Una de las
mayores firmas de lujo francesas contrata en exclusiva a una joven estudiante
madrileña sin experiencia
Su rostro apareció en el ordenador de la
agencia de modelos Traffic, una de las más prestigiosas de España,
mientras Paolo Vecchi, uno de los colaboradores, miraba
en Instagram buscando nuevas oportunidades entre multitud de chicas
posando sonrientes para las redes. La imagen mostraban una cara de rasgos
angulosos, ojos azules penetrantes, cara seria. Un aspecto andrógino. Delgada,
alta, tatuada. Fuerte y poderosa pero con gestos elegantes y delicados. Tal
cual el león que la misteriosa joven lleva tatuado en su brazo izquierdo.
Miriam Sánchez (Madrid, 1996) jamás
pensó en ser modelo, aunque Louis Vuitton la contrató en exclusividad
la pasada temporada nada más verla. Cuando tenía 16 años la pararon en una
calle de Madrid, donde vive, y le preguntaron “¿De qué agencia eres?”. Y ella,
ingenua, pensó que la habían confundido con un agencia de viajes de la
vecindad.
Le propusieron fotografiarse en un book e
iniciar una carrera de modelo. Pero eran años difíciles en los que no tenía un
propósito claro en la vida y hasta abandonó los estudios obligatorios.
En realidad, quien la descubrió fue el
fotógrafo Gorka Postigo, que la vio en las redes y quiso fotografiarla. Ella
accedió. “Me había quedado con aquella posibilidad de los 16 años que nunca me
tomé en serio pero que, reconozco, me había gustado”. Quizás la seleccionaban
para un desfile de David Delfín. Entonces fue cuando Paolo Vecchi, rastreando
las series de los grandes fotógrafos en las redes, la encontró. Fijó su mirada.
“Sí, esta sí”, se dijo.
Eso fue en julio del año
pasado. En septiembre, el día 27, Miriam fue a París. “Nuestra apuesta era
clara, nunca había desfilado, ni posado para los fotógrafos profesionales, pero
decidimos llevarla a las cinco mejores agencias de París, exigente capital de
la moda, y que la conocieran en carne y hueso. Si ninguna la contrataba,
acudiríamos a agencias de segundo rango”, explica Ariadna Canaletas, ex top
model que ahora trabaja en la agencia Traffic como scouter, exploradora de
nuevas bellezas y acompañante de las jóvenes caras.
Un viaje relámpago de ida y
vuelta el mismo día. Miriam, cara lavada, con vaqueros negros y sudadera ancha.
“Las cinco la querían”. Insistían en firmar de inmediato pero Canaletas se
resistía. Pensaría en Barcelona cuál le ofrecía mejores ventajas.
“Yo alucinaba”, explica Miriam. “El día
anterior estaba en el instituto de Madrid aprendiendo a ser administrativa y
ahora, en mi segundo viaje fuera de España, visitaba agencias donde pasaban las
mujeres más bellas del mundo”.
“Llegamos a Ford Models. Nos atendió el
prestigioso director de casting Alexis Louison. La miró y cerró la tapa del
ordenador donde yo preparaba las fotografías que le habíamos hecho”. Sólo la
miraba a ella, repasó uno a uno todos sus tatuajes –el león, las palabras
hakuna matata, y tata, por su abuela, las montañas, el Libre de la parte
posterior de su cuello...”. Y dijo “esta chica es para Louis Vuitton, corred,
hoy hay un casting para su campaña”. Anotó la dirección en un post-it y lo
deslizó sobre la mesa. Canaletas lo cogió mientras su mentorada, azorada, decía
“yo nunca me he puesto unos zapatos de tacón, ni nunca me los pondré ni aunque
Louis Vuitton me lo pida”
“Yo no daba crédito –continúa Canaletas– y
mientras trataba de convencerla de las obligaciones de las modelos veía por el
rabillo del ojo la sonrisa de Alexis”. El veterano agente llamó a su amiga
Ashley Brolaw, directora de casting de Louis Vuitton: que nos esperaran, que
para allá iba una modelo del perfil que buscaban para su colección y que
preparara unas botas”.
En la sede de la firma parisina la hicieron
caminar por el pasillo. “Nunca había desfilado pero comencé a dar unos pasos a
mi manera. Oí: ‘Más rápido y con el mentón hacia abajo’ Y lo hice”.
“Pensé –recuerda Canaletas– que Miriam
tendría más tiro en Nueva York porque le va más el estilo de ropa. El rollo
neoyorkino. París es muy selectivo y buscan solo l a crème de la crème. El
nivel es altísimo para ser top model. Pero me cabía la esperanza de que
apreciaran su belleza tan singular, andrógina, irrepetible, muy de este
tiempo”.
Así fue. Firmó un contrato en exclusiva para
la temporada. Desfilaría en dos días siendo la primera en la pasarela y
después, haría la campaña de Louis Vuitton. A cambio, no podía trabajar con
ninguna otra marca durante cuatros meses.
Miriam explica que pensaba que estaba allí
casi por casualidad, que sí le atraía ser modelo, pero que lo que estaba
sucediendo no era lo que había escogido. No hablaba inglés, no sabía desfilar y
también estaba lo de las clases del instituto. Perdería toda la semana... ¿qué
iba a decir su tutora?
Canaletas la animó. Regresaron a España para
elaborar el informe médico que certificaba que no estaba anoréxica, reunión con
la tutora, y, al día siguiente, avión de vuelta a París, directa a la Fashion
Week que se celebraba en el Louvre, para abrir el desfile. “Se me desbocaba el
corazón. Una modelo dominicana me ayudó con el inglés. Así y todo, tuvieron que
buscarme para maquillarme porque yo no había entendido la orden”. Su imagen
apareció también en la campaña gráfica. Con ropa increíble y sus botas. La
directora de casting de la firma tuiteó una imagen con el texto “Miriam
Sánchez, no hills” (no tacones), y con el emoticono del bíceps.
Ha sido portada en la prestigiosa revista de
moda Purple, reportaje en Self Service y ha posado frente al maestro de
fotografía Paolo Rovesi. Vogue España no ha querido ser menos. Y también la ha
retratado.
“Yo creo que sólo ha sido un golpe de
suerte”, resume Miriam. “Estoy muy contenta y abierta a opciones, pero no voy a
dejar de estudiar”. Ha desfilado para la Barcelona 080 y ayer regresó, cansada,
a su casa de Madrid.
Comentarios
Publicar un comentario