La última colección No. 21 podría verse como el regreso de Marilyn Monroe, con su próxima parada en Milán.
Una versión vanguardista de Norma Jean, a quien
vemos por primera vez con su cabello rubio cayendo sobre su hombro, con una
combinación de pantalones cortos y camisa, mostrando sus interminables piernas
y todo esto acompañado de un blazer masculino a cuadros de pata de gallo.
Luego, vemos a la chica de
pie frente a un espejo con un suéter de cachemir amarillo con un motivo de
labios de cristal rojo brillante, poniéndose pintalabios en un baño. Los
legendarios labios carnosos de Monroe incluso aparecieron como una serie de
besos en unos tacones altos que se quita la modelo con indiferencia en su
tocador.
El chico y la chica de No.
21 deambulan por una serie de baños y suites, antes de que la señorita Monroe
finalmente salga fuera, de pie en una mesa de una terraza del Hotel Excelsior
Gallia, mirando al punto de entrada de varias modelos jóvenes a Milán, la
Stazione Centrale de la era Mussolini.
“Dediqué esta colección a
Marilyn Monroe porque reconozco en ella una actitud bastante moderna hacia la
sensualidad. A pesar de su reputación de 'rubia tonta', creo que Marilyn
encarnaba una forma sana y natural de sensualidad. Gustaba a los hombres y no
provocaba alarma en las mujeres, ya que, como la definió Truman Capote, era
'una niña hermosa' en cuya actitud y comportamiento espontáneos otros
encontraban 'una especie de explosión sexual de platino'”, explicó Dell'Acqua.
“Por eso utilicé todos los
elementos estándar de la sensualidad femenina, desde sujetadores hasta escotes
pronunciados, desde bodys hasta culottes, desde abrigos grandes sin nada debajo
hasta faldas de tubo y corpiños metálicos... todo mientras capturaba una
expresión simplificada de feminidad que pertenece mucho al mundo de hoy: la
perfecta naturalidad”, añadió el diseñador napolitano afincado en Milán.
A pesar de la insinuación de
una cita ilícita en un hotel extranjero, las fotografías y el estado de ánimo
tienen cierta inocencia y feminidad, incluso cuando la femme fatale toma el
ascensor en un cóctel de encaje negro escotado en el camino hacia la lavandería
del sótano inferior.
Mientras que el chico, de
apariencia “gender-bending”, aparece con sudaderas cortadas o suéteres de
mohair terminados con cuellos de punto acanalado, aunque Marilyn lleva esta
última prenda con un sujetador de cristal rosa, mientras se desploma en la cama
de su habitación de hotel retro de los años 50.
Respecto a los zapatos,
Dell’Acqua viste a Norma Jean Mortensen, para decir su apellido de soltera, con
sandalias de terciopelo morado con tacón de aguja y hebillas de cristal grueso,
tacones altos de raso rojo y fuertes plataformas de charol.
Decadencia burguesa mezclada
inteligentemente con la icónica sesión de fotos de Marilyn de 1962 de Bert
Stern, fotografiada en la suite número 261 y el bungalow 96 del hotel Bel-Air
en Los Ángeles para la revista Vogue.
Las imágenes aparecían en la
edición de septiembre de la revista, que fue impresa el 6 de agosto, un día
después de que Monroe, la mayor estrella de cine de todas, fuera encontrada
muerta por una sobredosis de barbitúricos.
Adiós Norma Jean. Aunque nunca te conocí en absoluto. Tuviste la elegancia de mantenerte en pie, mientras los que te rodeaban se arrastraban.
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