Si Chanel abrió la jornada del 25 de enero con una imponente Carlota Casiraghi en el Grand Palais, el modisto francés Alexis Mabille fue el encargado de tomar el relevo de la maison, organizando un show íntimo en la Salle Pleyel, un histórico espacio situado en la rue Faubourg Saint-Honoré habitualmente dedicado a la celebración de conciertos y espectáculos.
Con la arquitectura art déco
del espacio como decorado, el diseñador desplegó su colección para la próxima
primavera-verano 2022 alrededor del tema del deseo. “Ganas de belleza y de
carisma. Sed de sensualidad y de destellos. Deseo de una ‘couture’ carnal.
Sobre la piel, lencería, vestidos, "smokings" o camisas, siempre con
un giro”, desveló el creador sobre sus intenciones en las notas que acompañaron
a la propuesta.
Una visión apasionada que se
apropio de los 25 looks que compusieron la propuesta, declinados con una paleta
de tonos nude, champagne, blanco y negro. Hubo espacio para diversas propuestas
de vestidos: diseños amplios de estilo camisero, relajados, dejando los hombros
al descubierto; siluetas de cuello halter y efecto plisado y vaporoso en
organza y seda de popelina; propuestas que incluyeron delicadas caperuzas de
seda o constantes juegos con el bustier, sello de la firma francesa, en su
versión lencera con encaje de Lyon y bordados de perlas, así como un vestido
lencero a partir de un corset de encaje de Chantilly o
en un body-corset negro de satén.
Entre las propuestas mas
llamativas destacaron el look de cierre, una gran capa negra y beige que creaba
un efecto de lazo alrededor de la cabeza sobre un mono de tul bordado, varias
propuestas de "smoking", completadas con una capucha de de encaje de
Chantilly o con una larga falda plisada y un cinturón joya; así como un
espectacular mono ajustado de sugerentes transparencias a través de su encaje
negro.
La misma jornada propuso un
viaje de la sobriedad cromática de Alexis Mabille a la explosión de colores
flúor de la diseñadora griega Celia Kritharioti, quien presentó su colección
“City of Lights” ya caída la noche, en una de las salas del Palais de Tokyo.
Propietaria de la casa de moda griega más antigua, fundada en 1906 en Atenas,
la diseñadora Celia Kritharioti sorprendió con más de 60 looks, en su gran
mayoría destinados a acaparar los flashes en las alfombras rojas. Sin ir más
lejos, la creadora ateniense ya ha vestido a personalidades como Natalia Vodianova, Imán o Naomi Campbell.
“La colección celebra los
colores y la artesanía, que festeja a vida”, explico Kritharioti sobre su
regreso, subrayando que “la declaración mas optimista para la industria de la
moda es estar presente” y que “vendrán mas días cargados de color”. Una
filosofía positiva que impregnó todos y cada uno de los diseños. Si la primera
parte del desfile se centró en minifaldas, vestidos cortos y crop tops para el
día, completados con delicados bordados y aplicaciones a modo de flecos; la
segunda parte dio paso a imponentes y voluptuosos vestidos largos de princesa,
que viajaron de los degradados en tonos piscina hasta siluetas neón que brillan
en la oscuridad.
No faltaron los detalles
couture, en tops o cuellos elevados con plumas de avestruz, las transparencias
bordadas a modo de coloridas flores primaverales, las enormes faldas de tul,
las extensas capas blancas o las sensuales aberturas laterales. En una apuesta
por la tendencia del momento, la marca griega también apostó por el tiro bajo
en uno de sus looks de gala: un conjunto fucsia de bustier ajustado y amplia
falda a partir de la cadera que dejaba intuir el ombligo y las ganas de una
“couture” fresca y pop. La característica novia de cierre de los desfiles
lució, por su parte, un top blanco en forma de lazo, al igual que sus
acompañantes. Tres niñas pequeñas desfilaron con una versión del look en
miniatura, a modo de damas de honor.
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