Hoy queremos compartir un artículo del
Blog de la Fundación para la Economía Circular, sobre la función que desempeña
la economía circular en la cadena de valor del textil, escrito por la Directora
Ejecutiva de la Fundación para la Economía Circular, Anabel Rodríguez.
ECONOMÍA CIRCULAR EN LA CADENA DE VALOR DEL
TEXTIL
El concepto de economía
circular hace hincapié en la importancia de mantener el valor de los productos el mayor
tiempo posible y evitar los residuos. Funciona manteniendo los
recursos en la economía cuando un producto ha llegado al final de su vida útil,
de modo que puedan continuar utilizándose con provecho una y otra vez para
crear más valor. No hace falta decir que, por definición, la economía circular
se opone a la «economía lineal», caracterizada por la simple cadena de
«extracción – producción – consumo – eliminación».
La transición a una economía
circular exige la introducción de cambios en todas las cadenas de valor
incluyendo la del textil, desde el diseño de los productos hasta los nuevos
modelos de gestión y de mercado, desde los nuevos modos de conversión de los residuos en un activo,
hasta las nuevas
formas de comportamiento de los consumidores. Todo eso implica
un cambio sistémico completo, así como innovar no sólo en las tecnologías, sino
también en la organización, la sociedad, los métodos de financiación y las
políticas.
Dentro de las políticas sobre
economía circular, el
textil es uno de los flujos materiales donde se requiere actuar de forma
prioritaria.
En primer lugar, porque su industria es muy contaminante y consumidora
de recursos. Efectivamente, la fabricación de la ropa requiere de materias primas (naturales o
sintéticas) así como elevado consumo de agua, y su transporte tiene
consecuencias para el cambio climático, así como el tratamiento posterior que
se realice al finalizar su vida útil. Por ejemplo, un estudio
de la Universidad de Cambridge estimó que por cada kilogramo de tejido textil
producido globalmente se consume 0,6 kg de petróleo y se emiten 2 kg de CO2 equivalente
a la atmósfera. Asimismo, el consumo de recursos hídricos para la producción
también es importante. Por ejemplo, para producir un pantalón vaquero se
requieren 3.000 litros de agua, y para una camiseta de algodón unos 1.200
litros.
Por otro lado, nuestra sociedad cada vez es más caprichosa y
consumimos más productos textiles, básicamente ropa; esta, además, con un ciclo
de vida cada día más corto.
La prevención de residuos
textiles es una cuestión que no debe obviarse en la consecución de los
objetivos marcados por la Unión Europea para todos los Estados miembros. La reducción de la cantidad de residuos
generados incluye, entre otros, la prolongación del ciclo de vida de la ropa,
así como su preparación para la reutilización. Asimismo, el
ecodiseño y la refabricación son elementos claves para poder cerrar el ciclo.
Un diseño que permita su reparación o bien su separación en partes, por
ejemplo, para el caso del calzado, facilitaría y fomentaría una mejor
preparación para la reutilización.
Una cadena del textil más
circular
Para hacer más circular la
cadena del textil, en España, es fundamental:
- Fomentar la ecoconfección de los productos (por ejemplo, fabricación de nuevas prendas de vestir a partir de hilo reciclado), a través de medidas como los incentivos económicos, los premios al ecodiseño/innovación, guías de buenas prácticas, y campañas de información.
- Mejorar las estadísticas de producción, recogida, reutilización, reciclado, etc.
- Optimizar la recuperación material.
- Fomentar la moda sostenible y los mercados de segunda mano.
- Crear un esquema de responsabilidad de los productores similar a Eco-TLC existente en Francia. En el año 2013, Eco-TLC recogió 159.300 toneladas de residuos textiles, de los cuales un 64% fue destinado a la reutilización y el 35% al reciclaje y a la valorización energética.
- Fomentar cambios de comportamiento en los ciudadanos como consumidores. La ciudadanía debe entender qué se hace con la ropa y cuál es el fin último. Si bien se debe huir, en la medida de lo posible, de la percepción de la ropa como caridad hacia una concepción de la misma como un residuo que, adecuadamente gestionado, puede tener más vidas y, por tanto, ser reutilizada evitando potenciales impactos.
Respecto al primer punto,
aplicar ecoinnovación
y ecodiseño en la fabricación del textil, hay que decir
que ya existen casos y experiencias,
dentro y fuera de España, dirigidas a promover una industria textil más
sostenible. A título indicativo, el año pasado Escocia puso en
marcha un Fondo de Textiles para la Economía Circular, gracias al cual los diseñadores
podían solicitar hasta 5.000 libras para desarrollar proyectos encaminados a
lograr una industria más sostenible. Asimismo, existen varios proyectos
financiados por la Unión Europea como EcoProFabrics o Resyntex. Y la
administración del Norte de Londres ha publicado recientemente la guía Getting value from your wardrobe,
que explica cómo conseguir el máximo aprovechamiento de tu ropa.
En el ámbito empresarial, cabe
citar a Ecoalf, la cual fabrica prendas a partir de redes de pesca de
poliamida, botellas de plástico, lana y algodón posindustrial, neumáticos
viejos y otros materiales que obtienen de España, Taiwán, Portugal, México o
Corea. Otros casos paradigmáticos son Timberland, cuyas botas hechas con
revestimiento PET 100% reciclado a partir de botellas de plásticos recicladas,
cordones de PET 100% reciclados y una suela de goma hecha de un 42% de caucho
reciclado, son ya muy conocidas. O la marca de vaqueros MUD Jeans, que fabrica
sus prendas con un 20% de algodón reciclado; además esta empresa es un ejemplo
de “nuevo modelo de negocio” ligado a la economía circular, que vende servicios
en sustitución de productos, ya que también ofrece la posibilidad de alquilar
tus vaqueros por una cierta cantidad al mes, y poder cambiarlos por otro par
cuando quieras.
Por otro lado, y en cuanto a
los residuos textiles, hace falta en España una regulación clara y unas
estadísticas fiables sobre su gestión. Uno de los problemas de que estos
residuos no cuenten con una clara regulación, es que las entidades no cuentan
con autorizaciones que tampoco exigían las entidades locales. Si bien esto está
cambiando mediante la incorporación de convenios o mediante licitaciones donde
quedan especificadas las normas a seguir (entre ellas, la obligación de
facilitar los datos de recogida a la administración competente).
El problema de la trazabilidad
del residuo es que puede acabar en almacenes de clasificadores no autorizados
que venden la ropa en estado original (al peso tal cual se recoge),
difuminándose la condición de residuo y perdiéndose información en el camino.
Es importante poder tener una
adecuada trazabilidad de los residuos textiles para su contribución a los
objetivos de reciclaje 2020 y 2030 marcados por la Unión Europea. El reto es,
precisamente, encontrar un punto adecuado donde, permitiéndose su trazabilidad,
no se pongan trabas a la recuperación que ya está en funcionamiento.
Respecto a fomentar la
recuperación material, en el estudio de la Fundación anteriormente precitado,
establecimos una serie de acciones, a modo de hoja de ruta, para mejorar la
reutilización y el reciclado del textil en España:
- Adecuada regulación administrativa y apoyo institucional.
- Legalización de los contenedores piratas. La cantidad estimada en España que va por esta vía (aproximadamente unas 6.000 toneladas) automáticamente se sumaría a la reutilización+reciclado, o por los menos una buena parte de estas.
- Fomento de la recogida separada obligatoria de los residuos textiles con el objetivo de que sean reutilizados o reciclados.
- Incremento de la red de recogida a través de puntos limpios (fijos o móviles), comercios, etc. y promover la entrega en esos puntos por parte de los hogares y otros generadores en el ámbito municipal. Esta acción no sustituiría, sino que complementaría a la recogida en contenedores por entidades de economía social o empresas comerciales.
- Fomentar la creación de tiendas dedicada a la reparación y a los arreglos, así como a la venta de ropa de segunda mano.
- Proteger las profesiones artesanales como la de zapatero, cuya labor no se limita a arreglar las suelas de los zapatos, sino también a coserlos y, en definitiva, a repararlos. Un profesional que además es capaz de arreglar bolsos, cinturones y otros artículos de piel.
- Homologación por parte de la administración de Centros de Reparación para la Reutilización, estableciendo normas mínimas para su funcionamiento y control (relativos a procesos de comprobación, reparación, control de calidad, limpieza y garantía de que asegure el buen funcionamiento del producto reutilizado).
- Facilitar, con carácter prioritario, el acceso de las entidades dedicadas a la reparación y reutilización en los almacenamientos temporales de recogida para segregar los materiales destinados a la reutilización.
- Acuerdo con los Obispados para poder hacer un seguimiento de las cantidades de textiles que se recogen por parte de las parroquias, que normalmente están fuera de la contabilidad del reciclado y que, sin embargo, no son cifras insignificantes.
- El gran reto es retirar cantidades muy importantes de la fracción resto. Para ello es imprescindible combinar todas las acciones existentes precitadas y universalizar estos sistemas de recogida. Los problemas sobre la trazabilidad, la información, etc., son de orden inferior. Es imprescindible resolverlos de cara a la contabilidad del reciclado, pero lo esencial es lograr incrementar la recuperación.
Anabel Rodríguez
Directora Ejecutiva de la
Fundación para la Economía Circular
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