En Noruega el Powerhouse Telemark es un edificio de diseño innovador capaz de suministrar energía limpia a la red eléctrica
El estudio Snøhetta aspira a crear un modelo
de arquitectura ambiental, social y económicamente sostenible, desafiando el
concepto de las oficinas en el futuro
La nueva frontera de la sostenibilidad en la construcción no es la reducción, posiblemente a cero, de las emisiones, sino la capacidad de generar más energía de la que consume un edificio para su edificación, vida útil y demolición. Este es el camino recorrido por el estudio de arquitectura noruego Snøhetta, que acaba de finalizar el cuarto edificio a energía positiva de su cartera: el Powerhouse Telemark, en la ciudad de Porsgrunn, Noruega.
El Telemark está altamente aislado y cuenta
con un revestimiento fotovoltaico que cubre el techo y la fachada orientada al
sur, capaz de generar 256.000 kilovatios de energía al año, unas veinte veces
el consumo anual de una familia noruega media. En comparación con un edificio
nuevo estándar, el ahorro energético es de alrededor del 70%. El exceso de energía producida se vende de
nuevo a la red nacional y, según Snøhetta, el sistema
creará suficiente energía renovable para compensar la huella de carbono
producida durante los 60 años de vida útil del edificio, incluida su
construcción, demolición y la extracción y procesamiento de los materiales.
Los edificios Powerhouse pretenden ser una respuesta a la crisis climática, y cuyo objetivo es ofrecer un “modelo sostenible para el futuro de los espacios de trabajo”, explican los arquitectos. “En nuestra opinión, la arquitectura debe crear mejores entornos para la vida humana y no humana en la Tierra”, explica Kjetil Trædal Thorsen, socio fundador de Snøhetta.
“A medida que la población mundial y la
gravedad de la crisis climática continúan creciendo, causando trastornos
globales como la pandemia de Covid-19, los arquitectos deben enfrentar el
desafío de trabajar junto con todos los sectores para construir de manera más
responsable”, asegura Thorsen. “Lo que hemos demostrado con este edificio
-continúa el arquitecto- es que no hay excusa para no
construir de forma energéticamente positiva. Todos los sistemas
presentes en este edificio ya están en el mercado”.
El proyecto ha recibido
la calificación de edificio ecológico Bream
Excellent, el método de evaluación de la sostenibilidad líder
en el mundo. Powerhouse Telemark se distingue por sus once plantas y el
llamativo techo inclinado de 24° para superar los extremos volumétricos del
edificio, expandiendo así la superficie de la cobertura y asegurando la máxima
cantidad de energía solar a los paneles fotovoltaicos. Este diseño, además,
otorga al edificio una personalidad claramente identificable y crea espacios
luminosos en su interior.
En sus fachadas oeste,
noroeste y noreste, el Telemark está revestido con balaustradas de madera que
brindan una sombra natural. Detrás de las balaustradas, se encuentran paneles
de Cembrit que aportan uniformidad al diseño. Estos paneles funcionan como una
casa pasiva: dan al edificio una densidad similar a la de una estructura
de piedra capaz de almacenar calor durante el día
y liberarlo lentamente por la noche. A esto se suma un sistema
de climatización que utiliza pozos geotérmicos excavados a 350 metros bajo
tierra. Finalmente, la estructura del edificio se construyó con un hormigón
especial que utiliza menos energía para su producción, se deja expuesto y sin
tratar.
El interior consta de una
mezcla de diferentes espacios: una barception, un restaurante para el
personal, un gimnasio, áreas de reuniones y una azotea con vista al fiordo.
No se incluyó un sótano para reducir la cantidad de hormigón necesaria. Las
oficinas más tradicionales se ubican detrás de las fachadas más rectas del
edificio, alejadas de las áreas expuestas al sol, para mantener una temperatura
óptima. El interior también incluye dos grandes escaleras que
conectan la planta baja del edificio con sus niveles
superiores. También hay una escalera de madera recta, oculta en el noveno piso,
que guía a los visitantes hasta la azotea.
Entre los ambientes ocupados por las oficinas, hay dos plantas de espacios flexibles que permiten pasar del trabajo individual al colectivo. Se colocan en las zonas esquineras, en el oeste y sur del edificio, las más grandes y luminosas. La flexibilidad de estos espacios permite a los inquilinos reprogramar fácilmente el edificio y expandir o escalar su negocio sin la necesidad de mudarse. Una adaptabilidad que encaja perfectamente con el avance del smart working.
Los materiales del interior han sido seleccionados con miras a la sostenibilidad: parquet industrial de fresno local realizado a partir de restos de madera, yeso y losetas de alfombra obtenidas con redes de pesca recicladas en un 70%. El diseño elegido se basa en un principio de estandarización para reducir el desperdicio a medida que ingresan nuevos inquilinos. El suelo, las paredes de cristal, los tabiques, las cocinas, la iluminación y los baños recibieron el mismo diseño, color y materialidad en todos las plantas.
La iluminación artificial también se reduce al mínimo, con ventanas que aprovechan el flujo de luz producido por las profundidades del edificio, gracias también a la pintura blanca y al mobiliario claro, que reflejan el 98% de la radiación solar. Además, el techo del edificio cuenta con rendijas verticales de cristal, que permiten que la luz del día ingrese a los tres pisos superiores.
Ubicada en la ciudad de Porsgrunn, en el condado
noruego de Vestfold y Telemark, la instalación no solo es una inversión en la
creciente economía verde del país, sino también un espacio de trabajo necesario para la
transición económica de una ciudad históricamente industrial, que
alberga una de las más grandes centrales hidroeléctricas de principios del
siglo XIX. "En un esfuerzo por mantener nuestro planeta lo más saludable
posible, debemos aprovechar este momento para priorizar las prácticas de diseño
sostenible", dice Thorsen.
La iluminación artificial también se reduce al mínimo, con ventanas que aprovechan el flujo de luz producido por las profundidades del edificio, gracias también a la pintura blanca y al mobiliario claro, que reflejan el 98% de la radiación solar. Además, el techo del edificio cuenta con rendijas verticales de cristal, que permiten que la luz del día ingrese a los tres pisos superiores.
Ubicada en la ciudad de Porsgrunn, en el condado noruego de Vestfold y Telemark, la instalación no solo es una inversión en la creciente economía verde del país, sino también un espacio de trabajo necesario para la transición económica de una ciudad históricamente industrial, que alberga una de las más grandes centrales hidroeléctricas de principios del siglo XIX. "En un esfuerzo por mantener nuestro planeta lo más saludable posible, debemos aprovechar este momento para priorizar las prácticas de diseño sostenible", dice Thorsen.
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