Casi 9.500 euros
por un vídeo en Youtube o 6.300 por un post en Facebook, según una tabla de
tarifas para prescriptores que no necesariamente llegan a las cifras de las
superestrellas.
Casi 9.500 euros
por un solo vídeo en Youtube o 6.300 por un post en Facebook si su autor/a
acumula medio millón de seguidores en cada una de estas plataformas.
Cerca de 1.000 euros por una única fotografía en Instagram o más de 1.200 por
una entrada en un blog en caso de tener 100.000 followers o usuarios de la
página en cuestión.
Con esta misma
cantidad de audiencia, se puede ingresar alrededor de 560 euros por los 140 caracteres de
un único tuit. Son algunas de las tasas actualizadas para influencers
que aparecen en un gráfico confeccionado por la experta en marketing
sudafricana Chiara di Rago. Portales de prestigio como Social Media Today están validando estos
honorarios como una buena referencia.
Se trata de
líderes de opinión cuyas acciones, comentarios y recomendaciones determinan en
buena medida lo que harán en el futuro los miembros de las comunidades que les
observan permanentemente. Existen desde hace décadas y su relevancia va ligada
a los medios masivos. Sin embargo, estos prescriptores nunca habían gozado de tanto poder como ahora, gracias a internet y, en especial, las redes sociales.
Las empresas e
instituciones son perfectamente conscientes del papel que juegan y los han integrado en el sector de la comunicación hasta el punto de que las tarifas que
aplican por promocionar productos y servicios son superiores a las de la
mayoría de las organizaciones periodísticas. Pero,¿cómo se calcula exactamente lo
que cobran?
En general, los
anunciantes, los propios influencers, sus agentes o representantes y todo tipo
de intermediarios han intentado ocultar cuánto se paga en este lucrativo
negocio. Los acuerdos tradicionalmente se cierran con discreción y ninguna de
las partes cuenta con detalles en qué consisten. Circulan por internet diversas
tablas que se aproximan a
las retribuciones que supuestamente perciben estos líderes 2.0.
No obstante, sus
responsables son conscientes de que las cifras, que cambian constantemente, no
son demasiado fiables. En cambio,recientemente se ha difundido
una lista mucho más precisa elaborada
a partir de las aportaciones de compañías y medios de lo más solventes:Adweek, Webfluential, Business 2 Community, The Wall Street Journal o The
Washington Post, entre otros.
Dejando al
margen a las superestrellas de los espectáculos o los deportes —Taylor Swift,
Justin Bieber, Kim Kardashian, Lebron James, Gerard Piqué...—, que no se someten a esta lógica, y a las nuevas figuras
digitales como los youtubers PewDiePie o El Rubius, que están en otra
categoría, este baremo es el que se suele aplicar en los mercados más
desarrollados del mundo, como el norteamericano.
Según el Estudio
Anual de Redes Sociales 2016 de IAB Spain (consultar en formato PDF), el 92% de los ciudadanos
confía más en el contenido producido por otras personas que en la publicidad
convencional. Además, el 85% sigue a influencers en sus plataformas 2.0. Los profesionales
del marketing recuerdan que los prescriptores con más seguidores no son siempre los más
adecuados para sus
campañas. Hay que analizar también las interacciones que motivan y cómo se
recupera lo que se invierte en ellos.
Sea como fuere, la industria
necesita una base para quienes, sin alcanzar a celebridades de récord como la
cantante Selena Gómez o el futbolista Cristiano Ronaldo, tienen su público. Y eso es lo que proporciona el
cuadro de Chiara di Rago, en el que se cruzan variables como las
distintas webs y los números de followers o visualizaciones para llegar a
honorarios en moneda estadounidense (el cambio es de 0,93 dólares por euro).
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