Varios tests sitúan muy cerca
en rendimiento a varios teléfonos, como es el caso del Galaxy S10, del más
avanzado de los modelos lanzados por Cupertino
Cuando se lanzó el iPhone X
casi todo el mundo se escandalizó por su precio, pues superaba los 1.000 euros.
Pero Apple
tenía un as en la manga para justificar esa elevada cantidad. Su procesador
A11 Bionic aplastaba literalmente en los tests de rendimiento a sus
competidores Android de la gama más alta.
Esto no sólo se debía a que el
procesador A11 era muy superior al Snapdragon 845, que era uno de los mejores
que podía tener un teléfono Android. Además estaba el factor de que iOS seguía
siendo mucho más eficiente en términos de rendimiento, y de hecho lo sigue
siendo. Al fin y al cabo un traje a medida siempre sienta mejor que uno de
prêt-à-porter. Esa es una de las debilidades de Android, que debe adaptarse a
un enorme número de dispositivos.
Algo que afecta negativamente
al sistema de Google son también las actualizaciones. Algunos teléfonos con
Android incluso nunca llegan a recibir una, con el peligro que eso conlleva
para el usuario en términos de seguridad. Pero algo está cambiando, pues los
dispositivos Android comienzan a hacerle sombra a los iPhone en cuanto a
velocidad de proceso.
En el medio especializado GSM
Arena han comparado las últimas pruebas de rendimiento de
varios teléfonos de última generación. Como el iPhone XS y otros de alta gama
con sistema Android. Es posible que hayan saltado las alarmas en Apple con los
resultados. Aunque estos tests no son lo único a tener en cuenta para conocer
el rendimiento de un terminal, lo cierto es que deben ser tomados muy en serio.
El Galaxy S10, que incluye el
nuevo Snapdragon 855 o un procesador muy similar de la propia
Samsung, se acerca bastante al iPhone XS Max en todos los tests. Pero lo más
curioso es que en el test AnTuTu 7, uno de los más fiables, el iPhone de mayor
potencia queda relegado a un segundo lugar. Por detrás del Xiaomi Mi 9,
que analizamos
recientemente. Tengamos en cuenta que estamos hablando de un teléfono de
450 euros frente a otro que vale 1.259 euros como mínimo.
¿Cómo es posible que se haya
llegado a esta situación? En primer lugar porque los fabricantes de Android
están dotando a sus terminales de mucha más memoria ram que la que incorpora
Apple a los iPhone, lo que repercute de forma positiva en el rendimiento de
Android. Aunque hay otros aspectos que se están reforzando, como los
coprocesadores gráficos que incluyen muchos teléfonos.
Por otra parte, Android 9 se
ha hecho más eficiente que versiones anteriores del sistema. Y esto ha
comenzado a notarse por fin tras muchos años de promesas en ese sentido por
parte de Google. Además, se da el caso de que Android One, la versión más
eficiente de Android, está llegando a más teléfonos.
Y finalmente, los fabricantes
de terminales Android parecen haber aprendido a optimizar sus versiones del
sistema, que ya no están tan plagadas de aplicaciones que limitan el
rendimiento. Por parte el salto adelante en computación que se dío en el iPhone
X con el procesador A11 Bionic no fue tan grande al saltar al procesador A12
Bionic, pues este no mejoraba tan espectacularmente la velocidad de los
teléfonos que lo incorporan.
Pero todo esto puede ser
pasajero. Debemos tener en cuenta que estamos hablando de productos que acaban
de ser lanzados, con nuevos procesadores que no serán tan nuevos cuando en
septiembre se presenten los nuevos iPhone con iOS 13 y un posible procesador
A13 Bionic. No olvidemos que los iPad Pro, que cuentan con un procesador
similar al de los iPhone XS, tiene un rendimiento mucho más alto. Eso nos da
una pista de que las empresas que apuestan por Android no deben cantar
victoria, al menos de momento.
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