Alexander McQueen y Sarah Burton volvieron a Londres el lunes con un desfile en una azotea a la hora de comer, una tormenta visual de moda después de la inquietante calma del confinamiento.
El desfile se celebró en el
interior de una gigantesca cúpula transparente hecha a medida para la ocasión y
colocada sobre el último piso de un aparcamiento de Yellow Park, en Wapping,
bajo un cielo londinense salpicado de cúmulos, que fue la inspiración inicial
de esta colección primavera- verano 2022.
Era el primer desfile de la
marca desde el de marzo de 2020 en París, cuando Burton presentó una selección
de heroínas modernas, desde una modesta María I de Escocia hasta Calipso, en
fragmentos de faille y cristales.
Desde entonces, la casa
presentó varios vídeos extravagantes: una colección femenina primavera- verano
2021 en modo alondra cazatesoros rodada en las fangosas orillas del Támesis y
su colección masculina primavera- verano 2021, digna de Escher, filmada bajo
los blancos acantilados de New Haven.
"Trabajamos en un estudio
en Clerkenwell, y fuera hay un balcón desde donde vemos constantemente el
cielo, llueva, truene o haga sol. Hace poco nos sumergimos en el barro del
Támesis y esta vez miré al cielo, donde las chicas eran cazadoras de tormentas.
Me gusta la idea de no saber lo que te va a deparar el día, tienes que ser
valiente y enfrentarte a ello", explicó Burton tras el desfile.
El impacto se acentuó con lo
que los franceses denominan un "casting sauvage", varias chicas indie
arty y punky que desfilaron junto a Naomi Campbell, que apareció con un vestido
corsé sin tirantes debajo de una chaqueta cubierta de cristales para el pase
final.
Todas aparecieron desde una
escalera escondida, la primera modelo recorrió la pasarela circular de madera
de pino luciendo un abrigo de lana de doble botonadura y mangas abombadas.
Cortado con un escote profundo dejando al descubierto un enorme tatuaje de un
cardo negro que subía por el cuello.
La banda sonora de una
tormenta marina marcó la pauta durante 30 minutos, mientras los invitados
ocupaban sus asientos.
Esta temporada, Burton relajó
sus estilismos mostrando vestidos con cremallera, con múltiples fruncidos y
estampados de nubes al amanecer, sobre un cielo azul o al anochecer.
También alternó sus chaquetas
de hombros caídos con pantalones de pinzas y utilizó uno de sus juegos visuales
favoritos: el abrigo Janus, una prenda de doble botonadura con estampado
Príncipe de Gales en la parte delantera y faille de piedra con polisón en la
parte trasera.
Aunque su mejor propuesta
probablemente fuese un gigantesco vestido camisero que recordaba a un
paracaídas vertical ondulando frente al gigantesco paisaje urbano. Un paisaje
que parecía captar toda la energía y construcción de la capital británica: al
este, hacia Tobacco Docks y Greenwich, y al oeste, hacia la catedral de
San Pablo y
todos los nuevos y elevados rascacielos: el Shard, el Cheesegrater y el
Gherkin.
"Me encantó la colección,
iba anotando en mi cabeza todos los estilos que quería. Este, este también, y
también este", dijo entre risas la estrella de Juego de Tronos, Emilia
Clark, mientras ella y Vanessa Kirby, de The Crown, se apiñaban con Burton
entre bastidores. En la primera fila, Kosar Ali, de la película Rocks, estaba
impresionante con una cazadora de cuero rizado de McQueen, mientras que Daphne
Guinness charlaba sin parar con el sombrerero irlandés Philip Treacy.
Un desfile en una burbuja
gigante, pero no era una burbuja para el coronavirus, ya que la colección
miraba con optimismo más allá de los oscuros días de la pandemia.
Todo ello para llegar a un
gran final protagonizado por vestidos de tubo bordados con lentejuelas a modo
de lluvia (cortes elegante y de estilo punk creados con gran destreza) y varias
chaquetas negras con adornos de tul, rematadas con diseños de gotas de lluvia
de cristal.
Antes de que la diseñadora
saliera a saludar entre intensos aplausos, el sol esperaba justo detrás de las
nubes para evitar que la gigantesca cúpula se calentara demasiado.
"Así es Sarah, nadie le
dice lo que tiene que hacer. Lo decide todo ella, ¡hasta es capaz de controlar
el tiempo!", decía entusiasmado Francois-Henri Pinault,
CEO de Kering,
que controla la casa McQueen además de Gucci, Balenciaga, Bottega
Veneta y Saint Laurent.
Pinault destacó que el grupo
Kering dejaba en manos de cada casa la decisión de dónde y cuándo desfilar.
Varias marcas del grupo empezaron a saltarse las temporadas marcadas durante
los últimos años, causando varias polémicas dentro de la industria.
"Sí, estamos volviendo a
las pasarelas, pero cada marca lo hace a su manera. Bottega irá a Detroit y
Saint Laurent a Los Ángeles. Esto no se decide nunca a nivel corporativo",
explicó Pinault.
También le preguntaron por el
negocio, ya que la empresa anuncia sus resultados la semana que viene.
"Nos ha ido bien gracias
a China y Norteamérica. En China sabíamos que habían salido del confinamiento
mucho antes que todos los demás. Nos ha sorprendido Estados Unidos, donde la
recuperación ha sido mucho más rápida de lo esperado. En Europa las cosas son
muy diferentes, pero como no hay turismo era de esperar", dijo Pinault,
que por una vez no tuvo que desplazarse muy lejos para asistir a un desfile de
Kering. Afincado en Londres, vive solo a media hora al norte, en Hampstead.
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