Tu ansiedad por separarte del móvil podría estar relacionada con tus recuerdos personales


Es quedarte sin batería y sentir que se acaba el mundo


Reconócelo, tu móvil es tu vida. Ya no sabes sumar sin él, llegar a cualquier sitio o incluso relacionarte con los demás sin agachar la vista hacia la pequeña pantalla de tu smartphone. Este ‘enganche’ o dependencia tecnológica ha llevado a que muchas personas desarrollen lo que se conoce como nomofobia o miedo irracional a quedarte sin móvil –ya sea porque físicamente no lo tienes en la mano o porque te has quedado sin batería–.
Para comprender mejor por qué algunos necesitan llegar hasta el punto de embarcarse en un retiro tecnológico (detox tecnológico) o a terapia de desintoxicación, un equipo de investigadores de la Universidad de la Ciudad de Hong Kong y la Universidad Sungkyunkwan en Seúl sugirió que esta ansiedad por separación está determinada por la dependencia que tenemos de nuestros teléfonos para crear, almacenar y compartir nuestros recuerdos personales.
Estamos de acuerdo que ese vídeo con música que genera tu smartphone con las mejores fotos de los últimos meses, encoge el corazón a cualquiera. Sin embargo, tener la sensación de que toda tu vida y tus recuerdos están almacenados en este pequeño aparato, que es casi como una extensión más de tu cuerpo, es el responsable de ese apego tan bestial.
Por esta razón, según la teoría que plantea este estudio, cuantos más recuerdos generes con tus dispositivos, más dependiente te volverás de ellos. Cuando tu móvil es algo así como un ‘gadgetobrazo’, es muy posible que acabes padeciendo nomofobia.
Llegaron a esta conclusión al encuestar a más de 300 adultos de Corea de Sur y evaluarlos en dos grupos diferenciados en función de sus respuestas: alta o baja nomofobia. Ambos grupos percibieron sus dispositivos como un medio para acceder a información y entretenimiento, pero los más dependientes (alta nomofobia) eran más propensos a describir sus teléfonos como ‘una extensión de sí mismos’, ya que usaban palabras como ‘yo’, ‘mi’ y ‘parte’. Otra dato curioso –y en cierto sentido lógico– es que los más nomofóbicos también padecían más dolores de muñeca y cuello.
Asimismo, tenían más probabilidades o riesgo de distraerse en sus trabajos o estudios. Los autores de la investigación afirman que este hallazgo confirma que “el uso problemático de los teléfonos inteligentes puede provocar efectos negativos tanto en la condición física de los usuarios como también en la calidad general de su vida cotidiana”.
La Dra. Dominica Díez Marcet, psicóloga clínica responsable de la Unidad de Juego Patológico y Otras Adicciones No Tóxicas de la División de Salud Mental (Fundació Althaia) y miembro del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya, asegura que la utilización del teléfono móvil tiene muchas ventajas, pero también está produciendo cambios en determinadas funciones cerebrales.
“Algunos estudios apuntan a una disminución de la orientación espacial desde que utilizamos las aplicaciones de geolocalización, al dejar de ejercitar áreas cerebrales relacionadas con dicha aptitud. Parecemos zombis guiados por un dispositivo para encontrar un lugar determinado. Quizás con el tiempo, la epigenética se encargará de la manifestación en nuestros genes de este déficit y de introducir otros cambios imprevisibles relacionados con los múltiples dispositivos que utilicemos e incrementar otras capacidades en nuestro hardware”, sentencia.
Un modo sencillo para valorar lo poco que ejercitas tu memoria es preguntarte cuántos números de móviles te sabes de memoria sin mirar tu agenda, ¿a que los puedes contar con los dedos de una mano? Incluso a estas alturas puede que también tengas apuntado el tuyo, por si te baila algún número. Asúmelo, tu y tus amigos sois incapaces de hacer las cuentas de la factura del restaurante sin que uno de ellos saque la calculadora y ponga orden.
Una vez más, esto añade otro motivo de por qué este pequeño cacharro con pantalla de retina acaba formando parte de nuestra identidad y tengamos pavor a qué nos estamos perdiendo mientras estamos offline.
Pero tranquilo, porque se puede tratar al igual que cualquier otra fobia o adicción. Si padeces o crees que sufres este problema, además de recurrir a ayuda psicológica, Díez Marcet plantea hacer una móvil detox: dejar un día a la semana el teléfono en casa o aprovechar los períodos vacacionales para prescindir de él lo máximo que podamos
“Quizás al principio notemos alguna reacción fisiológica, producto de la dependencia que tenemos de él, pero lo más probable es que al cabo de unas horas experimentemos un gran alivio y una sensación de libertad interna y de conexión con nuestro entorno. Qué paradoja que desconectar del móvil nos conecte más con nosotros mismos y también con el mundo”, concluye la psicóloga.


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