Presentar su talento en Nueva York era el “sueño” de dos jóvenes diseñadoras españolas que este domingo, finalmente, vieron desfilar sus creaciones en una de las icónicas azoteas de la ciudad con el famoso “skyline” de fondo.
La asturiana Gabriela Rose,
con su firma Paniculata, y la catalana Paola Molet, con su marca homónima,
arrancaron aplausos a su paso por “Flying Solo”, una plataforma de talento
emergente que mostró el “futuro” de la moda desde las alturas del barrio del
Soho.
“Siempre soñé con desfilar en
Nueva York y aquí estamos, después de ocho años”, dijo a Efe una pletórica
Rose, cuya firma nació en 2013 con el premio al mejor proyecto de sus estudios
de moda y ahora cuenta con un “atelier” en A Coruña.
Bajo el título “Run It”,
propuso una colección basada en el concepto de “moda lenta” con tejidos
naturales y una elaboración artesanal hasta en los tintes, buscando en verduras
como la remolacha el color rosa, que fue predominante.
Pero, sobre todo, quiso enviar
un mensaje de “fuerza” desde su propia experiencia: “Las cosas se consiguen,
pero hay que creer (en una misma), nadie lo va a hacer por ti”, apostilló la
joven, que despegó gracias a Isla Bonita,
programa de apoyo a la moda creado en la isla canaria de La Palma.
Rose, que se declaró una apasionada
de la moda desde niña y se introdujo en este sector trabajando primero como
azafata en eventos, aunó un estilo casual con la alta costura haciendo un”
guiño” a Estados Unidos y España.
También pensó en reflejar el
momento de salida de la pandemia: “Estamos todos en casa, con el punto, que es
súper cómodo. Quería más calle, vida, color”, apuntó.
En ese sentido, propuso
conjuntos casuales de tejano y sudadera, y otros más elevados, como un traje
sastre morado con mangas de plumas, hasta un abrigo de paño lila.
Por su parte, la catalana
Paola Molet presentó una colección dedicada a Camille Claudell, recordada por
ser pareja del escultor Rodin, y a otras “mujeres artistas que, por las normas
sociales, teniendo un talento increíble, no pudieron ejercer” sus habilidades,
explicó.
“Yo me siento afortunada por
ser una mujer de 23 años que puede enseñar aquí sus creaciones, y quiero hacer
un reconocimiento a las que no tuvieron las mismas oportunidades”, comentó.
Las propuestas de Molet
utilizaron una paleta de colores neutros y difuminaron la barrera entre lo
femenino y masculino con la sudadera “oversized” como estrella, ya que se
define como una “marca sin género”.
La camisa fue otra pieza
esencial y sobresalió una blanca con mangas abullonadas, así como prendas
clásicas como el pantalón adornadas con encaje o forros de satén.
La diseñadora, que se inició
en la pasarela 080 Barcelona, dijo estar emocionada al ver
“meses de trabajo” condensados en los dos minutos de desfile que han supuesto
su salto fuera de España.
“Las cosas buenas pasan”,
aseguró Molet, quien se graduó de sus estudios de moda en 2020, el año en que
se desató la pandemia, y que, coincidiendo con Rose, abogó por “luchar por los
sueños”.
Las dos desafiaron la nieve
que caía este domingo en la tercera jornada de una Semana de la Moda que vuelve
a apostar por los desfiles presenciales y en la que también fue protagonista
Custo Barcelona.
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