¿Todavía tiene sentido la moda?


En un contexto en que las emergencias climáticas amenazan a nuestro planeta como una bomba de tiempo, ¿puede la moda continuar con su ritmo desenfrenado como si nada pasara? Nada parece cambiar, a juzgar por las semanas de la moda maratónicas que acaban de terminar con su frenesí habitual y calendarios sobrecargados con una oferta explosiva y un crecimiento exponencial de nuevas marcas. Solo unas pocas marcas parecen preguntarse sobre el futuro del sistema, o al menos tratar de comenzar a pensar en ello.


Cabe resaltar que la Semana de la Alta Costura, la última etapa de este maratón de enero, literalmente terminó con un funeral: el de la carrera de Jean Paul Gaultier, símbolo por excelencia de esta moda todopoderosa, que comenzó su carrera frenética en la década de 1980. El miércoles por la noche, todos estaban allí. Todo París y todo el mundo de la moda acudieron en masa al Théâtre du Chatelet para asistir al último desfile de Alta Costura de su "enfant terrible".
Para abrir su espectáculo, el estilista optó por proyectar las imágenes en blanco y negro de un funeral, el de la película "¿Quién eres tú, Polly Maggoo?" Una sátira de moda filmada en 1966 por el fotógrafo William Klein, donde la protagonista se preguntaba en medio de un cementerio: "¿París está muerta? Me refiero a la Alta Costura...". Después, un ataúd entró a la pasarela, llevado por seis enterradores bailarines.
Al comienzo de la temporada, resaltaron los espectáculos de otros dos diseñadores: Miuccia Prada y Alessandro Michele en Gucci. Miuccia organizó su desfile en dos arenas, ubicando a la audiencia en gradas y una pasarela elevada, obligándolos a mirar desde lo alto a las modelos que iban y venían en el nivel inferior. Como un "mise en abyme", donde los protagonistas de la moda formaban parte de la decoración, a la vez que tomaban distancia y observaban la escena desde lejos. Una forma de hacer un llamamiento a un momento de reflexión necesaria.
Para el desfile de Gucci, Alessandro Michele eligió hacer desfilar a sus modelos en la oscuridad alrededor de un enorme péndulo, como símbolo de que la cuenta regresiva ha comenzado y que es hora de actuar. En J.W. Anderson, una estilizada casa en llamas aparecía en ciertas camisetas. "Hay peligro en el hogar", nos hacía saber el diseñador Jonathan Anderson, cuyo retrato aparecía en maniquíes de plástico que miraban el desfile, sentados en medio de la audiencia, ¡y con la misma camiseta!
"Claramente sentimos que nos estamos acercando a un cambio profundo, y la reacción es frenar, por miedo. Todo está bajo presión. Estamos al borde del barranco", analizó Patricia Lerat, consultora líder de la agencia de showrooms Plc Consulting.
"La moda ha producido excesivamente en las últimas décadas y este consumo excesivo ya no tiene sentido hoy. Todo el sistema debe evolucionar y hacer frente a esta agitación. Los jóvenes diseñadores están inmersos en esto, están mucho más alerta y conscientes de los nuevos desafíos”, añadió.
Con su colección titulada W.A.R (Walter: about Rights), el artista y diseñador Walter Van Bierendonck fue el único en adoptar una postura clara, gritando fuerte y claro: "Stop". Para reforzar el mensaje, en la primera parte de su desfile se vieron hombres erizos cubiertos con púas gigantes en los hombros, los zapatos e incluso en las mejillas, con ropa tipo caparazón para enfrentar el mundo de hoy y mañana.
El espectáculo terminó con una procesión de hombres sándwich con leggins blancos en los que se podía leer "W My Planet, W My Futur", y una serie de otros mensajes en camisetas con letreros: "Stop buying fast fashion” (Deja de comprar moda rápida),"I hate fashion” (Odio la moda), "Save the planet” (Salva el planeta), etc.
Seguramente, hará falta más que esto para sacudir al mundo de la moda. Esta sesión de desfiles pareció aún más histérica de lo habitual. En París, particularmente, se alcanzó un número récord de más de 80 desfiles, entre los que formaban parte del calendario oficial y los que no, sin contar las innumerables presentaciones y la multiplicación exponencial de showrooms, lo que demuestra un exceso de nuevas marcas en el mercado.
"Hoy, la moda de creación ya no existe. El prêt-à-porter se ha convertido sobre todo en un producto, un logotipo. El final de la moda, esa que existió en la década de 1980 con diseñadores que tenían el poder de hacer soñar y hacer que la gente quisiera comprar su ropa, ha comenzado", dijo la periodista y experta Antigone Schilling.
El funeral evocado por Jean Paul Gaultier no podría ser más relevante, como para enfatizar, más allá de su despedida, el final de una era. Las nuevas generaciones de diseñadores no se hacen ilusiones. La fiesta ha terminado. En Pitti Uomo, el estilista antimoda Telfar Clemens ilustró el concepto perfectamente con un desfile en el que sus modelos recorrieron la pasarela en torno a una mesa manchada con vino en medio de los restos del "gran banquete".

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