Es muy habitual encontrarse en un acuerdo de inversión en una startup con cláusulas de vesting de participaciones sociales o acciones, cláusulas o plazos mínimos cliff o simplemente periodos de lock-up. También se incluyen este tipo de cláusulas en los pactos de socios entre los fundadores de una compañía o en phantom shares u opciones sobre acciones para empleados.
Las
cláusulas vesting (devengo) regulan el
período de tiempo durante el cual el beneficiario del vesting va adquiriendo
gradualmente derechos sobre un porcentaje de participaciones sociales hasta
alcanzar plenos derechos sobre las mismas.
Directamente
ligado a ello, está el concepto o cláusula cliff (acantilado), que lo
que hace es establecer un periodo de tiempo mínimo inicial y previo al vesting, requerido
para que el citado beneficiario (ya sea uno de los socios fundadores o un
empleado) comience a consolidar esos derechos por medio del vesting.
Mejor, con un ejemplo
Para entender
mejor el concepto, utilizaremos un ejemplo con plazos bastante habituales en el
mercado:
- Cliff de 1 año.
- Vesting de participaciones con vencimientos trimestrales, a lo largo de 3 años, desde el comienzo del año dos hasta el final del año cuatro.
- El socio X, titular del 30% de las participaciones de una compañía, sale de la compañía al final del año dos.
En este caso,
habrá transcurrido el período íntegro del cliff, comenzando a devengar sus
derechos de consolidación desde el comienzo del año dos hasta el final de dicho
año (4 trimestres), por lo que habrá consolidado completamente sus derechos
sobre una tercera parte de sus participaciones, equivalente al 10% del capital
de la sociedad.
En ese momento,
habrá que estar a lo que se haya regulado en la cláusula de vesting para
determinar sus consecuencias y, en particular, en el caso de tener la sociedad
(o el resto de socios) el derecho a recomprar sus participaciones (por medio de
una opción), habrá que ver en qué condiciones se ha marchado ese socio (también
conocido como cláusula leave, habitual en contratos de alta dirección o
con empleados clave), ya que si se ha marchado por simple decisión mayoritaria
del resto de socios, sin haber incumplido sus obligaciones o por circunstancias
que no le son imputables, como pueden ser el fallecimiento, la incapacidad o
jubilación (good leaver), se pagará por sus participaciones un precio razonable
en condiciones de mercado o los términos que se hayan establecido. Mientras que
si se marcha o abandona voluntariamente o por incumplimiento de sus
obligaciones (bad leaver, muchas veces equiparable a lo que en términos
laborales sería un despido procedente), no se le pagará nada, o como mucho, se
le devolverá el nominal aportado.
Muy claro desde el principio
Las cláusulas
de vesting y cliff son de singular importancia en una
startup desde sus mismos inicios. Por lo tanto, es fundamental que todos los
socios entiendan sus implicaciones y que el diseño de dicha cláusula guarde
relación con el modelo de negocio en cuestión, pues sirve para que los socios
cofundadores de la compañía aseguren su implicación durante las fases iniciales
(donde suele haber mayor incertidumbre y menos recursos económicos), y ninguno
se rinda o abandone el proyecto común antes de tiempo, dado que dicho abandono
o caída en el rendimiento puede tener consecuencias económicas directas sobre
esa persona.
En el ejemplo
citado, vemos que al socio que abandona se le tendrá que pagar únicamente por
el 10% de las participaciones y, además, se habrá regulado el precio a pagar en
función de las condiciones de su salida, mientras que ese mismo caso sin un
pacto de socios con dichas cláusulas implicaría que el socio saliente no
estaría obligado a vender y dispondría del 30% de la compañía.
A ello, hay que
sumar el elemento motivacional que supone la existencia de esas cláusulas,
tanto si hablamos de socios fundadores como si hablamos de empleados clave a
los que se está remunerando con opciones sobre acciones o con phantom shares, pues como hemos
visto, si esas personas no están alineadas con los intereses de la compañía y
sus socios de forma continuada y persistente, no se consolidarán esos derechos.
Es obvio, por
tanto, que dicha cláusula interesa a todos los socios que fundan una compañía
para asegurar o por lo menos procurar que todos los fundadores cumplan sus
compromisos de dedicación y permanencia.
Y también para los futuros inversores
Ese mismo
interés es el que tiene un inversor cuando invierte en una compañía y exige,
por medio de la inclusión de este tipo de cláusulas en el contrato de
inversión, que los socios fundadores o esenciales permanezcan durante un
período de 3-5 años en el proyecto. Los socios fundadores, incluso si han
regulado entre sí en su pacto de socios originario algo similar, verán como
tendrán que poner sus ‘contadores a cero’ nuevamente, para consolidar sus
derechos otra vez desde la entrada del inversor.
Claro que, en
función de la fuerza negociadora de cada caso, ya sea por la cantidad de
potenciales inversores que tenga la startup, por los plazos que se manejen o
las urgencias para disponer del dinero del inversor, se podrá considerar si hay
una parte de las participaciones de los fundadores que ya está vested, así como plazos más o menos
largos para el cliff y
el vesting, si bien la lógica
económica hace que sea práctica común en el mercado establecer periodos cliff de 6 meses a un año,
y vesting de entre 3 y 5 años,
con vencimientos mensuales o trimestrales.
En cualquier caso, si los fundadores entienden el porqué de estas estipulaciones, estarán más dispuestos a pactarlas y, además, podrán ver que con ello no se trata de enfrentar a dos bandos (fundadores vs. inversores), sino que más bien supone una protección del valor de la compañía que beneficia a todos los involucrados. Asimismo, cuando se pone en práctica ante una situación de salida, suele poner de acuerdo a los inversores con la mayoría de los fundadores, frente a los socios salientes.
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