La limitación a
60 o 90 días muestra un compromiso entre sostenibilidad social, propietarios,
turistas y residentes.
Airbnb, la
compañía de alojamientos entre individuales, tomó a la industria hotelera y a
los reguladores municipales del mundo por sorpresa hace ya casi una década.
Tras infinidad
de quejas, acusaciones y denuncias, Airbnb y la mayoría de sus rivales
establecidos como HomeAway o Tripping, están hoy totalmente aceptados a nivel
social como método de alojamiento cuando los turistas visitan las principales
capitales del mundo donde la presencia de este tipo de compañías ha sido significativa. Y es la aceptación y la madurez de estos
servicios, junto con el tiempo, que han llevado al entendimiento entre Airbnb y
los equipos de gobierno de ciudades como Nueva York, Ámsterdam o Londres para
superar el mayor escollo: el impacto económico que el alquiler de domicilios completos a corto
plazo.
Los propietarios
han visto en Airbnb un gran escaparate que ha propiciado el auge de un nuevo
gran negocio como son los alquileres por días y semanas. Un método mediante el
cual pueden sacar mayores rendimientos económicos a sus inmuebles. La “cara
B” del alquiler a corto plazo para turistas ha sido la bajada de la oferta de
pisos disponibles que se alquilaban a largo plazo a residentes de la ciudad. Y con la menor oferta, llegaba
el alza de precios. Ciudades como Barcelona lo han vivido en sus carnes.
Pero el método
de Colau en la Ciudad Condal, y de Carmena en Madrid de acudir con multas y
requerimientos judiciales no está dando resultado. Mientras, ciudades como Ámsterdam han obligado a Airbnb
a limitar a 60
días el máximo de noches que
un piso completo puede ser alquilado de forma completa a través de sus
servicios. Londres ha puesto el límite
en 90 días . De esta
forma, el extra económico de los propietarios se quedará ampliamente reducido,
y el incentivo de alquilar a corto plazo desaparecerá para la mayoría,
devolviendo los pisos al mercado del alquiler tradicional para residentes. A
cambio, Airbnb consigue mantener en el mercado inmuebles para que sean alquilados en el
tiempo entre que el propietario encuentra unos próximos inquilinos adecuados para su vivienda.
Mientras tanto,
los alquileres de habitaciones sueltas en pisos por sus residentes seguirá sin
restricciones como hasta ahora en ambas ciudades, con la condición de que los
arrendadores respeten las normas de tasación correspondientes según la
legislación vigente, declarando los ingresos cuando sea debido.
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