Deseo de renacimiento

 


En el segundo día de los desfiles, el 19 de septiembre, suben a la pasarela las colecciones inspiradas en el deseo de un nuevo comienzo, en el trabajo bien hecho, en el amor por la belleza de las cosas hechas a mano. Sí, porque los protagonistas son vestidos como lienzos, donde los hilos de seda dibujan acuarelas, con preciosos bordados en oro y plata iluminados por abalorios y lentejuelas que dan sensación de profundidad a la organza, el tafetán y los encajes. El ambiente es el de un París que mantiene la promesa de la tradición artesanal de excelencia, paradigma de estilo y feminidad.

Y si la conciencia de que no existe un ‘Planeta B’ ahora está bien establecida, la novia también se compromete a hacer su parte. La atención se centra en la elección de los tejidos, desde el bambú hasta el cáñamo belga, desde la cupro viscosa hasta el poliéster reciclado. Pero también hay lugar para la búsqueda poco convencional de cortes y detalles: desde el esmoquin de seda hasta el vestido camiseta absolutamente vanguardista.

El deseo de renacer también exige una mirada diferente a la naturaleza, ya sea una planta acuática o la arquitectura de las alas de una libélula, la belleza rompe los patrones convencionales y se convierte en la trama narrativa de cada vestido.

También como búsqueda de la identidad interior, de quiénes somos, de hacia dónde queremos ir. Como la obra de Shakespeare que ha inspirado formas modernas y contemporáneas, declinada en infinitas posibilidades; los elementos clásicos que encuentran así una nueva interpretación emocional y poética. Atemporal. Elegancia contemporánea, entre vestidos sueltos como vestidos de salón, siluetas acampanadas, escotes prominentes, y la espalda como protagonista. En blanco con un toque de rojo.

 

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