Louis Vuitton puso fin a cuatro
semanas de pasarelas internacionales con el desfile más brillante de todos y
con una colección poderosa que marca la agenda y juega con el concepto del
tiempo.
Fue un desfile con una
apertura y un telón de fondo únicos. Una cortina gigante se levantó de repente
dejando al descubierto a unos 200 cantantes de ópera vestidos como grandes
figuras históricas, de pie, en seis hileras como si de un enorme fresco
viviente se tratase. La gran Milena Canonero, la italiana ganadora de varios
Óscar que trabajó con Stanley Kubrick en La Naranja Mecánica y Barry
Lyndon se encargó del vestuario. Todos los personajes de Vuitton se levantaron
y cantaron representando sus papeles, haciendo grandes aspavientos con los
brazos.
Entre ellos comenzaron a desfilar las modelos, con una una colección que iba dando saltos entre el historicismo inteligente y el modernismo de vanguardia. Faldas con volantes españolas combinadas con chaquetas de esquí, hasta que esta combinación dio paso a una impresionante falda y con una chaqueta a juego de cuero gris mate. Todas las propuestas de la apertura iban acompañadas de botas rockabilly de ciencia ficción, de charol plateado o negro con tachuelas.
Entre ellos comenzaron a desfilar las modelos, con una una colección que iba dando saltos entre el historicismo inteligente y el modernismo de vanguardia. Faldas con volantes españolas combinadas con chaquetas de esquí, hasta que esta combinación dio paso a una impresionante falda y con una chaqueta a juego de cuero gris mate. Todas las propuestas de la apertura iban acompañadas de botas rockabilly de ciencia ficción, de charol plateado o negro con tachuelas.
“El tiempo es fundamental en
el mundo de la moda. Quería enfrentar diferentes épocas, la nuestra. Todos
estos pasados están representados por personajes con trajes históricos",
explicaba el director creativo de ropa femenina de Vuitton, Nicolas
Ghesquière.
Una colección ambigua en términos de género, con pantalones masculinos cigarrillo de rayas, elegantes chalecos de estilo eduardiano y chaquetas rockeras de Savile Row con bolsillos inclinados. Los acabados tecnológicos de la era espacial se funden con estampados jacquard plateados.
Decenas de accesorios comerciales; desde el nuevo LV Archlight totalmente blanco, hasta algunos bolsos joya en tonos dorados, pasando por botas de nieve tipo moonboot con logotipo LV. Estas últimas combinadas con pantalones de tela de paracaídas de plena actualidad, como la mayor parte de esta colección.
Una colección ambigua en términos de género, con pantalones masculinos cigarrillo de rayas, elegantes chalecos de estilo eduardiano y chaquetas rockeras de Savile Row con bolsillos inclinados. Los acabados tecnológicos de la era espacial se funden con estampados jacquard plateados.
Decenas de accesorios comerciales; desde el nuevo LV Archlight totalmente blanco, hasta algunos bolsos joya en tonos dorados, pasando por botas de nieve tipo moonboot con logotipo LV. Estas últimas combinadas con pantalones de tela de paracaídas de plena actualidad, como la mayor parte de esta colección.
Para el pase final se
eligieron un par de chaquetas de matador y se vieron rayos de luz atrapados
dentro del espacio elegido para el desfile y teñido de negro para la ocasión,
construido en el interior del Patio Cuadrado del Louvre.
Todo esto al ritmo de una
impresionante banda sonora: "Three Hundred and Twenty", compuesta
por Woodkid y Bryce Dessner; y
llamada así por el número de años transcurridos entre la música barroca
temprana de la pieza y sus sonidos minimalistas contemporáneos.
Se incluyó al compositor un tanto oscuro Nicolas de Grigny, expresando el choque del tiempo, leitmotiv del desfile; y también el tema de la próxima gran exposición del Costume Institute del Museo Metropolitano de Nueva York. Este año, Vuitton es el patrocinador principal del baile anual.
En general, fue un final bastante brillante para una buena temporada de desfiles en París, aunque evidentemente eclipsada por las preocupaciones generadas en torno al coronavirus. Especialmente en una profesión en la que los principales actores viajan sin cesar y en una industria apuntalada para sufrir las consecuencias de una caída en picado en el número de viajes y compras durante los próximos meses.
Se incluyó al compositor un tanto oscuro Nicolas de Grigny, expresando el choque del tiempo, leitmotiv del desfile; y también el tema de la próxima gran exposición del Costume Institute del Museo Metropolitano de Nueva York. Este año, Vuitton es el patrocinador principal del baile anual.
En general, fue un final bastante brillante para una buena temporada de desfiles en París, aunque evidentemente eclipsada por las preocupaciones generadas en torno al coronavirus. Especialmente en una profesión en la que los principales actores viajan sin cesar y en una industria apuntalada para sufrir las consecuencias de una caída en picado en el número de viajes y compras durante los próximos meses.
Una temporada, no obstante,
en la que solo se cancelaron dos de los 70 desfiles programados en el
calendario oficial.
“Lo cierto es que nos
presionaron mucho para que nos retirásemos. Pero creo que no habría estado
bien. Creo que tenía que abrir la temporada Christian Dior y cerrarla Vuitton.
Teníamos que ser profesionales y seguir adelante, se lo debíamos a la gente y a
París", explicó Michael Burke, CEO de Vuitton, la marca
de moda más grande dentro del imperio de lujo LVMH que incluye a Dior y otras
cinco casas que desfilaron en París.
Cabe recalcar que no se
canceló ninguno de estos desfiles.
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