El compromiso
medioambiental de los gigantes de la moda choca con el modelo de producción
global masiva
En el marco
del programa social del G-7 impulsado por el presidente
francés, Emmanuele Macron, los gigantes de la moda y el lujo lanzaron al
mundo la semana pasada el Fashion pact, un plan global de sostenibilidad
que es, al mismo tiempo, un mea culpa en toda regla. En un planeta con todas
las alarmas climáticas y ecológicas disparadas, las cifras de la industria de
la moda ponen los pelos de punta.
Según el informe
Una nueva economía textil: rediseñando el futuro de la moda, elaborado por la
Fundación Ellen MacArthur, adalid de la economía circular, el impacto negativo
de la industria textil se multiplicará en las próximas décadas.
En grandes
cifras, las emisiones de carbono pasarán de ser el 2% de la industria mundial a
suponer el 26% y el consumo de recursos no renovables se disparará hasta los
300 millones de toneladas en el 2050 si no se revierte la tendencia actual,
mientras que en el mismo periodo se verterán 22 millones de toneladas de
microplásticos al mar. Estos son, precisamente, los tres parámetros que las más
de 30 empresas firmantes del Fashion Pact se han comprometido a controlar para
reducir significativamente su impacto medioambiental.
“Este pacto de
la industria es un esfuerzo coordinado de los grandes del sector para evitar
una regulación externa; además, no pueden dejar de lado las exigencias
medioambientales de los más jóvenes”, asegura Javier Vello, responsable de
retail y consumo de la consultora EY.
Entre los
firmantes del pacto están los grandes grupos de lujo europeos, así como los
gigantes del fast fashion, con Inditex y H&M a la cabeza. “Mover 20
colecciones diferentes al año como hacen empresas como Inditex o H&M es lo
menos ecológico que hay”, asegura Laureano Turienzo, presidente de Asociación
Española del Retail y profesor de ESIC. En su opinión, el debate de la
sostenibilidad en el sector textil debe centrarse en cómo producen la moda los
grandes gigantes del sector, en qué condiciones y con qué materiales. Solo
cambiando eso se podrían reducir los estragos sobre el medioambiente que
producen.
“En los últimos
años, la industria y los consumidores han tomado conciencia del impacto negativo
de la moda en el medio ambiente”, recoge el estudio de la Fundación Ellen
MacArthur. “Y aunque marcas y retailers se han marcado retos de sostenibilidad
en la cadena de suministro, muchos de estos esfuerzos están enfocados en
reducir el impacto del actual sistema lineal –como utilizar técnicas de
producción más eficientes o reducir el impacto de los materiales– en lugar de
una aproximación que aborde las raíces reales del sistema, que son la baja
utilización de ropa y la baja tasa de reciclaje del sector”, sentencia.
A pesar de las
voces críticas que hablan de green washing, lo cierto es que las marcas de
gran distribución de moda, responsables de gran parte de la producción mundial,
han introducido la sostenibilidad en su agenda. “Hace unos diez años, a nadie
le importaba cómo estaban hechas las prendas. Ha habido un boom en los últimos
cuatro o cinco años, la demanda de nuestras soluciones para minimizar residuos
textiles se ha disparado”, explican fuentes de Jeanología, una empresa
valenciana que ha revolucionado los procesos de acabado del tejido denim y que
trabaja para gigantes mundiales como Levi Strauss o H&M.
Una de las
iniciativas que han adoptado prácticamente todos los grupos de moda de masas,
desde Inditex a H&M o Uniqlo, es la reducción de plástico en los sistemas
de embalaje. Inditex ha desarrollado una estrategia circular y H&M está
colaborando con la Fundación Ellen McArthur para desarrollar su propio
programa. Por su parte, la cadena japonesa anunció el pasado mes de julio su
plan para eliminar a finales del 2020 el uso innecesario de plásticos en su
cadena de suministro y reducir en un 85% el plástico de un solo uso en todas
las tiendas del mundo. Una decisión que, según asegura la propia compañía,
supone la eliminación de más de 7.800 toneladas anuales de material.
“El low
cost tiene sus ventajas y las marcas lo seguirán exprimiendo. Están
trasladando las fábricas fuera de China, a otros países asiáticos o africanos
en busca de abaratar costes una vez que los chinos han empezado a reivindicar
condiciones de trabajo más decentes”, asegura el economista y consultor de
retail Marcos Álvarez. “Lo que vimos hace una semana en París tiene mucho más
de branding, de posicionamiento de marca ante una demanda creciente de la
sociedad que de compromiso real”, asegura Álvarez.
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