Ante un amanecer distópico, imaginado por el dramaturgo Philippe Quesne, la firma francesa desplegó los encantos de su colección otoño-invierno 2022. Fue el pasado miércoles 19 de enero, en los Ateliers Berthier situados a escasos pasos de Porte de Clichy, en el 17ème arrondissement de París. Un gran espacio industrial, dedicado a la creación y al almacén de decorados de teatro, que acogió la oda al crepúsculo en movimiento de la marca nacida en 1991.
Los asistentes, con asientos
privilegiados frente al espectáculo creando una forma semicircular,
contemplaron la metafórica salida del sol representada mediante un decorado en
lento movimiento ascendente e iluminado con la fuerza de potentes focos,
inspirada por las investigaciones de la fotografía en movimiento de
Étienne-Jules Marey. En un ambiente espacioso en tonos bruma y pastel, que
sugería un espacio prácticamente desértico que bien podría haber formado parte
de la reciente versión cinematográfica de "Dune", de Denis
Villeneuve, los modelos se cruzaron en diferentes direcciones, desfilando con
la ligereza que siempre caracteriza las creaciones de Lemaire.
Serenidad lograda gracias a la
combinación de espacio y de fotografía, pero también mediante las líneas
relajadas de las siluetas, tanto para hombre como para mujer. Prendas
informales a la vez que sofisticadas, fieles al posicionamiento de
"everydaywear" de la firma premium, detrás de cuyos diseños se
encuentran su propio fundador, Christophe Lemaire,
y la diseñadora Sarah-Linh Tran, quienes en paralelo también trabajan para el
centro de Uniqlo R&D en París y para la línea Uniqlo U.
De inspiración viajera, la
colección se asentó sobre superposiciones de prendas en colores neutros, del
blanco al negro pasando por el verde oliva, el burdeos y una serie de tonos
tierra, configurando un armario texturizado y versátil, en el que las prendas
son fácilmente intercambiables de un look a otro. Los reconocibles largos
abrigos y trenchs relajados de tradición asiática compartieron protagonismo con
cazadoras de entretiempo de estilo aviador o impolutas chaquetas
"sahariennes", lucidas con pantalones holgados de sutiles dobladillos
remangados.
Faldas midi para ellas, con un
efecto dinámico que Lemaire también consiguió mediante la combinación con
elementos acolchados a modo de pareo sobre los pantalones. Finos vestidos y
medias de punto, abrigos de lana o sencillas camisas de algodón ligero que,
ante el riesgo de tempestad, desfilaron con perfectas gabardinas, creando el
aspecto nómada de los modelos. O cazadores-recolectores contemporáneos, como
definieron desde la propia firma asentada en Le Marais.
La marca, participada por el
grupo japonés Fast Retailing desde 2018, destacó de nuevo por su trabajo de los
accesorios. Las recurrentes balaclavas de los desfiles de esta temporada fueron
interpretada de forma discreta y tonos neutros, dejando entrever el cabello al
viento, mientras que los bolsos se declinaron en prácticos modelos de cuero
para el día a día, bandoleras cruzadas o grandes bolsas de viaje de efecto
acolchado. En este espíritu explorador, tampoco faltaron guiños como las
elegantes bolsitas para llevar las cantimploras.
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