Los ingresos de
esta tecnología aumentarán hasta los 23.000 millones para el año que viene
A día de hoy todo se traduce a datos.
Nuestros gustos, el recorrido al trabajo o futuros planes de vida. Y
todos estos son recogidos por las empresas para tomar las mejores decisiones
posibles. De esta manera pueden saber qué menús ofrecer en sus restaurantes,
qué tiendas cerrar o cuánto dinero se va a gastar en el próximo viaje. Sin
embargo, según la ley no se pueden recoger referencias que identifiquen
individualmente a una persona. Entonces, ¿cómo pueden recabar
tanta información?
Los datos en los que se convierte todo lo que
nos rodea no son descifrables a menos que apliquemos el business
intelligence (BI). Es ahí donde cobran importancia sus especialistas:
analistas, desarrolladores y consultores en BI. Su función principal es tratar
de crear fórmulas con más de una variable proveniente de la información y los
patrones que se repiten. Todos son técnicos y, sobre todo, muy demandados. De
hecho, en 2020, se predice que los ingresos en BI habrán aumentado
hasta los 22.800 millones de euros, con un incremento del 19%, según un estudio
de la consultora Gartner.
“Sólo una minoría utiliza el
BI, porque hacen falta muchos recursos. Por eso, en muchas ocasiones las
empresas sólo alcanzan a mostrar un 10% de su potencial”, explica Óscar Valero
director de la empresa especializada en BI Crear. Las que lo implementan pueden
conocer mucho mejor al cliente, seguir las tendencias o sacar mejores
beneficios de las campañas de venta. Recientemente, la empresa ha iniciado un
proyecto para todos los ejes comerciales de Barcelona. “Aprendemos cómo
interactúan los usuarios con el espacio, por dónde pasean, cómo se distribuyen
y de qué manera afecta todo esto a las ventas”, cuenta Valero.
La empresa también compra datos procesados de
muchas fuentes distintas. Por ejemplo, de GPS o financieros. “Grabamos con
cámaras a las personas que pasan por las calles para analizar sus movimientos
segundo a segundo”, añade el directivo.
Llevar a cabo este tipo de investigaciones
cada vez está más restringido por las leyes que tratan de garantizar la
seguridad, privacidad y descentralización de datos. Y se presentan nuevos
retos. “Las cámaras que utilizamos son de baja definición de forma que es
imposible identificar qué persona es exactamente. Nos llegan sombras
pixeladas”, concreta Óscar Valero. También apunta a que, cuando le llega la
información de las fuentes, esta ya no es personal, sino que está encriptada.
El pago por unas malas prácticas son altas
sanciones, además de una mala reputación. Es por esta razón que, a día de hoy,
existe un gran respeto y prudencia por no cruzar la línea del espionaje. “Yo
creo que se deberían gestionar de una manera más activa los límites de la
privacidad. El usuario siempre tiene que tener voz”, afirma José Luis Zagazeta,
experto en BI y director de La Cúpula Music. Su organización recapitula datos
sobre plataformas digitales de música, autores, discográficas y, en general,
sobre todo el mundo de la canción gracias al BI. Cruzan los datos y pueden
averiguar a qué hora del día se escucha qué género y desde qué dispositivo.
“Yo creo que las últimas regulaciones han
sido extremadamente duras”, sentencia Óscar Valero. Aun así, reconoce que son
“necesarias”. El centro de su argumento es que muchas empresas familiares han
tenido que volver a empezar y borrar mucha información, a pesar de que se les
había cedido los datos de forma voluntaria.
“La lucha por el talento es
una presión y tenemos que crear estrategias para poder captarlo. Programas para
atraer profesionales de otros países, acuerdos con universidades...”, cuenta el
director de La Cúpula Music, José Luis Zagazeta. Para él no importa la
experiencia una vez se incorporan a la empresa. Valora las ganas de trabajar.
“Es absurdo que una empresa pida experiencia. Y son muchas las que lo hacen.
Los alumnos cuando salen de sus estudios ya son profesionales preparados”,
defiende Pere Botella, director de máster en la UPC School. La Cúpula Music,
dedicada al businessintelligent en el sector empresarial, ya existe
en 35 países y el año pasado llegó a facturar 3,6 millones de euros.
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