo por trabajar en Chanel o en Givenchy significa que te rodearás de la crème
de la crème de la alta sociedad y, por tanto, ese es un regalo que se debe
valorar. Es por ello que, según las historias que se narran en el libro, la
marca puede permitirse el pagar los servicios del trabajador con cupones
para gastar en su propia tienda.
“Por una semana de trabajo, una marca de lujo
muy grande me dio un cupón de 5.000 euros para gastar en su boutique. Es
cierto que podría haberlo vendido, pero trabajar en la moda significa que
tienes querenovar constantemente tu vestuario con ropa y accesorios caros,
pagados con vales que recibes en vez de un salario. Si no lo haces, estás fuera
del círculo”, explica Mía, la diseñadora italiana, en el libro
Otra entrevistada por
Mensitieri es una ex periodista de moda de una revista de renombre que explica
cómo de cerrado es el círculo de la moda y que por un pequeño error te puedes
quedar fuera para siempre. “De repente, ya no me cogían las llamadas ni me
respondían a los correos. Esta es la violencia de la que todos me
hablaron. Una vez sales, estás fuera”.
Para este análisis, Mensitieri entrevistó a 50
personas, todas ellas extraoficialmente –un aspecto en el que ha hecho énfasis
la crítica pues no consideran que sea una muestra suficientemente
representativa-. “No hay estadísticas”, recalcan algunos.
La escritora ha explicado que varios
trabajadores de grandes marcas le han escrito para decirle que jamás se habían
sentido explotadas y que, después de leer su libro, “una vez entendieron el
panorama general, ya no pueden ver la moda y su trabajo de la misma manera”.
Jean Paul Gaultier ha sido el único diseñador
conocido que se ha posicionado ante la polémica. El francés ha negado cualquier
tipo de maltrato a sus trabajadores y ha dicho que la moda es como cualquier
otra industria, que, “(la moda) es como una familia”.
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