Benan ha
debutado en la semana de la moda de la ciudad condal
La moda ha vuelto a recuperar el espíritu
combativo que marcó el siglo XX. En aquella época las revoluciones de Yves
Saint Laurent, Christian Dior o Coco Chanel establecieron nuevas reglas para un
juego a favor de la mujer y de la libertad. Ahora, con la llegada de la era
digital y la aparición de una generación de jóvenes ‘millennials’, el panorama
ha vuelto a cambiar y tanto diseñadores como firmas han traspasado la primera
capa superficial de la moda y las colecciones se han convertido en una potente
arma de denuncia que invita, como mínimo, a la reflexión.
Umit Benan, que ha debutado en la 080
Barcelona Fashion, forma parte de este grupo de diseñadores que escapan de las
tendencias o la demanda del mercado y que usan la moda como una herramienta
para transmitir su particular visión del mundo. Esta vez la política y la
igualdad entre culturas han estado presente. Para la nueva colección, el
diseñador ha establecido un mensaje crítico que pretendía ‘’captar los grandes
problemas raciales actuales’’ mediante la representación de la comunidad
musulmana y africana.
Bajo el nombre de ‘God is
black’, la nueva colección de la firma homónima del diseñador se ha inspirado
en los rituales de rezo musulmán. Partiendo de las desigualdades existentes
entre religiones, culturas o clases sociales, el diseñador ha mostrado como, en
el momento de rezar, ‘’todo el mundo se convierte en seres humanos del mismo
nivel’’. La particular visión de la moda que caracteriza a Benan se centra en
establecer mensajes políticos a través de sus creaciones y, aunque la religión
no es un tema frecuente en su universo creativo, el diseñador afirma que el
proceso de rezar era ‘’el vehículo necesario para representar el racismo
actual’’.
La puesta en escena que ha
situado a los invitados del desfile en el mundo Benan ya indicaba que no iba a
ser una pasarela como el resto. Primero han aparecido distintos hombres
inmóviles y situados entre el público hasta que han empezado a desfilar los primeros
modelos con ‘total looks’ monocromáticos y trajes de dos piezas acompañados de
pañuelos en forma de turbante. A pesar de que Benan renuncie a las tendencias
actuales, la firma ha apostado por un meticuloso juego de capas, tejidos y
siluetas además de establecer una elaborada fusión de estilos orientales y
occidentales en una paleta de colores tierra y tonos saturados como el naranja
o el azul.
Su carácter multicultural y
sus vivencias personales han sido los dos pilares fundamentales que han llevado
al diseñador ha pretender mostrar un mundo más allá de las prendas. Para Benan,
su principal objetivo es ‘’establecer un mensaje claro para que la gente lo
capte a la perfección’’ y, aunque durante un tiempo pensó en hacerlo mediante
el cine, finalmente se decantó por la moda, una disciplina con la que creció
desde pequeño gracias al negocio familiar.
Nacido en Alemania en la
década de los 80, el diseñador vivió durante sus primeros años en Turquía,
donde empezó a desarrollar su primer contacto con la moda gracias a la fabrica
textil de su familia. Años más tarde, tras haber viajado y estudiado entre
Milán y Estados Unidos, Benan encontró su lugar en el mundo de la moda,
convirtiendo la firma en otro nombre que competía con el resto de firmas del
sector de la alta gama. Primero se posicionó como una firma de lujo y no solo
producía su ropa en las mismas fábricas que Gucci o Prada sino que también se incorporó
a la semana de la moda de París y Milán.
Sin embargo, el camino que
pretendía seguir el diseñador se encontraba en otra dirección. Benan confiesa
que los momentos previos a los desfiles eran demasiado frenéticos y el prefería
‘’celebrar el lanzamiento de una colección con la que había trabajado durante
los últimos meses’’. Fue entonces cuando decidió tomar su propio camino y, tras
desvincularse de la rutina habitual de la industria, viajó hasta Tokio donde
presentó una de sus colecciones antes de aterrizar en la ciudad condal.
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