A pesar del
crecimiento, el sector necesita más operaciones de venta para consolidarse
En el 2017 el
ecosistema de start-ups digitales de Barcelona se
ha consolidado como uno de los más potentes de Europa: la ciudad es el
quinto hub tecnológico europeo por volumen, con más de 1.300
start-ups –el 34% del total de las que hay en España, frente al 31% en Madrid–,
y también a nivel de inversión –las start-ups de Barcelona consiguieron 453
millones de euros en el 2017, frente a 309 millones las de Madrid–. Estas
cifras las ha presentado esta semana la Mobile World Capital en un análisis del
sector que tiene en cuenta los datos recopilados por otros estudios, como el
realizado recientemente por el fondo Atomico y que situaba a Barcelona como la
tercera ciudad europea preferida por los emprendedores para montar sus nuevas
compañías.
“En el 2017 se
confirma la buena tendencia. Se consolida el interés de los inversores
internacionales”, valora Carlos Conti, socio de Inveready. Según el
informe de MWC, cerca de la mitad del crecimiento de la inversión en España se
explica por la entrada de más de un centenar de fondos europeos y americanos.
Destaca el
aumento de tamaño de las rondas de inversión en España: de media, en el 2017 fueron
de 3,64 millones de euros, frente a 1,83 millones en el 2016 (y 0,89 en el
2014). Esta cifra está lejos de las magnitudes de los hubs de referencia: en
Silicon Valley el tamaño de las rondas semilla estaría alrededor de 1,6
millones de dólares (1,3 millones de euros) y las de serie A en 11 millones de
dólares (casi 9 millones de euros). En Reino Unido, las semilla en 1,2 millones
de libras (1,4 millones de euros) y las series A, en unos 5 millones de libras
(5,7 millones de euros).
Pero el importe
de las rondas, por sí mismo, no es indicador de madurez. “El tamaño de las
rondas ha aumentado en algunas zonas, en parte por la mayor capacidad inversora
y la aparición de nuevos fondos de capital riesgo. Cuando hay más oferta de
dinero, los fondos acostumbran a poner más presión sobre las empresas que creen
que tienen más capacidad para levantar capital. Eso no es necesariamente
bueno”, apunta Carles Ferrer, socio de Nauta Capital, “porque en realidad los
costes de operaciones de las empresas tecnológicas tienden a reducirse, y es
más importante que las start-ups se gestionen con el dinero necesario, pero no
con más de lo necesario en los momentos iniciales. Muchas veces se aumenta el
ritmo inversor demasiado pronto”.
Además, la
magnitud de las inversiones es sólo una de las dos caras de la moneda. La otra
es la de los “ exits” o desinversiones y ventas de empresas. “Una empresa y un
ecosistema son grandes, no por el dinero que consumen, sino por el dinero que
generan”, dice el inversor especializado en negocios digitales Luis Martín
Cabiedes. “Un ecosistema emprendedor sano no vive de la inversión, sino de los
exits. Y en ese sentido, 2017 ha sido un año peor que 2016”, apunta. En 2016 la
cifra se disparó a 613,2 millones principalmente por una gran operación, la
venta de Privalia a Vente Privée, por cerca de 500 millones de euros. En el
2017 la cifra de desinversiones fue de 285,4 millones, superior a los 181,5
millones del 2015, apunta el informe del MWC.
Carlos Conti
valora que “a nivel de exits seguimos bien, normalizando el tema de Privalia.
Sigue habiendo dinero y se consolidan las mayores rondas, llenando ‘el valle de
la muerte’ de las start-ups que había antes” (en referencia a la etapa entre la
inversión inicial para arrancar, y la que necesita una empresa para empezar a
crecer, una vez ha demostrado su modelo). “Es verdad que a veces se concentra
en algunas grandes –añade Conti– pero estas ya no son la excepción. Ya somos
parte del ecosistema europeo”.
El informe de
Startup Genome, por ejemplo, considera los exits como el principal indicador de
la evolución de los ecosistemas. “En Barcelona ha habido en los últimos años
más de 50. Pero necesitamos más para consolidar el crecimiento”, apunta Miquel
Martí, consejero delegado del Barcelona Tech City.
“Faltan exits,
es decir, faltan resultados”, insiste Cabiedes.
“Para que gire
la rueda, hace falta que algunas empresas sean vendidas. Y normalmente, los
exits aquí han significado que las empresas se quedan con más pulmón económico
para escalar aún mejor a nivel global”, dice Martí, y cita como ejemplos a
Privalia o Social Point. “Vender una start-up no significa crear un vacío en el
ecosistema, muchas veces es al revés: es una inyección de más gente dispuesta a
arriesgar o a ayudar a otros que arriesgan, porque los emprendedores que venden
suelen volver a arrancar nuevos proyectos o ayudan como business angels”.
Y si la rueda
sigue girando, las perspectivas son optimistas. El informe del MWC apunta a que
el 34% de la comunidad emprendedora considera que Barcelona puede ser uno de
los centros mundiales de referencia en inteligencia artificial dentro de cinco
años, y también destacan el potencial de crecimiento en genómica, realidad
virtual, realidad aumentada y blockchain.
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