Lejos de las cargadas agendas de las 4 grandes semanas de la moda internacionales, Barcelona parece encontrar un sitio con nombre propio, al margen del circuito tradicional y de las organizaciones grandilocuentes. Obligado a repensar su modelo a causa de la pandemia, el evento catalán de moda de referencia apostó por acelerar en el plano digital a lo largo de sus últimas ediciones y se concentró en 2 ejes de trabajo a modo de apuesta cualitativa: sostenibilidad e innovación. Mejoras cocidas a fuego lento a lo largo de los últimos meses que tomaron forma en su regreso al formato físico, en la celebración de su 30 edición entre los pasados 25 y 28 de octubre en el Recinto Modernista de San Pau. Una cita que contó con las presentaciones de 23 diseñadores y marcas.
“La respuesta ha
sido muy positiva y los diseñadores están encantados. Estamos recogiendo los
frutos del trabajo de los últimos meses, uniendo estrategias con lo mejor de lo
digital en cuanto a la comunicación y lo mejor del físico de nuestros
orígenes”, celebró la directora del evento Marta Coca, sin perder de vista las
dificultades del contexto actual.
“Es una buena
señal, pero tenemos que ser conscientes de que vienen tiempos duros para el
negocio de la moda, entre la inflación y las tensiones geopolíticas”, admitió
la consejera, reconociendo que los “buenos resultados” de la industria en los
primeros 3 trimestres “probablemente acusarán un último trimestre más difícil y
menos positivo de lo habitual gracias a las campañas de Black Friday y
Navidad”.
La segunda mano se sube a la passarel·la
Una de las
prioridades en el proceso de evolución del evento, organizado por la
Generalitat de Cataluña con un presupuesto de 3 millones de euros al año, se ha
enfocado a la sostenibilidad. “Durante mucho tiempo, se ha percibido la moda
sostenible como una propuesta para bolsillos pobres. Hemos querido elevarlo
porque es importante concienciar al consumidor para que apueste menos por el
armario y más por los tejidos duraderos”, reflexionó Marta Coca, subrayando la
labor pedagógica de la plataforma que, en su última edición, se materializó en
su primer desfile de ropa de segunda mano bajo el nombre 080 Reborn.
Una propuesta
organizada por la Agència de Residus de Catalunya, el CCM y Girbau LAB de la
mano de los estilistas Fermin+Gilles, al cargo de concebir una colección
elaborada a partir de prendas recuperadas de plantas de clasificación de
residuo textil y ropas de segunda mano como Humana, Solidança, Formació i
Treball, Flamingos Vintage Kilo o Las Pepitas, entre otras. ¿El resultado? Un
show de aires retro y vintage, en el que lucieron como nuevas piezas de marcas
como Fred Perry, Dior o Dr. Martens.
“Es fundamental
dar a conocer y otorgar prestigio para que las prendas puedan tener una segunda
vida. No es algo que vaya en contra de los diseñadores o las ventas, como
muchos pueden temer. Al revés, los creadores con los que trabajamos están
interesados en que los clientes lleguen a invertir más en prendas de calidad
que puedan volver a colocarse en la cadena de valor. No debe ser una guerra
entre la tendencia y el upcycling, hay sitio para todos”, analizó la directora,
insistiendo en la relevancia del trabajo en ecodiseño.
“Aunque 080
Barcelona Fashion está orientada a la prensa y a la visibilidad de las
marcas, 080 tiene la obligación de concienciar y respaldar la subida de
precios. El desafío es reducir el consumo vacío y promover la compra pensada,
responsable y de calidad”, aseguró Marta Coca sobre el deber de la plataforma
pública.
Para ello, 080
Barcelona Fashion trabaja en el Pacto de la Moda Circular de Cataluña. Un
programa voluntario, al que ya se han sumado productores de moda, gestores de
residuos, centros tecnológicos y organizaciones gubernamentales y que tiene por
objetivo fijar objetivos comunes, llevando a cabo mesas de trabajo de
comunicación y financiación.
“Desde el año
que viene, se aumentaron las exigencias a las marcas de la plataforma en
materia de sostenibilidad y de tallaje disponible en las tiendas. Aquellas que
cuenten con un volumen determinado de puntos de venta, estarán obligadas a
contar con corners dedicados a la segunda mano o encargarse de la recogida
selectiva de prendas”, citó como ejemplo la representante, avanzando que los
requisitos serán aún más elevados a partir de 2025.
Frente a las
dificultades de convencer a las empresas de invertir y probablemente subir sus
precios con las consecuentes reticencias de los consumidores finales, Marta
Coca defiende que la idea es que “en un par de años el efecto sea “inocuo”, de
modo que aunque las líneas auxiliares de negocio no aporten beneficios, no
penalicen la rentabilidad de las empresas en un primer momento”. Y sentenció:
“No hay más que abrir la ventana y comprobar que este tiempo no es normal a
estas alturas del año. No podemos seguir retrasando el cambio, tenemos que
actuar ya”.
En la búsqueda de la propuesta híbrida
Las novedades
tecnológicas corrieron a cargo de LR3 Experience de LR3 Louis Rubi, un espacio
en el que la marca disruptiva fundada en 2019 propuso una experiencia
alternativa en la que aunó innovación, arte y moda. A través de una experiencia
de realidad virtual de una decena de minutos, la firma propuso un innovador
formato digital para la presentación de su colección, abierto al público
durante todas las jornadas del evento.
Asimismo, la
marca contó con un espacio de presentación a modo de exposición artística, en
la que los visitantes pudieron acercarse a las prendas físicas caracterizadas
por el uso de sedas o terciopelos, así como por el contraste de estampados de
flores o cuadros.
“Hay una euforia
general motivada por el regreso al plano físico, pero es cierto que las
presentaciones digitales nos permiten mayor riqueza de los materiales y
contenidos, preparados con más tiempo”, reflexiono Marta Coca, anticipando que
la estrategia del evento en el futuro, tanto en materia de formato como de
calendario, será definida el próximo mes de diciembre una vez que la plataforma
cuente con el feedback de los participantes. “En todo caso, no planteamos un
cambio radical”, confesó, dejando entrever que su única espinita clavada es
llegar a establecer alianzas con la ciudad.
“Tenemos claro
que la marca comercial de Cataluña es Barcelona. Para la pasarela sería ideal
poder tener al Ayuntamiento como aliado para facilitar las cosas, abrir
espacios y tejer sinergias intersectoriales. La moda es una industria muy
lifestyle que podría colaborar con otras industrias y envolver la ciudad
durante los días de semana de la moda”, argumentó, tomando como referencia la
organización de eventos en Copenhague.
Viejos conocidos y nuevos emergentes
La fashion week
apostó por una agenda tan completa como ecléctica, en la que no faltaron
perfiles asentados y fieles a la pasarela como Custo Barcelona, Lola Casademunt
by Maite, Menchen Tomas, Guillermina Baeza, Lebor Gabala o Simorra. No
obstante, cabe destacar las propuestas de firmas más jóvenes, tales como la
sastrería mixta y elegante de Avellaneda; los volúmenes de tul y estilo gótico
de Reveligion o la apuesta genderless y sostenible de Martin Across.
Mención especial
merece la participación de firmas de carácter digital como Is Coming, la marca
impulsada por el fundador de Hoss Intropia, Constan Hernández; o Amlul, la
propuesta de prendas atemporales de producción de proximidad de la influencer
gallega Gala Gonzalez. Finalmente, las propuestas más pop corrieron a cargo de
Dominnico y Yolancris, dos de las firmas más internacionales del calendario
barcelonés, que ya saben lo que es vestir a estrellas de la música como Rosalía
o Beyoncé.
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