Rüdiger Fox, director general de Sympatex, ha
escrito sus reflexiones sobre el liderazgo empresarial en épocas de crisis como
la actual
El artículo
de Rüdiger Fox, director general
de Sympatex, me ha parecido muy
iluminador porque va más allá del coronavirus y aborda el tema del liderazgo en
relación con las crisis.
Durante los últimos días he recibido muchos
emails de empresas que me aseguran que están haciendo todo lo posible para
defender la salud de sus clientes y mantener su servicio al mejor nivel
posible. Yo también he estado a punto de enviar un mensaje de este tipo, pero
no lo he hecho porque he estado cavilando: ¿esas dos tareas son las más
importantes en un momento como el actual? ¿Debemos concentrarnos en conseguir
que nuestra empresa salga airosa de estos momentos y volver después al punto en
que estábamos antes del estallido? ¿O la situación actual supone unos retos más
profundos para nuestro liderazgo: básicamente sacar lecciones para el futuro?
¿Cómo podemos aprovecharlas?
Verdadero
liderazgo: transparencia y confianza
Cuando se conocieron los primeros casos en
China, nuestra oficina de allí ya advirtió sus efectos en nuestros empleados y
en nuestra cadena de suministro. Enseguida nos dimos cuenta de que estábamos
impotentes y a merced de la situación. Por esto pusimos el foco en la salud de
nuestro personal –proporcionándoles protección y recursos-, porque ellos son
los que están haciendo todo lo posible para proporcionar respuestas a nuestros
clientes. Al mismo tiempo, intentábamos asegurar el futuro de la empresa en la
medida de lo posible.
El verdadero liderazgo, sin embargo, es bien
distinto: supone abrirse a las preocupaciones, a las dudas, a la comprensión de
la crisis y a una mayor transparencia y confianza. En resumen, preparar la
organización para la etapa de después del coronavirus, que será muy diferente a
la que hemos vivido hasta ahora.
No podemos
sobrecargar nuestro sistema
Los que piensan que deben luchar con esta
crisis para poder seguir actuando como hasta ahora están muy equivocados. De
aquí unos pocos años miraremos hacia atrás y veremos que hemos aprendido
algunas lecciones que serán esenciales para nuestra coexistencia en un mundo globalizado:
que somos responsables de proteger nuestro sistema económico, social y
ecológico, y de no sobrecargarlo. Y debemos hacerlo con espíritu de
colaboración. Esta es mi mayor esperanza.
En estos momentos, todos los modelos previos
de liderazgo de éxito están colapsando. Hasta ahora pensábamos que el
outsourcing a nuevos países de salarios bajos era la mejor estrategia. Ahora,
las medidas regionales para contener el virus están cambiando este
planteamiento.
Debemos
transformar la arrogancia en confianza
Esperamos que nuestros proveedores, a los que
hemos exigido constantes reducciones de precios con la arrogancia propia del
más fuerte, nos continuarán sirviendo. También esperamos que nuestros
empleados, que hasta hoy hemos estado controlando estrechamente en lugar de
fiarnos de ellos, hagan ahora un esfuerzo extra trabajando desde sus casas.
Siempre hemos intentado conseguir la porción más grande del pastel a través de
una competitividad agresiva. Ahora advertimos hasta qué punto dependemos unos
de otros. Por ejemplo, el país que hasta ayer mismo hemos intentado poner de
rodillas, ahora es el proveedor del 90% de las medicinas que necesitamos.
Siempre hemos intentado tenerlo todo bajo
control porque nos habían enseñado que solo podemos gestionar aquello que
podemos medir. En todas las situaciones hemos usado nuestra experiencia para
encontrar la estrategia más eficaz. Ahora nos damos cuenta de que este sistema
no funciona en un momento de crisis. Y esta no será la última crisis que
debamos afrontar.
Nuestros errores
colectivos conducen al colapso
Sin embargo, era previsible que debíamos
afrontar una crisis. Si uno compara los efectos de la burbuja de las punto.com
y de la crisis financiera iniciada en 2008 con la crisis actual, vemos un
esquema que se ha repetido: nuestros actos tienen un efecto acumulativo que al
final no puede ser soportado por el sistema y que indefectiblemente conduce a
un colapso antes o después.
Esto se aplica a la ilusión que habíamos
tenido de que una plataforma digital tenía un valor económico por sí misma, de
que un paquete de préstamos dudosos podía ser transformado en un activo valioso
si le poníamos la etiqueta AAA. Ahora ocurre lo mismo con el coronavirus:
cuando tensionamos demasiado nuestros sistemas sociales, económicos o
ecológicos, al final inevitablemente se rompen.
Nadie podía prever la aparición y la difusión
del coronavirus. De igual forma, en el futuro habrá más crisis que no podemos
prever. Pero la actividad humana ha producido ya una serie de efectos que, en
su conjunto, han llevado a su límite a nuestro sistema. Es fácil ignorar su
importancia porque se extienden más lentamente que el coronavirus, pero existen
y en general son consecuencia de nuestra conducta económica. Está en nuestras
manos prevenirlos.
Las dos
lecciones fundamentales del coronavirus
En mi opinión, el coronavirus nos enseña dos
lecciones a los líderes:
- Debemos ser más cuidadosos en nuestras decisiones para no sobrecargar nuestra estructura económica, social o ecológica. Pensemos en el calentamiento global, la suciedad del planeta, las diferencias sociales o el envenenamiento del medio ambiente. Son temas que no podemos ignorar porque albergan un enorme potencial de crisis. Debemos ser conscientes de nuestra culpa y tomar las medidas oportunas para evitar esa situación.
- Tenemos que aceptar que sufriremos nuevas crisis. Para manejarlas, debemos apoyarnos los unos a los otros porque estamos profundamente conectados. Si seguimos priorizando nuestros propios intereses a corto plazo, estaremos solos cuando llegue la próxima crisis.
Confianza y colaboración
en lugar de control y poder
La palabra china crisis contiene dos signos: el
de peligro y el de oportunidad. Esta sabiduría debería servirnos de orientación
ahora. Tenemos que evitar los peligros que afrontan nuestros empleados, nuestra
economía y nuestra sociedad. Al mismo tiempo, debemos aprovechar la oportunidad
para avanzar hacia una nueva forma de liderazgo.
Hace ya casi 4 años, Sympatex decidió hacer lo
más posible para promover la sostenibilidad en el sector de la confección y la
circularidad en el sector textil. Para hacerlo, hemos debido afrontar costes y
pérdidas de ventas, que podemos lamentar ahora mismo. Hace 9 meses comenzamos a
adecuar nuestra organización a los principios de confianza y colaboración en
lugar de control y poder. Todo esto ha exigido mucha fortaleza y capacidad de
aprendizaje.
Los dos procesos –que todavía no hemos
acabado- nos han costado mucha energía. Desde la perspectiva actual, sin
embargo, estas dos decisiones han sido las más importantes y acertadas que
hemos adoptado en los últimos años porque nos han situado un paso por delante
en nuestro camino para aprender lo que debemos hacer en el futuro, cuando
hayamos superado el coronavirus.
Esta época es muy exigente para los líderes,
porque no tenemos una guía para transitar por ella. Debemos aprovechar el
tiempo para reflexionar sobre lo que queremos hacer diferente en el futuro.
Además, es mejor escribirlo para que no se nos olvide.
+Info: www.sympatex.com
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