Se disparan las ventas de
mallas deportivas y, por primera vez, ponen en peligro el reinado del jean
Contra todo pronóstico,
las mallas deportivas se han convertido en un artículo
de lujo. Se venden a 100 euros (o a 1.000... o 3.000, depende de las
marcas). Y se venden bien. Muy bien. Pero lo que es todavía más increíble es
que la tendencia de incorporar sin pudor estas prendas en principio deportivas
para los looks del día a día (incluso para ir a la oficina o
para fiesta) está poniendo en peligro el eterno reinado de los jeans.
Hasta el punto de que Mark Parker, el consejero delegado de Nike, ha
sentenciado que “los leggins son el nuevo denim”.
Todo está sucediendo a una
velocidad vertiginosa. Pero el momento clave de este cambio podría establecerse
en el 2016, cuando un estudio publicado por Slice
Intelligence demostraba que por primera vez la venta de leggins superaba
la de los vaqueros. Eso sí, se centraba en las compras online realizadas
por mujeres en Estados Unidos. Indicaba que las ventas se realizaban sobre todo
en los portales de Nordstrom y Amazon e implicaban un gasto
medio de 62 euros por los jeans y la mitad por la malla deportiva.
En estos dos años sucesivos
las marcas han reaccionado rápido. Contentar a los millennials y sus patrones
de consumo en que lo saludable y el ejercicio tienen cada vez más peso ha
empujado a que las cadenas low cost impulsen sus propias firmas de activewear.
Oysho Sportwear, Gap Fit y H&M Sport son un buen ejemplo de esta tendencia
de la que, por supuesto, también sacan rédito las firmas deportivas como
Reebok, Nike (que ha incorporado incluso el tejido aeroreact, que varía según
la temperatura corporal para ofrecer la máxima comodidad) o Adidas, que en el
2004 innovó, probablemente sin imaginar el momento actual, al colaborar por
primera vez con Stella McCartney para introducir el concepto moda en el mundo
deportivo. También New Balance, Kappa, Diadora, etcétera hacen su apuesta con
su retorno a inspiraciones de lo más vintage, del mismo modo que cada vez son
más habituales las tiendas dedicadas exclusivamente a este tipo de prendas
urbano-deportivas. Ya no sólo para ellas, las mujeres, también para los hombres
que desde hace un par de años van dejándose arrastrar por la comodidad de
incorporar las prendas de chándal (y poco a poco hasta las mallas) en su
vestimenta diaria.
El boom inesperado ha
desestabilizado a firmas que parecían seguras (incluida Prada) que han tenido
que apuntarse también a la tendencia. Y así es como todas las grandes firmas
incluyen sus colecciones.
En Fartech.com, por ejemplo,
se puede encontrar una selección de las prendas más top del sector. Están las
propuestas de la canadiense Lululemon o de la británica Sweaty Betty (con
precios que rondan los 90 euros), pero también de la exclusiva Everlane, la
firma que agota todo lo que produce, e incluso Vogue EUA publica manuales de
uso de cómo lucirlos.
¿Más ejemplos? Missoni lanzó
el año pasado su primera colección cápsula online en colaboración con el portal
de ventas MyTheresa.com con leggins que oscilaban entre los 280 y los 670
euros. Dolce Gabbana vende un modelo de lo más floreado por 595 euros; Gucci
propone sus leggins más estilosos a 670, y Tom Ford se lanza con un diseño
lleno de brillo por ¡3.623 euros!
“Si en los años noventa era
habitual pagar hasta 200 dólares por los vaqueros, ahora parece que la
tendencia se está inclinando hacia el otro lado”, explican desde la consultora
HRC Advisory.
La gran ventaja de las mallas
deportivas respecto al viejo jean es que ofrecen más posibilidades tanto en
cuanto innovación tecnológica como en variedad de estampados y materiales
utilizados. Pero la posibilidad de usarlas tanto en la calle como para ir al
gimnasio es lo que ha otorgado esta ventaja definitiva a las mallas deportivas.
Las han popularizado en las redes famosos como Bella Hadid y Kendall Jenner
(los #fitinspo saturan Instagram) cuando hace tres o cuatro años el athleisure
se consideraba poco más que una tomadura de pelo. Pero lo de vender chándales a
precio de lujo ha ido a más. Hasta el punto de que según Forbes las ventas de
estas prendas suponen un 17% del total del mercado textil.
Y, claro, las famosas se han
apuntado a ayudar a las firmas creando sus propias colecciones. Selena Gómez y
Rita Ora tienen sus propuestas para Adidas. Ha hecho con esta firma la línea
Neo. Kate Hudson tiene su propia firma que Fabletics comercializa online. Y Heidi
Klum colaboró con New Balance.
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